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¿Un soldado en cada hijo?
Raúl Ávila | Oaxaqueñología
¡Excelente 2019 para tod@s! ¡Gracias a Quadratín por su hospitalidad!
OAXACA, Oax., 30 de diciembre de 2018.- Cada gobernante al asumir el cargo para el que fue electo despliega una estrategia orientada a afianzar su poder.
Lo hace mediante el uso de ciertos recursos en el marco de un sistema institucional y determinados contextos que le marcan límites y equilibrios.
En el caso del Presidente López Obrador, esa estrategia hasta ahora incluye de manera relevante los siguientes recursos: alta legitimidad de origen (30 m de votos) y estilo personal hiperactivo, coalición gobernante y aliados firmes no estructurados (Morena, PT, PES), gobernadores afines, y congresos –no firmes para mayorías calificadas–, finanzas –insuficientes–, redistribución –asistencialista urgente– y supervisión centralizada –super Secretaria de Hacienda y Super Delegados.
Si bien todos los recursos se hallan en disputa, en camino están al menos dos pares más bastante difíciles: medios y redes, y fiscalía y aparato represivo.
De esta ecuación deberían ser excluidos el Poder Judicial y los Órganos Constitucionales Autónomos (todos están ya interpelados vía finanzas, acuerdo y/o supervisión).
Sin embargo, la historia enseña que todos habrán de adaptarse (caso INEGI premiado con el mejor presupuesto y el reto de los censos 2019), desde luego en términos de sus respectivas estructuras, mandatos, coyunturas y ambientes en función del poder dominante (fuerte) y el contrapeso social (débil).
Sin embargo, en el sistema de gobernanza contemporáneo los actores internacionales (EU, Comisión y Corte Interamericana de Derechos Humanos) son variables intervinientes no manipulables (caso Trump/migrantes, o bien resoluciones sobre derechos humanos que frenaron, por lo pronto, la Guardia Nacional bajo mando militar).
En relación con estos tres importantes actores, seguramente se buscará concertación en lo posible.
Quedan los partidos y grandes poderes fácticos, lícitos e ilícitos.
Ahí están, por una parte, expresidentes poderosos y sus recursos, coaliciones y grupos empresariales, sindicales y hasta eclesiales.
Por la otra, operan los poderes de los carteles y el crimen organizado intra-nacional y transnacional.
Ninguno de ellos y nada es fácil. Al contrario, representan los mayores desafíos según se comienza a constatar.
Treinta años de un orden político y jurídico que la 4T propone relevar pasará por tres etapas: desestructuración, reordenamiento y consolidación del nuevo régimen, y no lo podrá demoler por completo.
Al contrario, absorberá algunos de sus legados.
Según la historia de estos procesos, consumirá más de un sexenio y enfrentará plazos fatales, contextos, circunstancias y adversarios cambiantes.
En relación con el sistema, la 4T no debería auto-deslegitimarse rebasando los límites de la Constitución y la Convención.
Sería grave y contraproducente: Ampliación de catálogo de delitos con prisión preventiva y Guardia Nacional son ejemplos indicativos. De allí que haber pospuesto esta última decisión luzca correcto.
En términos de contextos, por ahora se aprecia lo siguiente:
Economía y finanzas apenas se mantendrán (2% de PIB y 5.8 billones de presupuesto, pero con solo 10% de margen de maniobra, salvo un mejor precio del petróleo).
Los logros en redistribución serán incipientes aunque simbólicos (Ninis, adultos mayores, campesinos, etc), que deberían ser bien difundidos, pero enfrentarán agudas críticas.
En el sector seguridad y justicia, la historia reciente refleja que a cada acción corresponde casi de inmediato una reacción en un ambiente de comunidades sociales, policías, fiscales, jueces y cárceles disfuncionales.
En lo político, sin considerar el desenlace judicial de la alcaldía de Monterrey, en 2019 se viene la prueba de 4 elecciones locales (Aguascalientes, Baja California, Durango, Quintana Roo y Tamaulipas) más la extraordinaria de Puebla.
Cada elección, pero sobre todo esta última que no estaba en el escenario, se convertirá en campo de disputa y litigio, y de apelación moral.
El año 2019 se irá más rápido que el 2018 y será menos breve que el bienio 2020-2021. De allí las prisas.
La lógica de las elecciones intermedias de 2021 seguirá siendo de naturaleza plebiscitaria sobre la 4T y su líder, por lo que AMLO tratará de exhumar el fantasma de la derrota que debilitó a los 4 últimos presidentes (de Zedillo a Peña).
Allí llegarán los partidos, coaliciones y poderes fácticos a medir sus fuerzas. Entonces se sabrá si el Presidente López Obrador y su coalición gobernante fueron capaces de aumentar y aplicar sus recursos de gobierno y hasta qué punto avanzó su estrategia re-fundante del poder y la autoridad.
Ningún rey, príncipe o aspirante deberá olvidarlo: ningún futuro está garantizado.
Lo que ocurra hoy hará crecer espinas y frutos mañana, más tarde o más temprano.
La ciencia pragmática recomienda calcular bien los costos y beneficios considerando principios y propósitos irrenunciables.
Despacio que llevo prisa.