Diferencias entre un estúpido y un idiota
CIUDAD DE MÉXICO, 21 de octubre de 2017.- Aurelio Nuño tiene el modito. Hasta la manera en que sonríe, idéntica a su jefe, mitad seductor y otra de niño bueno… lo que tanto ayudó cuando era muy querido, antes del caos de los memes que tanto le molestan, y los “fake news” y demás temas presidenciales.
O sea, Nuño se parece al Peña candidato a gobernador. Sólo que se aprendió muy bien su papel, sabe su tema, le encuentra jiribilla y parece estar muy seguro en medio de lo que, para otros, por lo menos para otros tres o cuatro, es terriblemente tenso.
Da la impresión de que creció con mucho amor, con mucha atención, y entonces se puede soltar de corridito sin necesitar o esperar aprobación.
Nuño habló, era obvio, como precandidato presidencial en la pasarela, tremenda que organizó el lunes 16 de octubre, en el Museo de Antropología, Manuel Arroyo junto con Carlos Hank.
Ver juntos a los cuatro elegidos por Emilio Gamboa: José Narro, José A. Meade, Osorio Chong y Nuño fue muy aleccionador.
El más moderno, por años luz de distancia, es Nuño.
Tanto que el contraste fue inmenso. Porque le tocó turno entre Meade, con sus gráficas de números malos pero que serán buenos, y José Narro con sus “apuntes” de punto uno al punto nueve y los que se acumulen, todos a favor. O sea, sus tarjetas convertidas en imagen en pantalla gigante.
Narro habla muy despacio. Arrulla su voz de “profe”, como le gusta ser definido. Venía preparado con otro uniforme. Todo lo que en él es grato, muy accesible, incluso su inteligencia, se oculta bajo el disfraz de señor mayor muy propio lleno de buenos resultados.
Quién le esté ayudando con su imagen, está muy equivocado. Porque lo cargaron de cualidades y en lugar de ayudar, lo hacen muy denso. Un maestro que no querrías de última o de primera hora, por el riesgo a quedarte dormido en clase.
De que es confiable, lo es… pero en cámara lenta. Todo lo que trajo, para presumir delante de los señores del dinero ahí presentes, era indicadores… como que tuvimos 400 millones de dosis de vacunas… Se califica a sí mismo como un médico con vocación política, pero, definitivo, parece más médico que político.
Es un hombre culto y lo demostró con versos de León Felipe y de Griselda Álvarez… ¿Es suficiente? ¿Podrá convencer? Alguien tendría que entrar a ayudarlo.
El otro presidenciable, que llegó con el Jesús en la boca, como faltándole aire, fue Miguel Ángel Osorio Chong… con corbata morada, más bien lila… y ahí entramos a la apología del discurso político que se pierde en los retruécanos de la realidad que no queremos apreciar porque las instituciones y demás…
¿Cómo será Osorio Chong sin tantos lugares comunes, sin su camisa de soy el político, pero también el de seguridad, pero también el hombre de provincia, pero también quién sabe qué? ¿Cómo será sin sus tarjetas?
Como era previsible, comenzó a echar culpas a los gobernadores de otros partidos, a quienes responsabilizó con poca sutileza del aumento en los índices de violencia, defendiendo su idea, era suya ya sabemos, para desaparecer a la Secretaría de Seguridad. Regresó a la idea del “mando único” que no será aprobado por temas presupuestales, bueno esto lo digo yo porque tendrían que pagarle igual a los policías de Chiapas que de Nuevo León.
Era como una película muy vista, muy escuchada, muy previsible. Con el cabello de un color negro imposible y el saco “papaloteando” mientras caminaba con el micrófono en la mano.
Y “Alito” Moreno escuchaba, sonreía, se dejaba apapachar… Así, dicen, se muestran los “caballos negros” …
Fue una pasarela política presidencial muy valiosa. Escuchar a los cuatro precandidatos priistas en una misma mañana permite ver qué diferentes son, sus entornos, sus capacidades, sobre todo sus rigideces. Fue, insisto, un gran atrevimiento de Manuel Arroyo porque ahí quedaron sus testimonios, un poco encimados, un mucho desnudos. Con el generalísimo Morelos muy manoseado, por cierto…
Y todavía no llegaba el Presidente Peña Nieto…
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