Día 21. No maten al mensajero; prensa sin seguridad democrática
GUERRERO, 8 de enero de 2018.- Es posible que para este momento ya esté muerta la precandidatura del ex gobernador de Guerrero, Ángel Aguirre Rivero, para la diputación federal de la coalición Por México al Frente en el distrito 8 de la Costa Chica de ese estado.
Muy sensatamente, la frenó la semana pasada el precandidato presidencial del PAN, Ricardo Anaya, después del escándalo que se desató el 27 de diciembre en Ayutla, cuando los padres de los 43 normalistas desaparecidos boicotearon el primer acto de precampaña que quiso realizar Aguirre.
Este incidente puso de manifiesto que la repulsa que suscita el ex gobernador es real, y que la pretensión del PRD de imponerlo como candidato de la coalición es una necedad que sólo atenta contra la imagen progresista que esta alianza de partidos busca cultivar.
Eso habíamos escrito este domingo para esta columna, antes de que por la noche el propio Aguirre hiciera público su desistimiento. Sin embargo, la fallida postulación de Aguirre por parte del PRD exhibe otra vez la falta de sensibilidad y escrúpulos de este partido.
La candidatura de Aguirre fue impulsada y defendida por la estructura que dirige el PRD en Guerrero, dominada principalmente por dos grupos: el del propio Aguirre y el de Beatriz Mojica Morga, ex secretaria de Desarrollo Social en el gobierno aguirrista, ex candidata al gobierno de Guerrero, ex secretaria general del CEN y hoy precandidata perredista al Senado.
En noviembre, cuando se supo que Aguirre pretendía ser candidato del PRD a diputado federal, los padres de los 43 normalistas desaparecidos manifestaron su indignación por las intenciones del ex gobernador y advirtieron que se presentarían en todos los actos públicos que realizara, con el objetivo de impedir que alcanzara su propósito.
Como es sabido, sobre Ángel Aguirre pesa responsabilidad en los hechos en los que la noche del 26 de septiembre de 2014 desaparecieron los 43 estudiantes de la Normal de Ayotzinapa, aunque hasta ahora no ha sido investigado. Uno de los argumentos esgrimidos por el PRD para defender la candidatura del ex gobernador es que no está acusado de ningún delito por ese caso y por lo tanto sus derechos políticos están intactos. Eso han dicho y repetido desde hace meses algunos dirigentes de ese partido, encabezados en esa cruzada por Mojica Morga.
Pero eso es como querer tapar la realidad con un dedo como se hace con el sol, pues aun cuando Ángel Aguirre esté protegido por el sistema político y no enfrente cargos legales por el repugnante ataque contra los estudiantes, la responsabilidad política de los hechos ocurridos en Iguala es toda suya y también del PRD, partido que colocó a José Luis Abarca en la presidencia municipal de Iguala.
Sin respeto por los hechos ni moderación alguna, Mojica Morga ha expresado que el caso de los 43 normalistas de Ayotzinapa fue manipulado para inculpar a su partido y al gobierno de Aguirre. Esa forma de cerrar los ojos y hermanarse con el ex gobernador llevó al PRD a incurrir en este acto de traición hacia los padres de los 43 normalistas, que desde el principio han exigido –y en ello tienen el respaldo de la opinión pública– que Aguirre sea investigado.
Con la conciencia de que es protegido por el sistema de complicidades que suele activarse alrededor de los políticos que a su vez protegen o han protegido a otros políticos, Ángel Aguirre dio el 22 de diciembre una conferencia de prensa en su casa de Ometepec, donde alardeó de sus aspiraciones.
Explicó que quería contender por el distrito 8 para seguir ayudando a sus paisanos por cuestiones afectivas: “es por amor, por un sentimiento muy especial hacia Costa Chica”, dijo. Disfrazaba la verdad de las cosas, pues lo que Aguirre buscaba era obtener fuero legislativo para mantenerse lejos del brazo de la justicia, no solo por el caso de los estudiantes desaparecidos, sino también por el desorden financiero en que entregó el gobierno de Guerrero y los expedientes que involucran a uno de sus hermanos, que ya estuvo en prisión en el 2015 por desvío de recursos.
Esto ya no ocurrirá, pero de mantener la precandidatura de Aguirre, el PRD habría entrado en choque frontal con el movimiento de los padres de los 43 normalistas, lo que habría puesto en riesgo a la coalición Por México al Frente y la candidatura presidencial de Anaya. Hace tiempo que Ángel Aguirre es un lastre, y el único que no quiere entenderlo es el PRD. Tampoco lo asimiló ahora. Lo obligaron.
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