Día 31. Por qué la Constitución de 1917 eludió voto popular judicial
Hace 40 años en un congreso de Antropología Aplicada uno de mis maestros fue motivo de castigo por exponer en la conferencia principal la política indigenista del Gobierno Mexicano a unos muñecos de plástico tan comunes de los juegos infantiles de aquella época de indios y soldados que tomando a un par de ellos los enfrentó de una mano a otra como lo hacían los infantes para rematar con una expresión seria que causó asombro y carcajadas: ¡Esta es la política indigenista por excelencia! y a contrapelo en la cotidianidad, el régimen imperante se daba golpes de pecho al proclamar una nueva política indigenista a la que acudimos no pocos profesionales contestatarios, hijos de la escuela de “Eso que llaman Antropología Mexicana” en que Salomón, Rodolfo, Guillermo, Mercedes, Arturo et al, nos formaron para tratar de convertir a la disciplina antropológica en una herramienta de los condenados de la tierra para lograr su emancipación y la transformación estructural de México.
Fuera de profesionales comprometidos con las causas de los herederos de los Pueblos y Comunidades Originarias, los gobiernos después del movimiento de 1910 han acomodado un discurso demagógico y prácticas francamente etnocidas con un disfraz no pocas veces abierto de represión, mediatización, y descrédito de las luchas y reivindicaciones que en los tres momentos hasta ahora experimentados del nacionalismo revolucionario como instrumento ideológico del populismo en nuestro País, cobra auge la mitificación, entronización y utilización de lo “indígena” con discursos, expresiones, modas y acciones de gobierno fallidas. Resurgen los Tatas Vascos, los Cárdenas, los Echeverristas y los próceres de la reivindicación que con que les toque el agua del populismo acendrado se transforman en el encomendero y fiscal del Santo Oficio para echar a la hoguera a aquellos remisos que en cumplimiento del mandato de sus asambleas defienden su autonomía, sus territorios, sus recursos y su autodeterminación.
En esta tercera temporada del nacionalismo revolucionario, los gobiernos que lo enarbolan y sus adláteres se enrollan en la bandera de su indigenismo tan peculiar para desagarrarse las guayaberas, huipiles y tocados ad hoc que crean un buen filón para distraer la atención de la tribuna que tienda una momentánea cortina de incienso y copal lo mismo para exorcizar a los demonios del neo liberalismo, blindar a los gobernantes entrantes que rendir tributo, homenaje y pleitesía a “la madre tierra” cual actores del célebre documental de Guillermo “Él es Dios”. Al grito de “al lobo, al lobo” lo mismo “denuncian” que el fetiche favorito de estos singulares defensores por cierto de los dos mentiras porque ni es penacho ni fue de Moctezuma, debe volver en medio de ceremonias con chirimías, que prohibir que sigan pasando los aviones entre los dos volcanes que resguardan el altiplano porque pueden despertar con tanto ruido a la mujer dormida o declarar la guerra al menos mediática y de maldiciones milenarias por el uso y usurpación de los diseños, trajes, vestidos, tradiciones, lenguas y nombres de los Pueblos y Comunidades Originarias por las empresas sobre todo trasnacionales.
En los últimos años empresas de la moda y el vestido han sido señaladas de usar sin respetar ni tomar en cuenta a los Pueblos y Comunidades que tienen como parte de su patrimonio esas manifestaciones y con todos los señalamientos, declaraciones y amenazas poco ha pasado en defensa del patrimonio ancestral, salvo el ruido mediático, los golpes de pecho y la supuesta defensa del gobierno más declarativa que sustentada o enmarcada en las leyes y normas vigentes de las que puede apoyarse, emprender una defensa jurídica sustentada o alguna suerte de medida de presión para que los señalados como usurpadores de las culturas originarias, tengan alguna sanción o al menos medida para no insistir en apropiarse de lo que nos les pertenece.
Así en los últimos días esta singular pléyade de cuida cueros originarios, han echado su resto para denostar, condenar y reprobar a una periodista que prestó su imagen para promover una marca de mezcal con un mensaje que dio pie a que los tirios y troyanos clamen a que la lleven a la hoguera y que entre otras cosas laven la “dignidad” de los “jamás conquistados”quitando el nombre de tal bebida y de alguna u otra manera compensen los “daños” que causó y de los reprimidos en Guichicovi, mujeres apresadas y otras atrocidades ni qué decir. En tanto la reo del delito de lesa indianidad comprueba que no es la dueña y que solo apoyó con su imagen a “productores independientes” que hace 22 años ¡registraron la marca! Ahora que el grupo en el poder puso de moda la “disculpocracia” lo harán con esta periodista o seguirán con su cortina de humo para no responder a la desaparición de Sandra y el aumento del pasaje en Valles centrales del transporte público entre otras minucias.
Gerardo Garfias Ruiz