Y ahora ¿qué hacemos con Trump?
CIUDAD DE MÉXICO, 7 de abril de 2020.- Andrés Manuel López Obrador ha venido diciendo quién es, qué piensa, con qué está comprometido, durante años y años y años. No hay la más pequeña diferencia, en sus acciones como Presidente, con todos sus compromisos de tantas campañas. Es quien es, es lo que siempre dijo que era.
Por eso sorprendía tanto el rumor, las publicaciones de “buena fuente”, de que anunciaría cambios en su Gabinete. Y, a mí por lo menos, sorprendía mucho más que se le diera credibilidad a esto.
El Presidente no anunció ningún cambio en su discurso del domingo por la tarde. Ni en su equipo de colaboradores, ni en su política social. A él le preocupan los pobres entre los pobres, los que menos tienen. Los más desprotegidos.
Esos ancianos que suelen formarse horas bajo el sol para recibir su pensión. Esos jóvenes que no tienen esperanza. Esos millones de mexicanos a quienes apenas les alcanza para un taco cada día.
Para ellos es su gobierno.
Así lo dijo en campaña. Así lo ha repetido hasta el cansancio.
Quienes esperaban medidas económicas para proteger a otros, estuvieron siempre muy equivocados.
Sin embargo, en sus programas faltan los tamices. Faltan todos aquellos que tenían empleo, que tenían un changarro, que tenían una forma de llevar pan a su mesa. Faltan en su ecuación los de clase media, clase media baja, clase baja, los que deben hasta la camisa, los que viven al día, los que deben tres rentas y mucho más.
Los empresarios, los que sí tienen posibilidades, como dijo el Presidente en la Mañanera del lunes 6 de abril, los que sí pueden recuperarse, están lo que sigue de furiosos porque no anunció lo que esperaban, lo que erróneamente esperaban de López Obrador.
Ellos tienen muchos asideros, perdiendo dinero claro. Y lo cierto es que muchos pequeños empresarios se las van a ver muy duras, muy terriblemente duras para recuperar lo que tenían, para avanzar.
Lo que vivimos es una crisis lo que sigue de tremenda, una realidad que nunca pudimos imaginar y menos prever. El coronavirus mata a los mayores, a los enfermos, a los mal alimentados, mata. Y la parálisis económica, tener que estar encerrados en casa, destruye los ingresos de millones y millones y millones de mexicanos. No es que chocamos contra un iceberg, es que estamos rodeados de icebergs que no nos permiten ver la luz.
Lo que viene, por eso esperamos para que se ordenase el encierro, es poco manejable para millones de mexicanos. Sin embargo, de acuerdo con López Obrador, significaría algo infinitamente peor para los más pobres entre los pobres, si no fuesen la prioridad del gobierno.
La cobija no alcanza para todos. Que los ricos entiendan cuál es su responsabilidad social, ayudaría mucho. Que los empresarios entiendan que primero están sus empleados, ayudaría mucho. Que los bancos entiendan la magnitud de la crisis, ayudaría mucho.
Lo que sigue para todos los que vivimos al día, es lo que hemos hecho durante todas las crisis económicas anteriores, trabajar más, ganar menos, deber más, e ingeniárnosla más cada día… Así toca y ni para dónde hacerse…
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