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Periodismo bajo asedio
OAXACA, Oax., 18 de mayo de 2016.- En marzo de este año un grupo de vecinos y no tan vecinos del barrio de Xochimilco, fieles discípulos de un moderno fariseo llamado Miguel Agüero, solicitaron a la Secretaría de Gobernación y al INAH la expulsión del atrio del templo de decenas de productores y expendedores de alimentos, textiles y artesanías de los pueblos originarios de la entidad que desde el 2010 se instalaron en ese lugar como parte del Plan de Pastoral Social promovido por el párroco Wilfrido Mayrén, más conocido como el Padre Uvi.
Con falsedades y verdades a medias los quejosos argumentaron que dicho “tianguis” atentaba contra la seguridad, salud, moral (sic), tranquilidad, orden público y libre tránsito de los vecinos del barrio de Xochimilco.
Sin aportar elementos de prueba, en su escrito los quejosos acusaron también que los integrantes de este proyecto agroecológico habían provocado “daños severos a la estructura del templo”, que dicho sea de paso data del siglo 17 y como tal goza de la protección y resguardo legal del INAH y otras autoridades federales.
Un mes después, con una asombrosa e inédita celeridad, el Coordinador Nacional de Monumentos Históricos del INAH, Arturo Balandrano, ordenó al Instituto de Administración de Avalúo de Bienes Nacionales (INDAABIN) para que suspendiera el “tianguis”, orden que se consumó el pasado 19 de abril.
En respuesta a la queja y requerimiento de las autoridades federales, el párroco del templo y apoderado legal de la Arquidiócesis de Oaxaca, Wilfrido Mayrén, respondió a cada uno de las presuntas irregularidades que dieran origen a la clausura del proyecto aclarando que:
Si todo está en orden, y existe disposición de los hombres y mujeres que forman parte del proyecto hoy clausurado para, como dijera el clásico, corregir lo que se tenga que corregir, y colaborar con el barrio ¿por qué un grupo de vecinos y no tan vecinos sorprendieron al INAH con un escrito en donde en su mayor parte se falta a la verdad?
Una línea de explicación se encuentra en la vocación patrimonialista y conservadora de algunos de los líderes “históricos” del barrio, especialmente del señor Miguel Agüero, quien antes que el padre Uvi se hiciera cargo de la parroquia solía “tirar línea” y supervisar todas las actividades del párroco en turno y, gracias a este poder terrenal, disponía a su antojo del uso del atrio, lo mismo para actos religiosos y paganos y hasta para que sus hijos lo utilizaran como cancha deportiva.
Quienes hoy están al frente del Comité de Vigilancia Vecinal (Comvive) del barrio de Xochimilco son harina del mismo costal y su trabajo de fiscalización y supervisión de lo que debe y no debe hacerse en el barrio rebase con creces las atribuciones que el reglamento municipal otorga a este tipo de organización vecinal.
Por ahora lograron sorprender a las autoridades del INAH con argumentos falaces que derivó en la clausura del “Pochote Xochimilco”, sin embargo el litigio sigue su curso pues tanto la Arquidiócesis de Antequera como los católicos de la parroquia y quienes forman parte del proyecto mencionado, recurrirán a las vías legales y a la denuncia pública para deslindar responsabilidades y frenar los abusos de poder de quienes indebidamente se inmiscuyen en asuntos de la iglesia y, todavía , se asumen como juez y parte.
Twitter: @YescasIsidoro