Economía en sentido contrario: Banamex
CIUDAD DE MÉXICO, 2 de mayo de 2019.- De la ingenua controversia (¿pueden existir en realidad controversias ingenuas?) que provocó el presidente Andrés Manuel López Obrador cuando dijo que Alfredo Jalife era una buena persona y que tal vez hasta lo pudiera invitar a ser su colaborador, después de que el matarife de marras, o sea Jalife, agredió de una manera procaz y violenta a la Jefa de Gobierno Claudia Sheinbaum a propósito del caso del del siniestro ocurrido en los sismos pasados en el Colegio Rébsamen, me quedan muy en claro dos cosas.
1.- Sin duda que el presidente López Obrador no calculó bien (otra vez) las reacciones que en su contra traería el apapacho que le dio sin necesidad alguna a un personaje tan desgastado e igualmente tan descalificado moralmente como lo es Jalife, por una gran parte de los analistas políticos que existen en el país y que firmaron la carta.
La carta que no quiso firmar Federico Arreola, (creo que Arreola no la firmó en solidaridad a la vieja amistad que lo liga con el actual mandatario) fue suscrita con un fuerte aroma a oportunismo, por una abigarrada pléyade de personajes del medio periodístico e intelectual, en esencial hace apuntamientos que son ciertos con respecto al apresuramiento que viene teniendo López Obrador para dar respuesta a preguntas o cuestionamientos que no son de su agrado.
La carta que no firmó Federico dice:
“Nos causa el mayor desconcierto y preocupación que en su conferencia del 24 de abril se haya usted referido a Alfredo Jalife como “una muy buena persona” y haya abierto la posibilidad de considerarlo para un puesto en su gobierno.
Alfredo Jalife es el representante extremo del discurso del odio en las redes sociales mexicanas. Su método no es el debate sino la infamia, el insulto, la amenaza y la calumnia.
Las mujeres han sido blanco de sus vejaciones y acosos. La homosexualidad es objeto de sus expresiones degradantes. Con frecuencia recurre a la discriminación racial y religiosa, en especial contra personas de ascendencia judía.”
Los abajo firmantes del escueto texto son una mezcla de personajes con historias muy disímbolas. Las hay de chile, de dulce y de manteca.
Pero eso no quita verdad al señalamiento que hacen de tener “desconcierto y preocupación” porque López Obrador dijo que era una buena persona alguien como Jalife que en la realidad jamás lo ha sido.
Menos deja de ser justo el reclamo por las ofensas que en un malvado tuit con el cual Jalife profirió contra Claudia Sheinbaum, sin duda una de las personas más leales a López Obrador y una de las funcionarias de la 4T que se ha caracterizado por su empeñoso trabajo.
2.- De las cinco razones que esgrime Federico para no haber firmado la carta me quedó con las primeras dos que me parecen más que suficientes para explicar su negativa.
1.- Andrés Manuel López Obrador no decidió mencionar a Jalife en una de sus conferencias de prensa mañaneras. Habló del racista, misógino, homófobo, antisemita y hasta nazi personaje nada más porque le preguntaron. Esto es, porque el propio Jalife usó a uno de sus amigos para sembrar la pregunta. Logró su propósito y debe estar feliz por la atención que ahora, con la carta, está recibiendo.
(Es obvio que con este razonamiento Arreola trata de defender con todo a López Obrador)
2.- El presidente López Obrador tiene derecho a pensar que Jalife es buena persona. No es algo en lo que yo deba meterme. Si López Obrador me preguntara, le daría mi opinión. Si no lo hace, me abstengo de darla. Solo puedo desear que ojalá un día hable el presidente de México, sobre el tal Jalife, con la honesta jefa de gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum.
(Esta segunda razón de Arreola conmina inteligentemente al tabasqueño a que reintegre públicamente toda su confianza a una de sus más leales compañeras de lucha, Claudia Sheinbaum. Ella sí una buena, excelente diría yo, persona, sin lugar a dudas)
1.- Se equivocó la líder nacional de Morena, Yeidckol Polevnsky al escoger el diario Reforma para promover a quien quiere como sucesora Bertha Lujan.
Ayer en Templo Mayor, el espacio del diario fifí para trascendidos golpeó a Alejandro Rojas, quien pretende disputar la dirigencia al grupo de Polevnsky.
La regó Yeidckol al confiar en Reforma, el medio que parece pluma de vomitar del presidente Andrés Manuel López Obrador.
2.- Después de una exitosa gestión al frente de la Conago, el gobernador de Campeche, Alejandro Moreno Cárdenas, dejo el liderazgo en manos del mandatario de Querétaro, Francisco Domínguez.
El queretano se ha consolidado como una de las figuras más fuertes del panismo, llenando un vacío de poder en un partido agitado por los fracasos de la última elección.
En su primer discurso, Francisco Domínguez habló de alcanzar un «acuerdo nacional para la concordia» y buscar un consenso para asegurar el financiamiento de proyectos en los estados, un mensaje de unidad para sus colegas mandatarios y el presidente López Obrador.
3.- Con respecto a la corrupción alrededor del cancelado aeropuerto de Texcoco, el titular de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, Javier Jiménez Espriú ya dijo todo lo que tenía que decir.
Es decir, el secretario ya reveló la trama de irregularidades del proyecto aeroportuario del peñismo, ahora toca el turno para tomar medidas a Irma Eréndira Sandoval Ballesteros, quien encabeza la Secretaría de la Función Pública; y al desaparecido Alejandro Gertz Manero, Fiscal General de la República.