Viuda del alcalde asesinado asume como presidenta de Copala, Guerrero
CIUDAD DE MÉXICO, 20 de junio de 2019.- Durante meses, en éste y otros espacios lo advertimos.
La intención del candidato y luego presidente Obrador es instaurar una dictadura que empezará con el regreso de la reelección presidencial.
Para lograr ese objetivo, Morena y López Obrador primero planean la destrucción de todo el sistema electoral que se construyó entre 1996 y 1997 y que hizo posible la alternancia en elecciones locales a partir de 1997 y en las presidenciales del año 2000.
Y fue tal el éxito del sistema electoral mexicano –sistema reconocido en todo el mundo y replicado en no pocos países–, que en julio de 2018 permitió la victoria de López Obrador y de su partido, Morena.
Es decir, hoy las elecciones mexicanas son transparentes, confiables, equitativas y no sólo garantizan el postulado maderista de “Sufragio Efectivo”, sino la alternancia y la pluralidad.
Sin embargo, la advertencia que hicimos durante años –que Obrador va por una dictadura que empezará con su reelección–, ya pasó de ser una lejana posibilidad hasta convertirse, hoy, en una contundente realidad.
Y si dudan ayer lo confirmó el propio López Obrador: “primero va la ratificación de mandato y luego los cambios electorales”, dijo.
¿Qué significa lo anterior?
En términos concretos se trata de una confesión de parte. Es decir, que López Obrador utilizará la “ratificación de mandato” como una orden ciudadana para continuar de manera indefinida en el cargo de presidente, una vez destruida la democracia mexicana.
Y los fanáticos lopistas podrán decir misa y montar groseras campañas en contra nuestra, pero hoy es realidad que el gobierno de Obrador intenta desaparecer la democracia; sus instituciones y la confianza ciudadana en el sufragio efectivo.
¿Y por qué Obrador atenta contra la democracia toda; contra el INE, la certeza, la equidad, la transparencia y certidumbre de los procesos electorales?
Porque el primer paso de López Obrador para matar la democracia mexicana será precisamente matar todo el sistema electoral –como hoy lo conocemos–, para luego regresar a los viejos tiempos en donde el PRI era capaz de mangonear las elecciones; tiempos en los que no se movía la hoja del árbol del Estado sin la voluntad presidencial.
En pocas palabras, Obrador y su claque –los partidos Morena, Panal y PT–, además de la complicidad y el papel de verdaderos enemigos de México y de la democracia –con diputados y senadores de esos partidos–, preparan el mayor magnicidio que se haya producido en México; la muerte de la democracia toda.
¿Recuerdan cuando el PRI de Luis Echeverría impuso al candidato López Portillo –que ya era presidente desde el momento de ser candidato–; recuerdan cuando el PRI de Miguel de la Madrid impuso a Carlos Salinas como presidente mediante la caída del sistema, a través de Manuel Bartlett?
Pues esos tiempos son el pasado al que López Obrador quiere llevar al país; tiempos en donde el presidente en turno mangoneaba los proceso electorales y decidía al sucesor.
Sin embargo existe un peligro mayor. ¿Cuál peligro?
Poca cosa, que el presidente mexicano prepara el escenario para una reelección indefinida, para instaurar una dictadura tropical al estilo de Cuba y Venezuela que empezará con el engaño de la “revocación de mandato”
Y el primer paso para lograr ese objetivo fue limpiar el camino de opositores reales. Por eso el crimen de Estado en Puebla. En efecto, como aquí lo dijimos, cada día son más las evidencias de que el gobierno federal de Morena acabó con la principal oposición a su proyecto reeleccionista.
Y ese grupo opositor era, nada más y nada menos, que el de Rafael Moreno Valle y Martha Érika Alonso, la gobernadora de Puebla. Fueron quitados del camino al quitarles la vida.
Luego sigue la destrucción del INE, de los Oples y del Consejo General. Para ese magnicidio –luego del crimen de Estado de Puebla–, López Obrador recurrirá al cuento del alto costo del sistema electoral mexicano. Y para convencer a los fanáticos empezarán carencias impensables, como las de energía eléctrica y muchas otras.
Es decir López Obrador y Morena –sus gobiernos y legisladores–, llevarán al país a una crisis tal que mucha gente creerá que la única salvación será la reelección indefinida de AMLO.
Es decir, asistimos al magnicidio perfecto; el crimen de la democracia mexicana toda.
Al tiempo.