Donará 50+1 mastografías y estudios de papanicolau gratuitos en Oaxaca
El tema de la atención de las mujeres es importante para todos, porque sabemos que, si bien consumen menos, tienen mayores consecuencias y más problemas. Por eso es muy importante que las políticas sobre drogas se basen en las diferencias entre hombres y mujeres, afirmó María Elena Medina-Mora, miembro de El Colegio Nacional y coordinadora del ciclo Seminario de Estudios sobre la Globalidad-UNAM. Grupo de trabajo de opioides. Facultad de Medicina-UNAM-INPRFM.
En una nueva sesión del seminario, titulada Retos para las políticas públicas en la atención y reducción de daños en el uso de drogas en mujeres y transmitida en vivo el 31 de marzo por las plataformas digitales de la dependencia, la colegiada expuso que, de acuerdo con las tendencias de consumo del último año, en la población masculina, el consumo de 18 a 34 años es mayor que el consumo de 12 a 17 años; mientras que en la femenina, es al revés, “las mujeres de 12 a 17 años consumen más que las de 18 a 34 años”.
Explicó que los hombres y las mujeres enferman en la misma proporción. “30% de ellos, y 27% de ellas, han padecido algún trastorno mental en algún momento de su vida”. La mujer es, en general, más vulnerable a los efectos de la sustancia y se estima que tarda cuatro años menos que los hombres en desarrollar dependencia a las drogas y siete años menos al alcohol. “Por razones socioculturales, por ejemplo, el acceso a tratamiento es menor para ellas y la respuesta social es de mayor rechazo, llegan a tratamiento abandonadas por su pareja”.
En palabras de la doctora, las expectativas de roles de género se han caracterizado por las ideas culturales polarizadas del machismo y el marianismo. “El consumo masculino de sustancias en la adolescencia temprana sigue siendo estrechamente asociado con el machismo y sus expectativas de involucrarse en el abuso de drogas. Y las ideas sobre la feminidad pueden seguir estando fuertemente asociadas con el matrimonio y la procreación, roles muy valorados dentro de la cultura mexicana que desalientan el consumo de sustancias”.
En la mesa también participaron los especialistas Silvia L. Cruz, Clara Fleiz, Jorge Villatoro, Carmen Fernández Cáceres y Raúl Martin Del Campo. Al tomar la palabra Silvia L. Cruz, del Departamento de Farmacobiología del Cinvestav, explicó que para hablar de los efectos de las drogas en las mujeres, primero es importante determinar que cuando los expertos se refieren al sexo, señalan las características genéticas, hormonales, anatómicas y fisiológicas, a partir de las cuales las personas son clasificadas como hombre o mujer. Pero el género es el concepto que alude a las formas históricas y socioculturales ambos construyen su identidad, interactúan y organizan su participación en la sociedad.
La especialista recordó una frase mencionada en la primera mitad del siglo XIX: “las mujeres son más propensas a volverse adictas al opio, porque tiene una constitución más nerviosa y una mayor tendencia a presentar enfermedades crónicas e histéricas”. Entre las principales diferencias en la absorción de sustancias en hombres y mujeres, L. Cruz enfatizó que biológicamente las mujeres tienen muy lento el tránsito gastrointestinal, la diferencia con el otro sexo puede ser de más del doble, es decir, “entre que algo entra y sale en un hombre tarda aproximadamente 44.8 horas, mientras que en las mujeres tarda 91 horas. Esto favorece el contacto con la superficie de la absorción y de la cantidad de droga que llega a los tejidos”.
“Otra diferencia importante es la distribución. Las mujeres tienen menos agua y más grasa que los hombres. Por lo tanto, la misma cantidad de alcohol está más concentrada en mujeres que en hombres”. Además, el sexo femenino está sujeto a cambios hormonales y en la fase de ovulación produce más estrógenos, lo que se relaciona con la importancia asignada a los diferentes estímulos. “Si la mujer está en edad reproductiva, el alcohol en el embarazo daña el desarrollo físico e intelectual de los niños. Tampoco debe beberse alcohol durante la lactancia”.
Agregó que, en relación a la nicotina, las mujeres tienen un consumo más frecuente y con mayor riesgo a desarrollar complicaciones cardiovasculares. La especialista también expuso que el estrés juega un papel importante en el sexo femenino para las adicciones, porque “las mujeres presentan una mayor avidez por reanudar el consumo de drogas frente a situaciones de estrés, éste las induce a una hiperactividad del sistema límbico asociado con las emociones e impulsos”.
Comentó que, aunque más hombres que mujeres se inician en el consumo de las drogas, la progresión hacia los trastornos por consumo es más rápida y mayor en mujeres que en hombres”.
Por su parte, Jorge Villatoro, del Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente, expuso que un tema que debe alertar a la sociedad. En la actualidad el consumo de drogas está alcanzando el 2.2% cuando se acercan al sexto grado de primaria. Esto evoluciona hasta la secundaria, en donde consumen por igual hombres y mujeres alrededor del 23%. “Entre los datos interesantes, es que los alumnos de quinto y sexto grado de primaria que no están consumiendo drogas ni alcohol, presentan una mayor convivencia con su mamá. La mayoría de ellos muestra un interés por seguir estudiando, pero hay que ver si las condiciones se lo permiten”.
Detalló que, seis de cada diez jóvenes que consumen drogas y casi siete de cada diez alcohol, desean seguir estudiando la secundaria. “El 15% de los jóvenes dicen tener problemas con sus padres, en el caso de drogas, y 17% en el caso de exceso del alcohol”. En palabras del especialista, la supervisión que ejercen los padres es un factor que sirve para proteger a los estudiantes, pero “cuando hay una disciplina negligente se convierte en un factor para que las niñas consuman alcohol”.
En México, la población femenina entre los 10 y 17 años ha mostrado el mayor incremento en el consumo excesivo de alcohol y drogas. “Las niñas y jóvenes muestran pautas de comportamiento, actitudes e intenciones conductuales importantes que permiten desarrollar e implementar prevención. Dicha prevención debe implicar el apoyo para que establezcan metas saludables a corto, mediano y largo plazo”, finalizó.
En su participación Carmen Fernández Cáceres, de los Centros de Integración Juvenil, se refirió a las Dificultades que viven las mujeres para acceder a tratamiento. Sostuvo que los últimos reportes sobre el tema, arrojan que sólo 17 millones de personas que consumen drogas en el mundo tienen acceso a tratamiento y menos del 20% son mujeres. “Las que menos acuden a tratamiento son las que consumen anfetaminas y derivados anfetamínicos. A partir de 2021 hubo un aumento del sexo femenino que tiene atención, aproximadamente una por cada dos hombres”.
Agregó que las mujeres tienden a ocultar más su adicción, porque son más criticadas, desarrollan más dependencia a problemas psiquiátricos, tienen más riesgo de violencia física, sexual y emocional y eso es muy importante. Dentro de las barreras para acceder a tratamiento se encuentran las interpersonales, que tienen que ver con los problemas familiares, de pareja y de su rol como cuidadoras. “Tienen problemas para el acceso al tratamiento, no se les dedica el mismo tiempo ni en terapias, ni en escucha, ni en sesiones”. Además, el estado de motivación para atenderse es menor y el estigma juega un papel importante.
“Faltan servicios de atención específicos para mujeres. Los programas y modelos de atención, los terapéuticos, incluso la farmacoterapia se ha basado más en estudios en hombres que en mujeres y se han ido adaptando poco a poco”, aseveró la especialista.
Al respecto, Raúl Martin Del Campo, del Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente, habló de las Recomendaciones para la reducción de daños en mujeres. Aseguró que la violencia, las disfunciones familiares, las desigualdades sociales, el estigma y las adversidades y abusos en la infancia tienen que ver con el inicio y mantenimiento del consumo de sustancias por parte de las mujeres.
Compartió un documento conocido como La guía morada, que contiene una serie de estrategias basadas en la evidencia científica para la reducción de daños en hombres y mujeres y que contempla diez programas, como la distribución dirigida de naloxona, el tratamiento asistido por medicamentos, la capacitación continúa de personal de salud, la limitación de los requisitos de receta para medicamentos para el trastorno por consumo de opioides, la detección de fentanilo en pruebas y los programas de servicio de jeringas.
En relación a la atención al sexo femenino, Del Campo explicó que es necesaria la despenalización de los consumidores, con un enfoque de salud pública y un trabajo en colaboración con las autoridades. Además, se requiere un enfoque de género accesible, que considere las necesidades individuales de cada paciente; así como un equipo de trabajo que demuestre respeto y empatía por la usuaria del programa.
La mesa Retos para las políticas públicas en la atención y reducción de daños en el uso de drogas en mujeres, coordinada por la colegiada María Elena Medina-Mora, se encuentra disponible en el Canal de YouTube de El Colegio Nacional: elcolegionacionalmx.