Paloma Sánchez-Garnica, premio Planeta 2024, y Beatriz Serrano, finalista
OAXACA, Oax. 18 de septiembre de 2019.- La belleza es subjetiva, y como en el caso del maestro Fernando Andriacci, también incomprendida.
Su obra, admirada por otros públicos, está vetada en los espacios públicos de la ciudad de Oaxaca. Hay un Oaxaca en el que es más fácil instalar un puesto ambulante, que otorgar espacios para el arte.
Cualquiera que este sea. Sí, en el arte no hay uniformidad, solo debiera haber libertad. Puede que para unos, alguna obra sea hermosa, otros desde su perspectiva dirán que es horrible, algunos quizá ni siquiera sentirán nada, eso es más triste.
Triste cuando se niega a la población el conocimiento de esta creación y se deja, como parte de sus libertades, que decida qué le gusta y qué no.
Fernando Andriacci ha resistido los embates, sus manos siguen explorando la pintura, la cerámica, distintos materiales de los que obtiene obras excepcionales.
Este miércoles en Oaxaca, el equipo del maestro Andriacci retiró La Libélula, que es el nombre de esta escultura monumental, para tratar de repararla, darle el mantenimiento adeacuado y esperar a encontrar un espacio donde su obra sea admirada.
Todavía quedan, en El Tule y el Aeropuerto Internacional Benito Juárez de Xoxocotlán algunas obras del maestro, al igual que en Salina Cruz.
En la ciudad de Oaxaca hay cinco obras incautadas: el camello que habían situado en Cinco Señores, el león que estaba en el Paseo Juárez El Llano, el elefantito de colores y un elefante de bronce que estaban en la Alameda y la mujer con reboso colocada en la Fuente de las Ocho Regiones.
Mientras la obra del maestro Andriacci se deteriora en un corralón junto a vehículos chatarra, la cultura en Oaxaca pierde, lo que se niega no es un espacio, es la posibilidad de que la gente, la que transita en las calles, desde un autobús de transporte público, pueda apreciar esta obra.
Para el maestro Fernando Andriacci (Cuicatlán 1972), Oaxaca es una ciudad de artistas y reflexiona: gente de todas las latitudes viene a conocer su historia, su cultura, si cada uno de estos artistas pudiera colocar, en forma provisional, una obra suya, daría oportunidad de que más gente la conozca y sienta el orgullo de una entidad tan rica como la nuestra.
Una de sus obras estuvo colocada en el centro habitacional que la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) rehabilitó en Ciudad Ixtepec, ya que los mandos del Ejército consideraron que daría luz a este espacio, una pincelada de color en medio de la tragedia.
También en Estado de México, Monterrey, Nueva York y otras ciudades del extranjero han estado exhibidas sus obras, pero en la ciudad de Oaxaca, su belleza es incomprendida, callada, casi perseguida.
Un mito, la pugna con Toledo
El maestro Andriacci asegura que nunca hubo tal pugna entre él y el maestro Francisco Toledo.
“Nunca hubo tal pugna”, comentó a Quadratín al ser consultado sobre el destino que tendrá La libélula.
De Francisco Toledo, reconoce que por él mucha gente llegó a otros pintores. “Venían a buscar a Toledo y encontraban a Hernández, a Andriacci, a Rojas”, comentó.
Toledo aparece y la infinidad de nombres para los que buscan el arte aparece, ya cada quien elige lo que más le gusta, dijo.
Andriacci se ha distinguido por un estilo propio, lúdico, con figuras de animales y de naturaleza, pero distintas, opuestas incluso, a la obra del maestro Toledo.
“Son diferentes trabajos, técnicas, y cada uno ha ido desarrollando y creciendo en su técnica, el nivel del maestro Toledo es inmenso, pero de él se aprende a seguir creando, crear y crear y mejorar”, expuso el maestro.
Recordó que en una ocasión, una pareja visitó su taller y tenía un diferendo, el señor prefería Toledo, la dama, Andriacci, al final ambos adquirieron obra de su favorito. Esa es la riqueza de Oaxaca, la oferta prolífica de creaciones que en ocasiones solo queda reducido a quienes tienen posibilidades de tenerla.
Junto con el sueño de divulgar la cultura, Fernando Andriacci trabaja en nuevas propuestas, con artesanos de Teotitlán.
Además, y aunque no le guste que se diga, también tiene causa. El maestro Andriacci ha apoyado a niños con parálisis cerebral en Monterrey; a los niños con cáncer en Puebla, al hospital de oncología en Querétero, y a otras instituciones más donde sus generosas donaciones han permitido apoyar a quienes menos tienen.