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OAXACA, Oax., 27 de agosto de 2016.- El mercado de arte oaxaqueño es primordialmente un mercado de utopías.
Es una de las consideraciones que Robert Valerio establece en Atardecer en la maquiladora de utopías. Ensayos críticos sobre las artes plásticas en Oaxaca.
Con el prólogo de Teresa del Conde, el autor cuya obra se publicó en 1450 Ediciones, todos los libros de Oaxaca, plantea que si bien en Oaxaca existe una efervescencia artística, hay un vacío crítico al respecto.
1450 ediciones consideró importante reeditar el ensayo para mantener vivo el pensamiento de Robert Valerio, quien hizo de Oaxaca su segunda patria.
Su crítica es vigente, el análisis sobre lo que sucede, derivado de entrevistas, coloca en la polémica lo que sucede en este ámbito:
En palabras de Herbert Read, que recupera el autor, la obra de arte en Oaxaca ha pasado a ser una mercancía que el artista tiene que vender en un mercado libre, o perecer.
Las condiciones de su obra son tales que ha de pedir un precio por su mercancía que solo el rico puede pagar.
Es decir, el arte se convierte no solamente en mercancía, sino más exactamente en un artículo de lujo.
Los medios que posibilitan el encargo o compra de actitud los de lujo son propiedad privada de los individuos cuyos institutos adquisitivos han triunfado en competencia a sus compañeros o, de modo excepcional, de aquellos que han heredado la riqueza de tales individuos y de los que controlan los gastos.
Y va más allá en su defunción: Como norma general, tales individuos son, en todo lo relativo a la sensibilidad y gusto, vulgares y estúpidos. Son, por definición, hombres cuyas facultades para la contemplación, necesarias para la creación imaginativa, se han atrofiado.
Para Juan Alcázar, director del Taller de Artes Plásticas Rufino Tamayo, «cuando llega el éxito se pierde la libertad, porque ya no te puedes mover diez centímetros a la derecha ni a la izquierda, porque ya corres el riesgo de que no se compre la obra».
Sergio Hernández, otro de los expositores plásticos más importantes en Oaxaca, opina que la gente piensa mucho en inversión; piensan que en Oaxaca puede haber en un futuro un Tamayo, un Toledo, entonces hay que conseguirlo, aunque sea caro; no les importa porque después va a ser más caro.
¿Qué pasaría si Morales se abstuviera de todos los motivos y colores que usó en su obra? Simplemente, no vendería.
Resulta significativa la respuesta del maestro Francisco Toledo, icono de la plástica oaxaqueña, a la pregunta del autor sobre la predominancia de los sueños y los mitos en la pintura oaxaqueña: «Desgraciadamente, eso se vende».
¿Quiere conocer la opinión de otros artistas? Puede consultar esta y otras obras en:
1450 Ediciones