Llora, el país amado…
GUERRERO, 11 de diciembre de 2017.- No habrá ninguna sorpresa en el hecho de que Ricardo Anaya Cortés sea el candidato presidencial de la coalición Por México al Frente. No solo porque así lo anticipaba la supremacía electoral del PAN y la debilidad del PRD y Movimiento Ciudadano, sino también por la habilidad desarrollada por el ex dirigente panista para sacudirse uno a uno a sus adversarios internos y externos, empezando por Margarita Zavala y Felipe Calderón, que observan con amargura los acontecimientos políticos inéditos en el país.
Miguel Ángel Mancera se creyó capaz de engañar a la diferencia de fuerzas entre el PRD y el PAN, pero al final la realidad lo arrolló. La principal motivación del PRD para aliarse con el PAN era su sobrevivencia, y en esas condiciones resultaba iluso pretender que Mancera podría imponerse.
Aparentemente, ante la evidencia de que no podría ser el candidato presidencial frentista, el jefe del Gobierno de la Ciudad de México tuvo la intención de fracturar la coalición, una tarea en la que el PRI fracasó, pero ni siquiera eso pudo conseguir. Fuera del discurso, todas las corrientes perredistas sabían que el único camino que les quedaba para figurar en el 2018 era esa alianza que les garantiza un capital electoral nada desdeñable.
Con el registro de Andrés Manuel López Obrador como precandidato de Morena este martes 12, quedará prácticamente definida la boleta electoral del próximo año, y ahora sí las encuestas cobrarán mayor sentido. Lo que se espera es que se consolide lo que los sondeos de noviembre anticipaban, una elección de tres grandes bloques, quizás cuatro si avanza alguno de los dos independientes que tienen posibilidades, Jaime Rodríguez y Margarita Zavala.
Sin necesidad de mencionar datos, las encuestas mantienen hasta ahora como puntero a López Obrador y Morena, en segundo lugar a Anaya y el Frente, y en tercer lugar a José Antonio Meade y el PRI. El supuesto de que una vez destapado el candidato del PRI comenzaría a subir en las encuestas no parece cumplirse quince días después de que Meade fuera habilitado como aspirante externo. Quién sabe si más adelante Meade logre el repunte que el PRI y el gobierno de Enrique Peña Nieto esperan para polarizar la elección contra López Obrador, pero lo más probable es que esa polarización se produzca con Anaya y el Frente.
Anaya asume la precandidatura en condiciones de fuerte presencia pública. Durante los meses anteriores, en su afán de impedir su candidatura y la constitución misma del Frente, el PRI lo atacó hasta el cansancio y el resultado fue que Anaya adquirió mayor notoriedad y un claro perfil opositor. Pero el PAN y el PRD no van contra el PRI sino contra Morena, igual que el PRI.
El mejor argumento del que dispone Anaya para lograr su objetivo de antagonizar con López Obrador es su propuesta del ingreso básico universal, una propuesta más próxima a la izquierda que a la derecha y que habría sido más natural que planteara el precandidato de Morena.
Esa propuesta consiste en que los ciudadanos reciban una suma de dinero suficiente para vivir, una especie de salario básico garantizado por el gobierno. Anaya dijo ayer que el ingreso básico universal “es el mejor mecanismo contra la pobreza, reduce la desigualdad, elimina la trampa de la pobreza, elimina los gastos burocráticos, elimina la política clientelar”. Es cierto, y seguramente el planteamiento le atraerá muchos votos. Le ayuda a Anaya, y mucho, la ruptura con Calderón, cuyo gobierno y el saldo de la guerra contra el narcotráfico son un lastre para el PAN. Lo mismo que el choque que ha mantenido con el gobierno de Peña Nieto y el PRI en el Congreso.
Ángel Aguirre, por el Frente
La propuesta del PRD para ser candidato a una diputación federal por la coalición Por México al Frente en la Costa Chica de Guerrero es el ex gobernador Ángel Aguirre Rivero.
Para justificar esta designación, la ex secretaria general del PRD y aspirante a senadora por Guerrero, Beatriz Mojica Morga, dijo que el caso de la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa fue manipulado para inculpar a su partido y al gobierno de Aguirre. Obviamente no es así y la dirigente perredista miente.
Aguirre Rivero tiene no solo responsabilidad política en el ataque contra los estudiantes, sino posiblemente penal. El ex gobernador se beneficia del pacto de silencio e impunidad que suele proteger a políticos y gobernantes, por el cual nunca son investigados.
Que el PRD rehabilite electoralmente a Ángel Aguirre pese al caso Iguala es una prueba de las complicidades que continúan intactas en el ámbito del poder, y de la profundidad que ha alcanzado la pudrición que sufre ese partido.
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