Tregua incierta
Charlas con mi hija
-Hola mami, estoy súper cansada, esta semana fue bien pesada para mí, me la pasé pagando prediales, yendo al dentista, al salón de belleza, y al gimnasio, apenas si tuve tiempo de ver a los niños.
Mira Cecy, tienes que aprender a ser una gran administradora de tu tiempo, pues los hijos pasan de ser niños a ser hombres o mujeres tan rápido que ni cuenta nos damos.
Te voy a explicar:
Hay un período en que los padres van quedando huérfanos de sus propios hijos y es que los niños crecen independientes de nosotros. Crecen sin pedirle permiso a la vida. Crecen con alegría y a veces con mucha arrogancia. Pero no crecen todos los días de igual manera.
Crecen de repente. Un día se sientan cerca de ti en la terraza y dicen alguna frase con tal madurez, que te sientes que ya no puedes cambiar los pañales de ese niño, y te preguntas: ¿Dónde estuvo creciendo este pequeñito que yo ni cuenta me di?. El niño está creciendo en un ritual de obediencia organizada y desobediencia civil… Ahí están muchos padres al volante, esperando que ellos salgan entusiastas de sus escuelas, con el uniforme de su generación.
Incómodas mochilas de moda en los hombros, con el pelo desordenado o el cabello suelto. Esos son los hijos que conseguimos engendrar y amar. Llega un momento en que ya no los esperaremos más en las puertas de la disco, o en las fiestas, paso el tiempo de clases de ballet, de inglés, de la natación y del judo.
Al principio iban con nosotros donde fuera para la navidad, vacaciones, la piscina y los amigos. Si, había grandes peleas dentro del auto, por quien va en la ventana, los pedidos de chicles y las canciones sin fin.
Después llegó el tiempo en que viajar con los padres comenzó a ser un esfuerzo, un sufrimiento, pues era muy difícil separarse de los amigos y de los primeros novios. Los padres quedaron exiliados de los hijos. Saldrán del asiento de atrás y pasarán al volante de sus propias vidas. Debimos haber ido a la cama de ellos en la noche para escuchar su alma respirando, conversaciones y confidencias entre las sábanas de la infancia y los cobertores de los adolescentes, en aquel dormitorio lleno de pósters, agendas coloridas y CDs ensordecedores. No los llevamos lo suficiente al parque, no les compramos todos los helados que querían, ni la ropa que nos pedían. No los dejes crecer sin mostrarles todo tu afecto.
-Hay mami, tienes razón, los hijos crecen tan rápido que ni cuenta nos damos, voy hacerme más consciente de esto para organizar mejor mi vida y disfrutarlos ahora que los tenemos y somos lo más importante para ellos.
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