Diferencias entre un estúpido y un idiota
CIUDAD DE MÉXICO, 26 de marzo de 2019.- No sabemos si fue por consigna, por vergüenza o porque el culto a la personalidad presidencial llegó a su nivel más elevado de abyección.
Lo cierto es que pocos medios y aún menos periodistas hablaron del feo abucheo que la prole le regaló a López Obrador el pasado sábado.
Como muchos saben –porque el abucheo a Obrador fue tendencia en redes–, el presidente inauguró un estadio de béisbol en la capital del país.
Casi en tiempo real –gracias a las benditas redes–, esa noche y la mañana del domingo la tendencia era el abucheo a López Obrador.
En un estadio repleto se generalizó la silbatina y un sonoro ¡buu, buu, buu…! retumbó en el graderío; repudio que se transformó en un potente ¡fuera, fuera, fuera…!, cuando el presidente acortó su discurso porque, según dijo, su mensaje molesto a la porra fifí.
López Obrador había llegado al estadio de béisbol luego de otro abucheo, en el aeropuerto de Guerrero, lo que contrastó con una carretada de aplausos que le prodigaron los banqueros en la Convención de Acapulco.
Pero no había sido todo ese fin de semana. Resulta que la víspera había sido abucheado por familias de niños con cáncer a los que el gobierno federal recortó el presupuesto. En esa ocasión la comitiva presidencial trató de callar el reclamo ciudadanos con el grito de ¡Obrador, Obrador, Obrador!
Entre los medios que censuraron y pretendieron ocultar el abucheo al presidente, destacan Milenio, Excélsior, Televisa y Televisión Azteca, además de El Heraldo y la agencia oficial, Notimex, cuya carencia de información contrastó con un puntual despliegue en Reforma y El universal, de los pocos medios que mantienen una postura crítica.
¿Por qué algunos medios y periodistas ocultaron el abucheo reiterado al presidente Obrador? ¿Por qué un fin de semana de abucheos a un presidente que –según encuetas–, es querido por ocho de cada diez ciudadanos? ¿Por qué el abucheo en lugares públicos y abiertos y el aplauso en lugares cerrados?
En el primer caso, queda claro que medios como Milenio, Excélsior, Televisa, Azteca y otros son parte de la corte del nuevo gobierno; son la versión moderna de los soldados del presidente.
Y se entiende la docilidad empresarial y el culto a la figura presidencial de parte de esos medios porque muchos tienen empresas y negocios que aspiran al favor presidencial para la supervivencia. Otros, como Milenio, entraron recientemente al espectáculo deportivo, en especial el béisbol.
Por eso la consigna en muchos medios para ocultar el abucheo y –en otros casos–, incluso el tema fue tratado como un mero asunto anecdótico.
El segundo caso; el de un fin de semana de abucheos públicos en espacios abiertos, tampoco debe sorprender a nadie. ¿Por qué?
Porque la sabiduría popular –el pueblo sabio–, conoce los tiempos y los momentos para expresarse. Y es que la multitud en un estadio, un aeropuerto o en una manifestación callejera tienen de su lado el poderoso instrumento del anonimato.
Por eso, desde el anonimato, sin la presión de las jaurías lopistas y lejos de los bots a sueldo de las redes, el repudio y de enojo tienen su espacio ideal en un estadio, un aeropuerto o un mitin; ahí es donde se cobran las pequeñas venganzas ciudadanas al poder.
La decepción, el enojo y el hartazgo auténticos no se expresan en redes sociales y menos en eventos cerrados, en donde la identidad es pública. No, el respaldo o el repudio auténticos se encuentran en la grada, en la calle, en el mitin espontáneo.
Por eso los banqueros aplaudieron en la Convención de Acapulco y los ciudadanos de a pie –la plebe–, abucheó en lugares públicos al presidente.
Lo preocupante es que apenas en poco más de tres meses de gobierno formal –115 días–, el desgaste de la imagen presidencial es de escándalo, contrario a lo que suponen las encuestas y los fanáticos del lopismo.
Pero si aún lo dudan, basta leer las reacciones de enojo, desesperación y hasta histeria de no pocos defensores de López Obrador.
Sin embargo, la ardorosa defensa –en algunos casos verdadera bobería de párvulos–, confirmó lo que es un secreto a voces; la imagen positiva de López Obrador llegó a su techo y viene la caída que pudiera ser estrepitosa.
¿Lo dudan?
Al tiempo.