Celebran al Señor del Rayo en la ciudad de Oaxaca
OAXACA, Oax. 20 de noviembre de 2013 (Quadratín).-Eusebio Leal Spengler, el artífice de la conservación de la llamada Habana Vieja, Ciudad Patrimonio desde 1982, sostuvo que él, como San Agustín, cree en la ciudad ideal y se pronunció en defensa de la utopía que significa lograr esa ciudad.
Conferencista en el primer día del Congreso Mundial de Ciudades Patrimonio, el Director de la Oficina del Historiador de la Habana, máxima autoridad en la materia en su país, expuso cómo ha enfrentado Cuba la tarea de conservación y restauración de la ciudad que está por cumplir 500 años en el 2015.
Durante la mesa denominada “Planeación urbana integral de las Ciudades Patrimonio Mundial”, también participaron Fernando Carrión Mena, presidente de la Organización Latinoamericana y de El Caribe de centros Históricos, y de Horacio Capel Sáenz, especialista en Geografía Urbana de España.
“Yo siempre creí, como San Agustín, en la Ciudad ideal. He reído en ella y creo que todo tiempo nuevo y futuro será mejor en el mejoramiento humano y el mejoramiento de la virtud”, dijo sentencioso resumiendo de esta forma la mística de su labor como máxima autoridad en Cuba en la conservación y restauración de sus ciudades.
Señaló que el patrimonio edificado es importante porque representa la idea de casa para vivir que les dejaron sus antepasados, “los grandes abuelos”, uno local y otro español, y de ahí surgió la casa, el barrio, la ciudad.
Desde su punto de vista, conservar el patrimonio edificado conlleva la preservación del patrimonio inmaterial que significan las personas que viven allí, la historia que ha sucedido allí, y los recuerdos que guardan quienes han estado allí.
“El patrimonio inmaterial es lo que sucede allí. Cuando una nación pierde la noción de lo que es, es cuando se pierde el patrimonio”, expuso Leal.
La labor del conservador, dijo, también implica determinaciones sobre qué se elimina y qué se deja.
Además de batallar con los políticos que tienen una “visión limitada y cazurra” al tomar decisiones con respecto a la conservación del patrimonio, y entonces debe hacerse una intensa tarea de persuasión.
La Habana, como todas las ciudades patrimonio, también enfrenta el acoso del turismo, el cual, subrayó, no puede satanizarse porque es necesario.
“Yo necesito que vengan los turistas, pero debo salvar los edificios patrimoniales”, manifestó.
Explicó que en el caso de los museos y sitios culturales de La Habana, han “atravesado” aulas de clase, que han resultado muy favorables para moderar el impacto de los visitantes.
“Llevamos como 14 aulas, una en cada museo o casa restaurada, con un maestro y veinte niños.
Cuando llegan los turistas ven el cordón que protege a los niños que están allí estudiando y entonces ellos tienen un acercamiento moral y ético con el espacio.
“Es la ciudad ideal a la que me refería”.
Por último, subrayó que la participación de la sociedad es indispensable para mantener y conservar una “ciudad ideal”.
En tal sentido, los programas educativos son fundamentales.
En Cuba no es un grupo selecto el responsable de la conservación sino todas las personas que se interesan en la vivienda, la salud, los espacios verdes, los animales abandonados, los ancianos, los riesgos como los ciclones y la evacuación cuando es necesaria, concluyó.