Día 23. Por oportunismo, crisis en Ciencias Políticas de la UNAM
Uso de Razón
CIUDAD DE MÉXICO, 4 de noviembre de 2016.- La razón por la cual muy probablemente el PRI va a perder las elecciones en el Estado de México no es el “mal humor social” ni la corrupción en Veracruz y otros estados, ni por el bajo crecimiento de la economía. Perderá por la inseguridad.
El gobierno estatal no ha podido abatir la pesadilla que significa para los mexiquenses subirse a un transporte público y ser asaltado con pistola o con navajas.
Ya nos lo decía la más reciente encuesta de Victimización del INEGI: el 95.3 por ciento de la población de Ecatepec, el municipio más poblado del país, se siente en riesgo de ser asaltada.
Nadie hace nada efectivo para resolverlo. Estamos ante un terrible fracaso en materia de seguridad. Y todavía el PRI mexiquense se apresta a pedir el voto de los ciudadanos para seguir gobernando esa entidad.
Tan hasta la coronilla están los habitantes del Estado de México de los asaltos, que nadie ha proporcionado dato alguno que ayude a dar con el paradero del “vengador justiciero” que el lunes mató a cuatro asaltantes de un autobús, a la altura del kilómetro 38 de la carretera México-Toluca.
En un espléndido trabajo periodístico de El Financiero publicado ayer (página 45), las víctimas, como René Carmona, nos dicen que “he sufrido entre 15 y 18 asaltos en seis meses en el trayecto del fraccionamiento Los Héroes, en Tecamac, al paradero del Metro Indios Verdes”.
Recuerda que hace poco lograron repeler el asalto de dos delincuentes: “en esa ocasión coincidimos varios pasajeros que dos días antes otros delincuentes nos habían despojado de casi todo. Se mostraron muy violentos y casi le disparan a un señor que tardó en entregarles su cartera y teléfono. Creo que nos dio valor el miedo a no librarla, a no llegar a casa con la familia”.
Agustín González narra al corresponsal Eulalio Victoria que “uno de mis hijos y un sobrino fueron heridos con un cuchillo en un mismo asalto en un autobús que salía del Toreo para Cuautitlán. No se resistieron, pero los rateros empezaron a insultar a todos y uno solo se acercó y los hirió en el brazo y el estómago… Si yo tuviera la oportunidad de dispararles, lo hacía: mejor que lloren en su casa que en la mía”.
Otra opinión concluyente es la de Adriana Esquivel, quien todos los días debe viajar en trasporte público del Estado de México a la capital. Ya la despojaron de una tableta y dos celulares –“uno de ellos aún no lo paga”. Dice al corresponsal de El Financiero: “si los delincuentes están preparados para robar y matar, también deben estarlo para morir”.
La víctima Agustín González vuelve a tomar la palabra: “estoy de acuerdo con que la gente se defienda y se haga justicia, porque si la esperamos del gobierno nunca va a llegar, nunca amigo”.
El gobierno en el Estado de México es un cero a la izquierda en materia de seguridad pública.
Ni en la federación ni en el partido gobernante le han tomado el peso a las consecuencias sociales y políticas de la inseguridad en el estado más poblado del país.
De los “vengadores justicieros” pasarán a los escuadrones de autodefensa. Y de la ineficacia de la autoridad pasarán al cambio de partido que los gobierne.