El futuro nos alcanzó
OAXACA, Oax. 28 de septiembre de 2020.- En esta ocasión se abordará uno de los temas eje de vida personal, y de la historia productiva de las últimas tres generaciones de mi familia; de la vocación de millones de personas en el mundo, de una actividad digna que provee de ingresos básicos a cientos de miles de familias oaxaqueñas.
El transporte público, una de las actividades fundamentales y más nobles de la economía, es una labor fructífera para concesionarios, para el Estado, los gobiernos, y en particular para la inmensa mayoría de la población, quienes lo utilizan todos los días.
Visualizar esta actividad como algo provechoso solo para los dueños de las unidades o de utilidad única para el sector público o de beneficios exclusivos para los usuarios, es concebir este ámbito de manera parcial, con una visión fragmentaria, con muy corto alcance.
Al transporte público debemos abordarlo, entenderlo y atenderlo en forma integral y conjunta.
Reitero, es un sector conformado por usuarios, transportistas, y los diferentes ámbitos de gobierno, quienes deben atenderlo eficiente, normativa y coordinadamente a través de sus instancias de seguridad pública, tránsito, hacienda, economía, gobernación, y evidentemente, de movilidad.
El transporte público en estos momentos difíciles de la pandemia, ha demostrado cuan indispensable es para la población. Esta labor es una de las tres o cuatro escasas actividades económicas que no interrumpieron sus servicios, durante la paralización o el aletargamiento de casi todos los sectores productivos en México y en el mundo.
Experiencias de la paralización total del transporte público en el extranjero, en México y en Oaxaca por razones políticas, sociales, económicas o por ausencia de seguridad; han sido definitivas para exhibir su importancia vital en la vida inmediata y la economía cotidiana.
Tan es así que lo primero que cuida todo gobierno en momentos de grave emergencia, son las vías de comunicación y al transporte público; precisamente porque son vistas como “las arterias y parte de la sangre de toda economía”.
Valdría preguntarse, durante esta pandemia cómo se iban a transportar los trabajadores de mercados, supermercados y centros de abasto; los enfermeros, médicos, camilleros y empleados de farmacias; el personal de los negocios de alimentos e insumos básicos; los policías y demás personal de seguridad; los electricistas, telefonistas y bomberos, así como las personas de limpieza, entre otros, ¿si el transporte público no prestara el servicio diario?
¿Quién iba a transportar organizada y masivamente a esos contados, pero vitales sectores productivos en la muy larga contingencia, de la cual aún no tenemos claro cuándo terminará en su totalidad?
Por esta y muchas otras razones el transporte público debe ser cuidado y protegido por quienes la integran: gobiernos, concesionarios y usuarios. Como otros esfuerzos productivos que benefician a toda la gente, el Transporte es el patrimonio rodante colectivo de una comunidad, ciudad o nación.
Es muy probable que por estos motivos la población en general lo denomine de manera cotidiana al momento de abordarlo: “Ahí viene nuestro transporte… nuestro taxi… nuestro camión…”
Asimismo, con igual nivel de prioridad, otro de los temas que todo gobierno y gobernante debe cuidar siempre, es la seguridad de sus gobernados y sus bienes donde ellos o estos se encuentren: en los hogares, el trabajo, la calle, durante su transportación o incluso en el extranjero.
Para toda sociedad, la seguridad pública es una de las principales funciones que todo gobierno debe cumplir. Para esta labor básica, entre otras, los votantes les elige cada tres y cada seis años, según sea el caso.
Durante ese trienio o sexenio los servidores públicos no deben bajar la guardia en ningún momento, no importando si se está al inicio, en medio o en la recta final de la gestión.
Regularmente todo gobernante, invita como colaboradores de su administración a personas responsables, serias, comprometidas y leales que contribuyan al período completo de la gestión para bien del ciudadano, y para el buen gobierno al que se comprometió durante la campaña electoral.
Desarrollar una labor pública a medias o amparados en el “hacer lo que se puede” o “lo que nos es posible hacer”, es efectuar una gestión no responsable ni comprometida con la ciudadanía que votó y la que aceptó el voto por la gestión en la que colabora.
El transporte público y la seguridad pública son dos de los temas fundamentales del Estado y todo gobierno; toda exigencia en cualquier nivel de gobierno sobre estos dos temas, son las demandas más básicas y legítimas de todo ciudadano para sus gobernantes.
Para una mejoría de la economía estatal lastimada, para el bienestar y la tranquilidad cotidiana de los oaxaqueños en estos momentos difíciles, el transporte público y su seguridad en general deben ser cuidadas, vigiladas, protegidas y respaldadas por todos los integralmente involucrados: pasajeros, concesionarios, choferes, gobiernos, y los funcionarios.
La delincuencia organizada que con excesos de violencia y sin miramientos despoja de sus bienes a los usuarios y al conductor de la unidad, les hurta también la seguridad de su transportación, la tranquilidad del viaje y les deja una desagradable emoción y frustración para ese y los días siguientes
El usuario y conductor administran el coraje, la impotencia y desconsuelo advirtiendo a quienes le rodean, y terminan acusando del robo a las deficiencias de la gestión gubernamental en turno, y por ende a sus principales funcionarios.
Así se comportan los afectados, como una forma de defensa paliativa contra esos actos violentos y de profunda injusticia; delitos que regularmente se mantienen impunes y son vistos como producto de la negligencia oficial, el aliciente de los grupos delincuenciales.
Como ex servidora pública de este ámbito, transportista de tradición familiar, mujer cabeza de familia, ciudadana, y como representante popular del poder legislativo:
Refrendo el respetuoso llamado a las autoridades, concesionarios, choferes, y ejércitos masivos de usuarios, al cuidado, la defensa y vigilancia del transporte público, del servicio rodante colectivo, del traslado seguro y tranquilo en todo el territorio oaxaqueño.
Es un sensible llamado a mantener y conservar un transporte público con miles de rutas y diversas modalidades que se han ido constituyendo y articulando como herencia y legado de movilidad de muchas generaciones.
Es un llamado a proteger y defender el libre tránsito, la tranquilidad, la certidumbre y la seguridad de llegar sanos, salvos y con los bienes íntegros, a todo destino.
La pandemia provocará muchos cambios y sinsabores para todo ciudadano del mundo, para todo oaxaqueño, sin importar la ocupación o profesión, el nivel socioeconómico o la preferencia de fe; resultará colosal, además, permitir que durante el diario caminar y andar, se hurte también la seguridad y la paz en los recorridos cotidianos.
Cuidar, vigilar y demandar la protección del transporte público y del viaje seguro, es también cuidar y procurar a la familia, a los hijos, a los padres, y al patrimonio.
La mecha debe apagarse, desde su inicio.
Transportista y diputada en Oaxaca por el Partido Verde Ecologista de México (PVEM)