Economía en sentido contrario: Banamex
Para las niñas, niños y jóvenes, su salud socioemocional es consustancial a su bienestar, al libre desarrollo de su personalidad y les es indispensable para poder ejercer su constitucional derecho a aprender.
Lo anterior no es una simple opinión ni un cliché, sino que ya se ha demostrado con piezas de evidencia, construidas mediante el método científico. Mexicanos Primero, organización de la sociedad civil que desde hace 16 años defiende el derecho a aprender de la niñez y juventud en la nación, presentó esta semana un estudio, denominado “Aprender a estar bien, estar bien para aprender”, único en su tipo hasta el momento, en el cual se visibiliza y coloca en agenda pública la situación socioemocional de las generaciones en formación y la estrecha correlación que guarda con el aprendizaje. Lo anterior, a través de la revisión del estado que guarda la situación mencionada y las políticas públicas que se encuentran en vigor, las cuales pudieran incidir en torno a ella, así como un diseño metodológico que conllevó recolección de información in situ.
El informe recientemente presentado forma parte de una investigación más amplia, realizada en campo, casa por casa durante 2021, cuyos resultados en materia de aprendizaje y de situaciones socioeconómicas, así como de conectividad se presentaron el año pasado.
La evidencia de cómo la situación socioemocional afecta al aprendizaje de las niñas, niños y jóvenes en México se presenta en el estudio, descargable en www.mexicanosprimero.org, en donde se demuestran tanto los estragos del confinamiento, del miedo, la depresión, la ansiedad y la violencia como los beneficios de la convivencia sana para el aprendizaje de los estudiantes que participaron en el estudio.
Como un ejemplo, en la muestra tomada en campo, los niveles de tristeza de las niñas, niños y jóvenes encuestados resultaron ser inversamente proporcionales a los resultados educativos en comprensión lectora, así como en matemáticas. Es importante subrayar, que, aunque el estudio está lleno de datos duros y piezas de evidencia, el objetivo del reporte es sensibilizar enfáticamente que, las generaciones en formación, representadas por los sujetos de estudio, mucho más que fríos integrantes de estadísticas son seres humanos en formación: niñas, niños y jóvenes cuyos destinos, sueños y aspiraciones están estrechamente involucrados con sus maestros y sus familias, pero dependen de las políticas públicas que para tales efectos se diseñen, presupuesten y ejecuten, estando su situación socioemocional, sus oportunidades de bienestar y movilidad social en manos del gobierno.
Mientras tanto, en total contrasentido a la manifiesta urgencia sistémica, la atención gubernamental para mejorar la convivencia escolar ha decaído sensiblemente durante los últimos años, reportándose inversión nula en los programas federales diseñados para tales efectos, que iniciaron en 2007, pero desde el ejercicio 2021 a la fecha no reciben suficiencia presupuestal.
Los efectos de las condiciones terribles en materia socioemocional responden a la presencia de una gran cantidad de factores de riesgo, de acuerdo con el diagnóstico presentado en el estudio, como son los delitos que afectan a las familias, clasificados así por la Comisión Nacional de Seguridad, de entre los cuales, los más cruentos tienen que ver con homicidios, lesiones, delitos sexuales, secuestros, violencia de pareja, doméstica o familiar, así como la discriminación, reportándose por niñas, niños y jóvenes su padecimiento en estudios públicos hechos al respecto. Estas violencias afectan anualmente hasta a 2 millones de mexicanos.
En materia de condiciones personales, también existen múltiples factores de riesgo, como la pobreza y la pobreza extrema, la hipertensión, la diabetes, la discapacidad, las adicciones, el padecimiento de accidentes, el trabajo peligroso, extenuante, ilegal y la explotación infantil, los divorcios, los fallecimientos, los accidentes de tránsito y los embarazos juveniles, entre otros. Hasta 3.3 millones de niñas, niños y jóvenes son víctimas de esta clase de circunstancias, tanto en sus hogares como en sus escuelas, espacios que deberían ser por definición, seguros y libres de violencia.
En cuanto al impacto en la vida de las personas de estos factores de riesgo socioemocional, se observa una alta y creciente incidencia de trastornos alimenticios y obesidad, un número creciente de personas, especialmente niños y jóvenes en situación de depresión, tristeza crónica, trastornos afectivos, ideación suicida e intentos de suicidio, ansiedad y violencia escolar entre pares. El estudio brinda una amplia hoja de datos al respecto, donde se puede dar seguimiento a cada uno de los temas mencionados, ya que está construida con indicadores provenientes de fuentes públicas confiables.
Si bien, muchos de estos indicadores son cruentos y dantescos, con la lectura del estudio queda de manifiesto que la mejor actuación posible al respecto de estos flagelos socioemocionales es de carácter profiláctico y debe intervenirse preventivamente con las niñas, niños y jóvenes desde las escuelas, estrechamente vinculados con las familias, con la participación responsable de los trabajadores de la educación, de expertos y autoridades educativas. Propiamente, en el estudio se menciona que el 83 por ciento de los diagnósticos revisados identifican a las comunidades educativas como el espacio donde se debe incidir anticipatoriamente para evitar cunda la problemática ya descrita.
Particularmente, de las variables analizadas en los estudiantes que participaron en la muestra, se concluyó que las emociones tienen correlación tanto con la escuela, como con el aprendizaje, encontrándose dos emociones especialmente relevantes en esta relación: la tristeza y la autoimagen. Demostradamente, cuando disminuye la tristeza o mejora la autoimagen, los estudiantes obtienen mejores resultados en las pruebas de aprendizaje. Este resultado, más que resultar una afirmación categórica basada en evidencias, tiene como objetivo provocar una amplia, abierta y productiva discusión sobre la situación socioemocional de la niñez y juventud en México, la cual a su vez debe devenir en un debate público sobre políticas públicas inherentes al tema, para analizar y evaluar las acciones gubernamentales vigentes, para detectar las áreas de oportunidad, diseñar nuevas medidas, pilotarlas, ejecutarlas y someterlas a procesos de mejora continua, conformándoles sus respectivos marcos normativos, presupuestarios y de gobernanza, para impulsar su pertinencia, su efectividad, legitimidad, facilidad de implantación y la trazabilidad de los resultados alcanzados.
Particularmente, este estudio abre camino para una conversación amplia y estrecha con los agentes educativos comunitarios: estudiantes, maestros y sus familias. La ruta de sanación socioemocional de las comunidades escolares debe contemplar la escucha activa entre sus integrantes como una nueva forma de estar, aprender, convivir y participar en las escuelas.
De acuerdo con los resultados del estudio, hay cuatro grandes tareas por atender:
La presentación de este estudio constituye un intrínseco llamado a la acción a las autoridades educativas, tanto las federales como las estatales, para que, en ejercicio pleno de sus atribuciones constitucionales, cumplan con el deber de diagnosticar la situación socioemocional que guardan cada uno de los estudiantes, así como sus maestros y sus respectivas familias, para poder incidir en su bienestar socioemocional y, por ende, en un ejercicio más pleno de su derecho a aprender.
Si bien es cierto que, por definición, las causas que abraza la sociedad civil organizada, por naturaleza, siempre van delante de las acciones gubernamentales, en esta ocasión en particular Mexicanos Primero incide en un tema que ha estado olvidado durante muchos años y al menos un doloroso trienio desde que el confinamiento agudizó las circunstancias que padecen las niñas, niños y jóvenes en México y que, como se demuestra en “Aprender a Estar Bien”, generan consecuencias de alto impacto en el ejercicio del derecho a aprender.
Es momento de que las autoridades ejerzan sus responsabilidades públicas y aprovechen el estudio presentado para que le brinden seguimiento y solución a un tema largamente procrastinado, el cual merece atención integral durante todas las trayectorias educativas de cada niña, niño o joven en
México. Por supuesto, impulsar la conversación pública al respecto de la importancia de los aspectos socioemocionales en la formación integral de las infancias y juventudes está a nuestro alcance.
Amable lector, le invito a leer el estudio y a meditar los hallazgos que en él se muestran, así como las implicaciones que puede tener atender la problemática e impulsar las recomendaciones propuestas. La conversación también la impulsamos nosotros. Los adultos, ciudadanos y políticos, funcionarios, académicos, magisterio y padres de familia, desde nuestro respectivo ámbito de responsabilidad y competencia debemos aprenderlo de una buena vez por todas: tenemos un alto deber con las niñas, niños y jóvenes, de lograr que se sientan bien para que aprendan mejor. Por ende, debemos garantizar las mejores condiciones para que así suceda.
Sus comentarios son bienvenidos en [email protected] y en Twitter en @Erik_Aviles
*Doctor en ciencias del desarrollo regional y director fundador de Mexicanos Primero capítulo Michoacán, A.C.