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OAXACA, Oax., 7 de octubre de 2016.- En la época prehispánica los mayas, mexicas, olmecas y tarascos eran los pueblos que navegaban en diversos cuerpos de agua, entre ellos el mar, un espacio importante para las sociedades mesoamericanas, porque los proveía de recursos, estaba relacionado con la fertilidad, y a su vez, era visto como una especie de inframundo, destacó la arqueóloga Mariana Favila Vázquez.
La investigadora del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) mencionó que los mayas realizaban una navegación costera conocida como de cabotaje, incluso, se adentraban en el mar se informa en un comunicado.
Diversos soportes como las estelas, pinturas murales y algunas crónicas dan cuenta de ello; sin embargo, con toda esta información, aún no se ha podido conocer a detalle cómo era embarcarse en la época prehispánica.
Mariana Favila, profesora del Seminario de Navegación Prehispánica de la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH), enfatizó que abordar un tema como el de la navegación prehispánica es complicado porque hay escasa evidencia arqueológica de la tecnología náutica que indique cómo se realizaba esta actividad.
“Al definir qué es la navegación prehispánica, se podría decir que sólo era una actividad de transporte o de traslado, pero realmente estaban involucrados diversos aspectos más allá del comercio o el tránsito”, afirmó la arqueóloga durante su participación en el Ciclo de Conferencias Cartografía y Navegación en Nueva España, organizado por el Instituto de Investigaciones Históricas de la UNAM.
Mesoamérica y el mar. Navegaciones prehispánicas en fuentes cartográficas es el nombre de la ponencia que dictó Favila Vázquez, en la cual subrayó que se trataba de una actividad que involucraba la apropiación de los medios acuáticos para el aprovechamiento de los recursos y productos provenientes de estos cuerpos de agua.
Dicha labor también tuvo implicaciones dentro del ámbito político y social, ya que las batallas fueron llevadas a ámbitos acuáticos, un ejemplo de ello es la última confrontación entre Cortés y los mexicas en 1521.
Mariana Favila señaló que la navegación era también una práctica sacralizada, porque ante el riesgo que implicaba introducirse en los cuerpos de agua, se realizaban ciertos rituales para pedir la protección de las deidades acuáticas.
Sobre la tecnología utilizada por los pueblos mesoamericanos para navegar, la especialista detalló que requería un conocimiento especializado de los cuerpos de agua, porque no era lo mismo navegar en un río, lago o en el mar. “Las cualidades hidrodinámicas que necesitan las embarcaciones fueron consideradas por las sociedades prehispánicas”.
No sólo se trataba de canoas monoxilas, talladas en un tronco de árbol con ciertas formas en sus extremos que presentan cualidades hidrodinámicas. Había, por ejemplo, diferencias entre la forma de la proa en una embarcación maya para mar abierto, a una que se utilizaba en el lago de Texcoco; sus métodos de propulsión eran remo o pértiga, también había otras embarcaciones como las balsas o piraguas.
“En Coatzacoalcos, Veracruz, el arqueólogo Alfredo Delgado, del Centro INAH Veracruz, encontró dos improntas de piraguas recubiertas de chapopote, pertenecientes probablemente al periodo Posclásico (1200-1519 d.C.) en esa región. Aunada a la canoa que se exhibe en la Sala Mexica del Museo Nacional de Antropología, que probablemente data del momento del contacto, son las únicas embarcaciones prehispánicas de las que se tiene registro”, señaló.
Hay poca evidencia arqueológica aun cuando en las crónicas Cortés mencionaba que había miles de embarcaciones. Se han encontrado representaciones de canoas hechas en cerámica, una de pequeñas dimensiones fue hallada en una ofrenda en la Zona Arqueológica de Tlatelolco.
Esta investigación de arqueología marítima de Favila Vázquez se apoyó en el concepto de paisaje marítimo cultural, ya que la navegación se concibe como una actividad que forma parte del proceso de construcción de un paisaje cultural, es decir, el despliegue de diversas estrategias que posibilitaron el control de un amplio espacio biogeográfico y social, a través del desplazamiento por agua y por tierra.
Las zonas de geografía de transporte se divide en tres: la línea costera, la costa y tierra adentro; en cada una de ellas existían distintos tipos de tecnología náutica.
Además, la investigadora organizó un corpus general de mapas tanto europeos como los producidos en el Nuevo Mundo, que permitieran contrastar si los ríos ya identificados en la época prehispánica como navegables, habían sido recorridos en la época colonial.
La arqueóloga del INAH tomó a las sierras de San Martín Tuxtla, San Martín Pajapan y Santa Marta, en Veracruz, como región de estudio. En este territorio conocido como Los Tuxtlas, donde los volcanes fueron punto de ubicación para los navegantes europeos desde su llegada, era una zona estratégica para el contrabando de cacao, algodón y sal, entre otros productos, por su cercanía al puerto y por estar rodeada de ríos que desembocaban en la laguna de Sontecomapan, por la que embarcaciones de menor calado podrían introducir contrabando al Nuevo Mundo.
A partir de su interés sobre cómo se plasmaron los rasgos de estos paisajes en los mapas de cartógrafos europeos, y si tendrían que ver con el hecho de que estos lugares también fueron importantes en la época prehispánica, Mariana Favila comentó que el resultado de esta “fusión cartográfica” fue el posible acoplamiento entre la navegación indígena y europea, que sirve para aproximarse a una explicación de cómo era esta actividad en tiempos prehispánicos.
Para la investigadora del INAH toda esta red terrestre, fluvial, lacustre, costera y marítima, tuvo que haber operado como un sistema de conectividad, que implicó el uso de ciertas tecnologías de transporte y de ciertos puntos nodales sobre el territorio, que permitieron la comunicación y facilitaron el intercambio entre las costas y las diversas regiones de tierra adentro en Mesoamérica y, posteriormente, en la Nueva España.
El ciclo de conferencias se realiza los martes de octubre de 17 a 19 horas, en el Salón de Actos del Instituto de Investigaciones Históricas de la UNAM.