Llora, el país amado…
OAXACA, Oax., 17 de marzo de 2019.- Creo que es un deber de cada persona y de todo gobierno anticiparse al futuro, no es permisible que todo sea incertidumbre en nuestras vidas y en el ejercicio y acción de los gobiernos.
Esto es así porque la velocidad de cambio son increíbles, cada vez más la vida social se vuelve más compleja y difícil de manejar.
No es posible que en nuestra vida personal y la acción de los gobiernos se desarrolle en contingencias. Nosotros y los gobiernos vivimos al día sin importarnos mucho lo que puede suceder en tres, seis, veinte o cincuenta años, pensamos que siempre habrá manera que se les arreglen los que vienen, como nosotros lo hemos hecho.
Pues no, necesitamos anticiparnos al futuro y que los gobiernos hagan lo mismo, necesitamos de la herramienta de la planeación, no solo programar acciones sino que también formular qué modelo de sociedad y gobierno futuro queremos.
Hacer las cosas pertinentes hoy para alcanzar un paradigma, un modelo de vida futura pues. Para alcanzar este objetivo, necesitamos de un buen planteamiento del problema, si esto no lo hacemos bien, estamos condenados al fracaso, decía el viejo Marx que un buen planteamiento del problema es la mitad de la solución, demos pues un gran avance a nuestro futuro y el futuro de nuestro gobierno.
El Presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, ha sido enfático al sostener que el principal problema de México es la corrupción.
Que este mal se ha enquistado en toda la estructura y funcionamiento de los gobiernos, que incluso es ya un fenómeno social, económico y cultural, no solamente un fenómeno administrativo.
Sostiene que resolviendo este problema, se tendrá crecimiento económico, paz social, se aminará la desigualdad, habrá menos pobres, seremos más productivos y competitivos en las relaciones económicas del mundo, en suma, sin corrupción, seremos una potencia mundial y una sociedad semejante a los países nórdicos, es decir, buscamos ser una sociedad socialdemócrata en un contexto capitalista.
Estamos de acuerdo con este planteamiento del problema por parte del Presidente, la corrupción es ya un cáncer que es necesario aplicarle remedios drásticos, pues se ha convertido en institucional, está en las normas, procedimientos, acciones, elaciones gubernamentales e intergubernamentales.
Si esto es así, es conveniente que en la planeación de nuestro desarrollo el combate a la corrupción sea el eje en que gire la acción gubernamental federal, estatal y municipal. Si esto no es así, la estrategia del Presidente irá por un lado mientras que su aparato público tendrá otro camino.
De esta manera, el combate a la corrupción es un medio, un recurso, para alcanzar crecimiento y desarrollo económico, disminuir la desigualdad y la pobreza, disminuir la inseguridad pública y acabar con el crimen organizado, encontrar la paz y armonía social. En el Plan Nacional de Desarrollo el combate a la corrupción deberá su eje central y transversal.
Así como se tiene un organismo independiente y autónomo para medir y evaluar la política social, deberá haber un organismo semejante para medir y evaluar el combate a la corrupción, la Secretaría de la Función Pública y el Instituto de Transparencia no son suficientes, se necesita un organismo de mayor envergadura en cuyo consejo directivo estén los organismos pertinentes, la representación de los ciudadanos y de personajes probos y honestos.
El Sistema Nacional Anticorrupción ha sido rebasado por la gravedad del problema.
El combate a la corrupción como eje central del PND además de lo expuesto, se deberá cambiar, modificar, transformar, las acciones y modos de operar la diversidad de instituciones que producen y reproducen la institucionalización de la corrupción.
Se debe empezar por la educación, el sistema educativo, además de sus contenidos que fomentan valores que contribuyen a la corrupción, su organización y funcionamiento es altamente corruptivo.
El sistema de impartición de justicia es otro caso grave de corrupción. En el sistema de certeza jurídica a la propiedad es un caso más de corrupción. Las relaciones económicas se basan en el intercambio de corrupción.
La función pública está muy lejos de actuar bajo las reglas de la ética pública. La libertad de prensa y de pensamiento sigue líneas basadas en la corrupción, lo más grave, nuestro sistema electoral se maneja a partir de relaciones corruptas, de igual manera, en nuestro quehacer legislativo.
Por lo anterior, se debe plantear como prioritario el cambio de régimen, es decir, un nuevo régimen político, jurídico, económico y social fuera de los contenidos de la corrupción.
Desgraciadamente la corrupción en México tiene carácter institucional, combatirla se necesita de una verdadera revolución, de esto no tenemos duda alguna.
La Cuarta Transformación tiene por contenido y sustento: lograr una sociedad ética, justa, libertaria y democrática, a partir de la extinción de la corrupción, de este objetivo no puede olvidar el Plan Nacional de Desarrollo que debe además ser un Plan de Izquierda, con consulta a los ciudadanos y si los gobernantes no cumplen, que se vayan antes.