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Oaxaca, Oax., 18 de junio 2011(Quadratín).- Por mucho tiempo, la sociedad, las autoridades encargadas de impartir justicia y los encargados de crear las leyes fueron cómplices en la existencia y reproducción del problema de la violencia intrafamiliar, al callar los hechos, no reconocerlos y no reprobarlos tanto en el ámbito privado como en el público, afirmó la juez tercero de lo familiar, la licenciada Aurelia Asunción Martínez Sánchez, durante la conferencia magistral titulada Violencia Intrafamiliar, impartida en días pasados en la Casa de la Cultura Jurídica de Oaxaca.
Dijo que la violencia intrafamiliar es un delito que debe denunciarse y que los integrantes de toda familia tienen derecho a una vida digna y sana, libre de violencia. Sin embargo agregó-, es muy difícil dar seguimiento a este tipo de casos en el estado, ya que la mayoría de ellos no se denuncian.
Martínez Sánchez precisó que la violencia intrafamiliar es una acción directa o indirecta, concentrada o distribuida, destinada a hacer daño a una persona o destruir ya sea su integridad física o psíquica, sus posesiones o sus participaciones simbólicas.
Apuntó que ésta se manifiesta en todos los estratos económicos; en familias, en las que sus integrantes cuentan con estudios de educación básica, media y superior; entre personas cuyo rango de edad va desde recién nacidos hasta ancianos; entre hombres, mujeres, niños, minusválidos e incapacitados. Sin embargo, las víctimas más frecuentes son las mujeres y los niños.
La juez en materia familiar señaló también que para atender esta problemática existe un marco legal compuesto de leyes internacionales, nacionales y locales, como es el caso del artículo 12 de la Constitución Local del Estado de Oaxaca, el cual establece que toda mujer tiene derecho a una vida libre de violencia de género, tanto en el ámbito público como en el privado, e instituye que las madres independientemente de su estado civil, las niñas, los niños, las y los adolescentes tienen especial protección de parte de las autoridades, a fin de llevar una vida digna en el seno de la familia.
Añadió que la violencia puede ser física, psicológica o sexual y tiene repercusiones en la identidad de las personas que la sufren, al ocasionarles un gran impacto en sus relaciones con otras personas y con su entorno, manifestándose éstas en actitudes como codependencia, adicciones, autoestima baja, búsqueda constante de aprobación e incluso, que la víctima también se vuelva violenta.
Al contrario -finalizó-, cuando en el seno de la familia se recibe amor, los integrantes de ésta adquieren seguridad, tienen relaciones más sanas, son capaces de dar afecto y siguen el patrón de conducta aprendido durante la niñez para relacionarse en pareja.