Paloma Sánchez-Garnica, premio Planeta 2024, y Beatriz Serrano, finalista
OAXACA, Oax. 12 de septiembre de 2022.- Las golondrinas suelen emigrar hacia el sur y en esta ocasión encontraron hogar en 25 obras que el artista plástico Miguel Angel Charis presentó en la exposición Aroma de golondrinas (Xho’ca bitindi) en la Galería de los Cien en el centro histórico de la ciudad de Oaxaca de Juárez.
En estos cuadros cargados de nostalgia por lo que se ha ido, también se plasma la esperanza de un regreso como aquellas golondrinas que revoloteaban cada otoño en los campos juchitecos en dónde ahora solo hay árboles de ramas secas.
“Las ramas están secas pero los árboles tienen raíces y pueden florecer”; dice el maestro Charis quien utiliza diversos tonos de azul o gris para mostrar la tristeza por el pasado pero admite que en la tristeza de un día gris, puede estar encerrada la alegría.
Así lo siente y lo plasma el pintor juchiteco entregado de tiempo completo a la creación de su mundo en el que abundan iguanas, nenúfares, rostros de mujeres de ojos entornados o tristes pero esperanzados, de mujeres que tocan el violín y saben mover las piezas del tablero cotidiano de la vida.
A ellas dedica Charis esta colección enfocada en la naturaleza cambiante de nuestro tiempo, sin olvidar su raíz ni su lengua, de ahí que las obras se nombran en zapoteco y la mujer istmeña se hace presente.
Y ahí está la poeta Natalia Toledo que señala que Charis siente nostalgia por las bitindi ruu’nda ruaa’ yoo’ (las golondrinas que cantaban en los tejados de las casas juchitecas) “por ese cuerpo que eran las casas del Istmo que colapsaron por el gran sismo que nos cimbró en 2017 y sus miles de réplicas, las casas que hablaban zapoteco” .
Y la peota y diseñadora juchiteca encuentra en la pintura de Miguel Ángel Charis ecos de Marc Chagall y su violinista tocando como cientos de bitindi sobre los tejados de Bielorrusia, solo que aquí se trata de una juchiteca violinista en vez de pájaros, aquí no es el surrealismo, es el sur realismo, un ojo que ve el alma de las cosas como Marcel Duchamp el tablero y sus máscaras”.
Y de él refiere el también poeta ixtaltepecano Esteban Ríos quien señala que las imágenes de la región istmeña “se vuelven cuadro sólido de los pinceles de un pintor con manos de nube y ojos de horizonte”.
Charis ha dado un paso más en su larga carrera como pintor, iniciada en la década de los ochenta al amparo de la Casa de la Cultura, esa creada por Francisco Toledo en su natal Juchitán y que promoviera con tanto afán el maestro Macario Matus; ahí se formó y luego se convirtió en maestro de decenas de alumnos durante 15 años al frente del taller de gráfica.
La exposición está abierta al público en la Galería ubicada en el número 120 de la calle que lleva el nombre de un ilustre juchiteco, Dr. Aurelio Valdivieso.