Economía en sentido contrario: Banamex
A los ciudadanos mexicanos, a todos los que desean un mejor país, de paz social, libre, democrático, justo, competitivo, diverso y de respeto a la naturaleza, pensamos que es necesario constituir una alternativa de cara a la Cuarta Transformación, en los ámbitos de la política, de lo social, de la economía, de la demografía, de la ecología y de la administración pública, para la buena salud de la República. Pienso que México ha llegado a una situación que requiere de acciones profundas, individuales y colectivas. Después de más de doscientos años de nuestra Independencia Nacional, es justo reconocer, que la situación de nuestro México no es el mejor de los mundos, no es, lo que seguramente hubiesen esperado, nuestros primeros libertadores.
Nuestra situación es compleja, complicada, contradictoria, injusta, necesitamos hacer un alto reflexivo, comprensivo, prudente, colectivo.
Necesitamos definir, democráticamente, deliberativamente, los perfiles del México del futuro a partir del presente, con fundamentación en nuestra memoria histórica y colectiva.
Así, los libertadores de ayer nos legaron sendos Acuerdos en lo Fundamental que necesitamos consolidar a partir de un análisis serio y profundo.
Acuerdos que se desvirtuaron, se traicionaron, a través de los tiempos, por circunstancias, pero más por irresponsabilidad, por alejamiento del verdadero sentir del pueblo de México, por falta de sentido de nuestra ubicación en la historia de la humanidad.
Lo cierto es que nos perdimos en el tiempo. Nuestros antepasados libertadores nos habían marcado la ruta, México, nos indicaron, es una construcción colectiva, incluyente, “el Abrazo de Acatempan” lo simboliza.
No es una construcción a cargo de un solo hombre, de un sector, de una clase o de un partido. La idea de un México en construcción colectiva y democrática la asumimos los insurgentes de hoy, con responsabilidad y enorme convicción. También nos legaron principios políticos que debemos de asumir sin restricción alguna, principios que se han llamado: Acuerdos en lo Fundamental.
El primer Acuerdo implica, siempre, construir a México en las libertades, en las diversidades de sus pueblos y comunidades indígenas y no indígenas, a partir de ellas, buscar la justicia social para los menos afortunados de la vida.
No solo se trata garantizar la libertad de las personas, las libertades individuales, sino también las libertades colectivas, de todas las categorías sociales, formas de organizaciones, asociaciones entre mexicanos, las históricas como los pueblos originarios y afromexicanos, las de los trabajadores del campo y la ciudad, de los migrantes, del reconocimiento de una de las categorías sociales más importantes: las mujeres. De la importancia de los empresarios e inversionistas, así como de los hombres de ciencia, de la cultura y de las tecnologías.
Asumir la vigencia y la garantía de las libertades individuales y colectivas no es menor, hoy más que nunca la dependencia del ser humano hacia nuevas formas de dominación, de sujeción, de manipulación, es una realidad. No solo nos debemos asumir como libertarios de la nación, de nuestra comunidad política, sino de cada uno de los colectivos y de cada uno de los mexicanos.
Para hacer efectiva las libertades de los mexicanos, al asumir el poder político, no se debe entender a este poder como dominación, sino como servicio a la vida de cada mexicano, al servicio de cada palabra ciudadana y no al imperativo de la palabra del poder.
No se debe de plantear un nuevo proyecto moderno, desde la perspectiva de un grupo, sino desde la gente, desde los ciudadanos, desde aquellos que se les ha excluido del “nosotros” por el “ustedes”, fundamentalmente a los ciudadanos emprendedores, con iniciativa, aquellos negados por el actual régimen autoritario, sectario y populista.