Cortinas de humo
Con amor y respeto a los niños de la Escuela Enrique C. Rébsamen
CIUDAD DE MÉXICO, 1 de noviembre de 2017.- En el crisol de culturas -indígena, europea, española y cristiana- se sincretiza y da forma entre colores, papel y juguetes, al altar de recreo que a los niños recibe el primer día de noviembre.
Dentro de las festividades de los días de muertos, unas solemnes, otras festivas, en la víspera del 1 de noviembre se prepara el altar y la casa para recibir a los niños que partieron.
Es el día cristiano de “Todos los Santos” y el de los “Muertos Chiquitos.”
El blanco de las flores y velas acompaña la pureza infantil, dulces cristalizados y de leche, chocolates, calaveritas y coloridos juguetes esperan la llegada de los niños para que se colmen de risas y juegos.
Herencia de la cosmovisión indígena en el altar infantil paciente espera un perrito Xoloitzcuintle quien jugará con los niños y les ayudará si tienen dificultades, pues es el perro Dios; su nombre deriva de Xolotl, Dios del inframundo y del lucero de la tarde.
La llegada masiva de las mariposas monarca a los santuarios del Estado de México y de Michoacán principalmente, es precisamente el 1 de noviembre, por lo que las etnias Otomíes, Mazahuas y Purépechas aseguran que son las almas de los niños muertos que en vuelo regresan.
La chichi de los niños
En México a nuestros niños les damos su “Chichi”, su origen deriva de la raíz náhuatl chichiliztli, que significa mamar.
En la filosofía indígena náhuatl existía el Chichihuacuauhco, el árbol nodriza; un árbol inmenso lleno de “chichis,” que en la casa de Tonacatecutli, señor de nuestra carne amamantaba a los bebés y niños que morían pequeñitos.
De las ramas del árbol goteaba leche, para que los niños se alimentaran hasta que la raza que actualmente habitaba la tierra se destruyera y de esta manera asegurar el ciclo de vida, que la vida en la tierra renaciera.
El Códice florentino se habla del árbol nodriza:
“Se dice que los niñitos que mueren como jades, turquesas, joyales, no van a la espantosa y fría región de los muertos (al Mictlan). Van allá a la casa de Tonacatecutli; viven a la vera del árbol de nuestra carne. Chupan las flores de nuestro sustento; viven junto al árbol de nuestra carne, junto a él están chupando.”
Chichihuacuauhco, era el primero de los cuatro cielos de los mexicas, el cielo de los niños y hoy el primero de noviembre los recibimos con amor y cariño.
Los niños no mueren, viven y juegan por siempre bajo la sombra y el cobijo del árbol nodriza de nuestros corazones.