Economía en sentido contrario: Banamex
OAXACA, Oax. 3 de mayo de 2020.- La famosa iniciativa que el Presidente López Obrador envió al Congreso de la Unión y que le faculta para modificar el presupuesto de egresos ante la declaración de una emergencia económica o sanitaria como la que padecemos, no es descabellada.
Incluso antes de las modificaciones que se realizaron a la misma en un afán de “suavizarla”, la iniciativa estaba, desde mi óptica suficientemente justificada.
Bien sabido es que existen facultades expresamente reservadas al Poder Legislativo, entre las cuales están las que atañen a lo presupuestal e impositivo.
Pero también es cierto que existen excepciones en la misma Constitución tratándose, por ejemplo, del comercio exterior (segundo párrafo del art. 131 constitucional) en que el Congreso de la Unión otorga al Poder Ejecutivo facultades para modificar o suprimir cuotas expedidas por el propio Congreso en la Ley del Impuesto General de Importación y Exportación y para crear otras, así como para restringir y prohibir importaciones, exportaciones y el tránsito de productos, cuando lo estime “urgente”.
Nada tendría entonces de extraordinario el otorgamiento de facultades al Presidente de la República en materia de gasto público en medio de una emergencia.
Simple y sencillamente, el Presidente sigue cosechando parte de lo que insiste en sembrar.
Cosecha desconfianza, mucha desconfianza.
Lo que el Presidente ha sembrado no pervivirá solo en los jardines del Palacio Nacional, sino en el genoma de nuestro sistema político.
López Obrador se sigue rehusando, a un alto costo, a ser Presidente. No sabe cómo. Se preparó toda su vida para ganar la Presidencia, pero no para ser Presidente.
Seguimos teniendo un candidato en la silla presidencial y ello explica el grado de caos que impera en el gobierno y en el sistema político.
Solo sus incondicionales conciben la tarea presidencial como él. Quisieran que todo fuera posible por la sola voluntad del Presidente, sin estorbos, sin obstáculos.
Así son entendidos los pesos y contrapesos. El único equilibrio posible es el de una sola persona.
Y ello afecta gravemente los planes del obradorismo. Lo único que nunca estuvo en los planes del Presidente fue el coronavirus. Por ello su necia insistencia en sus inicios a negarlo, a subestimarlo.
La Covid 19 lo puso en el centro de una crisis que, desde luego, no supo ni sabe cómo manejar.
Hay crisis que solo están hechas para estadistas. A muchos sorprendió que haya delegado la vocería de un tema tan delicado, y que iba más allá del médico, al Dr. Gatell.
A mí, no. El hecho de que ni el propio secretario de salud se haya hecho personalmente cargo desnuda a la 4T.
Está infestada de incompetentes en sus más altos niveles. Hoy Gatell es un día héroe y otro villano; un día soldado contra la pandemia y al siguiente, un rockstar de portada de revista.
Ello molestó, desde luego, al Presidente. En el México de hoy solo cabe un rockstar.
Mientras los servidores públicos de medio pelo hacen lo que pueden frente a la emergencia, el Jefe de Estado sigue sembrando. Siembra “árboles flor” en Palacio Nacional y sigue sembrando discordia día con día.
Hoy el Presidente debe estar muy enojado. Enojado por primera vez con el destino después de haberlo perdonado por sus pasadas derrotas. Un legislador, uno solo le hizo falta para que su iniciativa prosperara.
Todos sus 13 opositores en la Comisión Permanente le dijeron “NO”. Ni uno solo se quiso corromper. Y eso ya es decir. Mario Delgado, su operador fallido, mejor se hubiera quedado callado.
En sus redes sociales escribió: “En reunión con la Presidenta del Senado, Mónica Fernández Balboa realizamos una consulta telefónica a Hugo López-Gatell y su recomendación primaria es no realizar sesiones extraordinarias en las próximas dos semanas, dado que será el pico de la epidemia. Atenderemos su recomendación”.
A este paso, no sería extraño ver al Dr. Gatell palomeando las listas de candidatos para 2021.
Por lo pronto el Presidente se queda sin poder meter el cuerpo completo en el presupuesto.
@MoisesMolina