
El país lleno de fosas y ahorcan a García Harfuch
Salió al espacio público una de las mayores atrocidades que estamos padeciendo en México que a veces se habla de ella en voz baja y en muchas otras como algo que se da por sentado, como algo sabido que al igual de otras cosas graves que vivimos se “normalizan” hasta hacerlas que en pocos días desaparezcan de la atención mediática y pública hasta que aparece otro suceso de mayor impacto sin que necesariamente sea resuelto el que nos cupa en el momento, ni mucho menos haya el seguimiento por las instancias responsables y ni se diga de los medios de comunicación o de las inefables redes sociales. Así tienen igual o mayor impacto mediático un rumor o seudo nota sobre la pareja del momento para especular si van a tener hijos, o si la ultima composición de la ex es dirigida a ellos, si el payaso en desgracia del grupo político en el poder de la administración pública declara una estupidez sobre los hallazgos en el rancho Izaguirre o su fotografía viajando en primera clase a Paris con altos costos que para variar contradicen su “austeridad republicana” , o que si en la presentación de un libro que publica la esposa del ex tuvo que entrar al quite una gobernadora ante la ausencia de los que iban a reseñarlo.
Las imágenes que serán casi imborrables de enseres personales en este contexto de verdad callada, cobraron relevancia mundial que produjo y seguirá produciendo respuestas de toda índole en que tirios y troyanos dan sus versiones casi siempre encontradas y contrapuestas de tal manera que si no sufren el desgaste mediático del tiempo, serán motivo de descalificación ante el manoseo y tratamiento dado de acuerdo a la posición o interés que se tenga dejando de lado consciente o inconscientemente hechos y datos relevantes que nos permitan tener elementos firmes para saber lo que allí pasó y sobre todo hacer justicia a las posibles víctimas y a sus familiares que para desgracia nacional no solo no disminuyen sino que aumentan cada día más y más. Como sucede con cualquier gobierno sin importar su filiación partidista, su inclinación ideológica al menos declarativa, el funcionario o ejecutivo en turno, realizan toda una estrategia jurídica, política y sobre todo mediática para tratar de exonerarse de cualquier responsabilidad culpando a los otros órdenes de gobierno y como es el sello del actual grupo en el poder, responsabilizar a los exgobernantes que identifican como sus enemigos acérrimos.
En este caso salvo situaciones poco probables, desde el más alto cargo de la administración pública se delineó ya la versión que prevalecerá en que en el mejor de los casos las autoridades locales de Jalisco cargarán con los muertos y en el peor, aducirán que de acuerdo a las pruebas “científicas” aplicadas, a la falta de cuidado por preservar la escena del crimen, a los indicios insuficientes y cualquier argumento que se les ocurra no se puede catalogar al rancho como un lugar de exterminio o que hubiera habido descuartizados, fundidos o incinerados porque “ no hay hornos como tal” o que ya adelantó el experto en quema de cuerpos ¡se necesitan alrededor de mil grados Celsius para que un cuerpo se incinere. Los colectivos más significativos en la actualidad han entrado en una confrontación pública inducida desde el poder o incentivada por sus propias contradicciones internas sin ver que están dándole las excusas perfectas a sus detractores para así demeritar sus hallazgos a pesar de los testimonios cada día más frecuentes de quienes estuvieron en ese lugar y que sufrieron los actos más violentos e indignos sin que hasta ahora los que insisten en relativizarlos, puedan negar o combatir.
Es también claro que algunos de los contrarios al grupo en el poder y su propios miembros, están llevando agua a su molino para reforzar sus críticas y deslindes que su propia inercia y proceder tarde que temprano saldrán a la luz y sobre todo cobrarán sus facturas y pareciera también que la celada urdida y tramada desde el poder dio resultados a su favor a la “invitación” que primero se hizo a la prensa y luego por extensión a los colectivos de búsqueda para no solo no encontrar algo que les diera nota a los medios y respuestas a los familiares. Solo la desesperación, la angustia creciente y el coraje acumulado de las familias de los desaparecidos puede medianamente explicar el haber asistido a un sitio sin mayores vestigios de lo allí sucedido, irrumpir en tropel exponiendo a cualquier indicio si es que todavía existieran, incluso cavando y hurgando a estas alturas para ver si encontraban pruebas o el extremo de hallar cuerpos o partes de ellos. Y mientras los asesinatos, ajustes de cuentas, secuestros desapariciones ydelitos por doquier se multiplican en Oaxaca momentáneamente encubiertos en esta tragedia: ¿Por cuánto tiempo?
Gerardo Garfias Ruiz