
¡Fortnite, hermano, ya eres mexicano!
México atraviesa una etapa dorada en lo referente al sector de los juegos de azar. Las plataformas de juegos online aumentan mes a mes y la oferta de casinos físicos se promociona en consonancia con otros atractivos turísticos del país azteca: cultura, gastronomía, paisajes con encanto. En consecuencia, la recaudación de la hacienda pública se ve beneficiada de este incremento de casinos, en donde jugadores y turistas buscan demostrar sus conocimientos o simplemente tener suerte.
La mayoría de los juegos de azar se resuelven con un alto porcentaje de intervención del factor suerte. Otros, ese dígito de azar disminuye y se ofrece más opciones a la estrategia y conocimientos de los jugadores, como sucede, en una gran mayoría, en los juegos de naipes, como el blackjack online, uno de esas opciones de entretenimiento más demandadas entre los jugadores aztecas. ¿El motivo? El juego consiste en sumar 21 puntos (cada carta de la baraja cuenta con una puntuación) y gana ese jugador que o bien alcanza esa suma de puntos o se aproxima más a ella. Si sumas más de 21 puntos, no hay suerte ni conocimientos.
En este tipo de juegos, como el descrito, y otros muchos que pueden encontrarse en las diferentes plataformas del juego online (por cierto, todas ellas deben contar con la pertinente licencia otorgada por las autoridades mexicanas), surge ese debate de cómo influye el azar o no en el desarrollo de una partida o como incluye el nivel de conocimientos y aplicación de las matemáticas y estadísticas en el devenir de una mano.
De momento, sin entrar en debate, diremos que todos los juegos (sean o no de cartas) dependen del factor denominado probabilidad, que al fin y al cabo es un elemento basado en probabilidades, un término muy matemático. Por tanto, el aspecto de azar no sólo es un tema de supersticiones. Hay otros factores tangibles. Es decir, desde el conteo de las cartas hasta diferentes pensamientos como la teoría de la probabilidad. Diferentes estudios que buscan identificar ese algoritmo perfecto que acabe ‘controlando’ a los naipes. Eso sí, en los juegos de cartas siempre existe un alto porcentaje de implicación del conocimiento de los jugadores. Es decir, las estrategias desempeñan su protagonismo. Y es alto.
Tanto es así, que muchas plataformas online, y también ocurre en los casinos físicos, se controla a aquellos jugadores con sólidos fundamentos en el desarrollo y manejo de las cartas. El objetivo, ya saben, como en las películas está en que los jugadores no desplumen a la banca. Se llega el caso de impedir que algunos jugadores se sienten en determinadas mesas.
El objetivo, en todos los casos, requiere de una conjunción de todos los factores mencionados: conocimientos, suerte (sencillamente suerte) y cálculos matemáticos que ayudan a planificar esa estrategia. ¿Cómo puede aplicarse esta ecuación de éxito a las cartas? No hay una receta mágica que aplicar, ni siquiera un libro que leer o método matemático que entender y aplicar durante una mano. Básicamente todo depende, en parte, de la experiencia.
El azar apenas cuenta en el blackjack
Si nos fijamos en el blackjack, se requiere de esos 21 puntos, pero sólo 16 cartas tienen un valor de 10 puntos y cuatro cartas posicionan como ases. En consecuencia, a nivel de probabilidades de matemáticas de apuntarse el triunfo se traduce en un 4,8 por ciento de opciones de ganar. Es decir, queda demostrado que la suerte o el azar no tienen tanto protagonismo en las cartas. Eso sí, una buena mano siempre es bienvenida.
Factores humanos: importantes
En los naipes, y de manera generalizada, hay otra serie de factores, que podrían denominarse como humanos, que actúan de una manera decisiva en el desarrollo de una partida. Desde plantear una buena estrategia y que luego se lleve con éxito hasta saber adaptar la estrategia en cada momento puntual de la partida. Esas capacidades no son innatas, sino que se aprenden durante años de partidas y partidas. No hay azar alguno.
Tampoco hay factor suerte a la hora de gestionar las emociones que experimenta cada persona durante una partida. Pequeñas sensaciones que influyen en la toma de decisiones. Elegir una carta u otra. Quizá unos nervios traicionen a un buen jugador. Todo es posible ya que las reacciones humanas no son nunca previsibles.
Finalmente, llevar la cuenta de cartas o las puntuaciones de las mismas (en función del juego de naipes al que estemos jugando) es otro factor que poco o nada tiene que ver con el azar. Esto se debe más a saber de conocimientos matemáticos o de estadísticas (que salga una carta u otra), así como de agilidad mental a la hora de poner en práctica un buen cálculo mental. En resumen, a la pregunta de si ¿azar o matemáticas? está claro que la balanza, en el caso de los naipes, se decanta por los números, por el cálculo. El porcentaje de azar apenas suma un 5 por ciento.