Revisitar al pasado
CIUDAD DE MÉXICO, 9 de noviembre de 2018.- Ahora el hijo de López Obrador.
Como no pudieron lapidar, quemar en leña verde en el Zócalo de la Ciudad de México, a Beatriz Gutiérrez, su esposa, convirtieron a su hijo José Ramón López Beltrán en sujeto de todas sus virulentas críticas.
Cuando su padre ni siquiera ha tomado posesión.
¿A quién le importa si López Beltrán viajó a España con su novia? ¿Es que en verdad esto puede ser “noticia”, puede ser algo digno de magnificarse en todos los medios de comunicación?
La discusión tiene que estar sobre las políticas públicas que ya han sido anunciadas, sobre los cambios que el gobierno de López Obrador va a hacer en nuestra realidad social. La decisión de no construir el nuevo aeropuerto en Texcoco o la legalización de la mariguana, los temas de seguridad pública son asuntos de interés público.
¿Por qué nos han importado, legítimamente, los viajes de la familia de Peña Nieto? Muy simple: Porque implican, obligadamente, gastos del erario. Baste la presencia de elementos del Estado Mayor Presidencial junto a ellos. No se diga los aviones oficiales que se utilizan para sus traslados. Esto es lo que origina que sean noticia.
En el viaje de López Beltrán no hay, no puede haber, utilización de recursos del erario. No es funcionario. Ni siquiera se ha anunciado que tendrá algún cargo público en el sexenio que comienza en diciembre próximo.
Desayunar en un hotel de Madrid, como el Villa Magna, puede costar menos que hacerlo en un hotel de la Ciudad de México o de Cancún. ¿Dónde está el pecado? Se dice que viajó, de regreso a la Ciudad de México, en clase Premier de un vuelo de Aeroméxico, sin pruebas al respecto. ¿Tendría puntos suficientes en su cuenta por los viajes realizados, como muchos otros mexicanos que van acumulando estas “millas” para hacer, uno o dos o tres años después un viaje internacional?
¿Qué sentido tiene ponerlo en la portada de la revista Hola?
Lo cierto es que quienes no son partidarios de López Obrador, quienes no votaron por él, quienes están muy angustiados porque sus intereses económicos estarán afectados con su llegada, no van a cambiar lo que ya piensan en negativo. Y los que, por el contrario, están a favor del político tabasqueño, tampoco lo harán.
La portada de la revista Proceso resulta doblemente significativa porque se inscribe en esta tendencia de “comunicación” que intenta denigrar al presidente electo. Como bien dice, lo pusieron como un viejito “chocheando”, lo que no puede traducirse sino como “mala leche”. Sorprendente “mala leche” que no guarda relación alguna con la libertad de expresión.
“Mala leche” que abunda, que no logra sino aumentar todavía más la encrespada confrontación social que vivimos.
Por los próximos seis años tendremos un nuevo estilo de gobernar, de vivir en nuestro país. Habrá cambios importantes que tendrían que estar en el análisis público, ya basta de virulencia y golpeteo que, además, no logra su objetivo…
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