Periodistas de Quadratín Chiapas rompen el silencio
CIUDAD DE MÉXICO, 28 de noviembre de 2018.- No son pocos los sectores de la sociedad que muestran inquietud ante el cambio de poderes que se realizará el inminente sábado 1 de diciembre.
Y esa inquietud proviene de los presagios que traen consigo acciones de la que será la nueva administración pública federal, tales como la cancelación de la construcción del aeropuerto en Texcoco, las consultas realizadas para ese efecto y para legitimar las llamadas prioridades de López Obrador, son señales de un populismo innecesario después de haber obtenido una amplísima victoria electoral el pasado 1 de julio.
López Obrador es un personaje que sabe recapacitar. Y así lo ha hecho en casos como la designación de Marcelo Ebrard como canciller, quien es político muy experimentado que la dará fortaleza a esa importante parcela de su gobierno en lugar del diplomático Héctor Vasconcelos, a quien muchos especialistas en el tema le adjudicaban un carácter difícil que lo haría propicio para el inicio de un gobierno que debe proyectar al mundo un rostro de apertura y respeto a la autodeterminación de las naciones conciliación.
Ebrard tiene un carácter totalmente diferente al del experimentado Vasconcelos.
Pero las consultas, tan sancochadas y de muy relativa representatividad, han generado inquietud entre muchos sectores que piensan que esas acciones presagian una vuelta al populismo delirante.
López Obrador debe ser nuevamente un mandatario con una gran capacidad de reflexión y un gran valor para recapacitar sobre las acciones que le puedan confundir su indiscutible impronta de líder social.
Y a la inquietud social de ha sumado el desconcierto económico que han generado las posiciones que desde el senado con Ricardo Monreal que trató de reducir sustantivamente las onerosas comisiones que cobran las instituciones bancarias en México y la reciente propuesta del Partido del Trabajo que prácticamente propone nacionalizar las afores y crear un organismo gubernamental que las concentre, han ocasionado dos caídas históricas en la Bolsa de Valores y un repunte del dólar en su paridad frente al peso.
El próximo secretario de Hacienda, Carlos Urzúa, tuvo que salir a tranquilizar a los mercados al anunciar que, cuando menos en el futuro inmediato, ni hay un propósito de eliminar las comisiones bancarias (que dicho sea de paso sí son un verdadero esquema de usura que perjudica a muchos mexicanos) y menos nacionalizar las Afores, algo que consideró el experimentado financiero una propuesta sin pies ni cabeza.
Y finalmente, a tres días del cambio de régimen, el obligado control que debe tener la Secretaría de Gobernación sobre las bancadas que son mayoría en las cámaras gracias a la inercia que les dio López Obrador, no acaba de reflejarse ya como una estrategia de conducción política que se origine en el diálogo y la negociación con los legisladores.
No le vendría mal a la inminente titular de gobernación Olga Sánchez Cordero, quien por cierto ayer pidió licencia como senadora, una convocatoria a los líderes de las bancadas de Morena en el senado y en la cámara de diputados, para sugerirles que hay que apoyar al presidente electo y tratar de no generar situaciones de presión que lo afecten.
Pues a tres días de que López Obrador asuma la Presidencia de México, hay varias dudas que urge despejar lo más pronto posible.
En política no hay vacíos. Si el poder los crea, no tardarán en ser llenados, incluso hasta por las ahora débiles oposiciones que existen entre diputados y senadores ajenos a Morena o sus coaligados.