Diferencias entre un estúpido y un idiota
OAXACA, Oax. 22 de diciembre de 2019.- El año 2019 se acerca a su fin cargado de informes internacionales que conviene considerar.
El Informe del Banco Mundial (BM) para 2019 se enfoca en el mundo del trabajo y subraya la importancia de actualizar y sincronizar las capacidades laborales para enfrentar con éxito el cambio tecnológico acelerado hacia una economía con predominio digital.
Fiel a su mandato, el Banco Mundial llama a los gobiernos nacionales a invertir más en capital humano a partir de la ampliación de la base fiscal o tributaria de donde se obtendrían los recursos para tal efecto.
El Fondo Monetario Internacional (FMI) indica que el ritmo del crecimiento mundial en esta anualidad es el más bajo desde la Gran Recesión de 2008-2009 y ubica la causa en las disputas comerciales entre Estados Unidos y China.
En su texto propone solucionar esos conflictos, impulsar el comercio y la cooperación, fortalecer la resiliencia financiera y promover economías inclusivas.
La Comisión Económica para América Latina (CEPAL) mantiene el dedo en el renglón de la productividad como factor clave para el crecimiento y el desarrollo económico.
El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) convoca a ir más allá de las mediciones, evaluaciones y promedios cuantitativos para destacar, en sentido más bien cualitativo, las desigualdades comparadas entre países con muy alto, alto, medio y bajo niveles de desarrollo humano.
En un ejercicio por demás interesante e ilustrativo, transmite el mensaje de que las desigualdades en la Humanidad se registran tanto en las capacidades básicas o acceso a bienes y servicios de primera necesidad como en las capacidades aumentadas o aquellas indispensables para interactuar en la economía digital.
Su veredicto es muy severo: o igualamos esas capacidades o se reconcentrarán las desigualdades en perjuicio de la dignidad humana, las sociedades y la forma de gobierno democrático.
El Instituto Internacional para la Asistencia y la Democracia Electoral (IDEA Internacional) advierte en su informe 2019 que en la última década la democracia se ha venido deteriorando en todas las regiones del planeta.
Aunque hay avances en indicadores específicos como paridad e igualdad de género, participación política o libertad religiosa, en la mayoría de aquellos, sobre todo en resultados materiales, confianza en las instituciones democráticas y el contexto: socioeconómico, gubernamental y cultural, se documentan factores adversos preocupantes.
Este Informe recomienda fortalecer las instituciones representativas, la participación ciudadana y la inclusión social como métodos para recuperar la promesa democrática y la vigencia de los derechos dentro del Estado de Derecho y sin caer en la tentación populista.
Según se puede inferir de estos importantes reportes basados en investigación amplia, profunda y rigurosa, estamos ante el desafío de la desigualdad y la injusticia a escala global.
Es la desigualdad, causada por múltiples factores históricos y presentes, la que se erige como la variable más influyente en la crisis del mundo actual en plena transición hacia un forma de vida cada vez más dependiente de las nuevas tecnologías.
La desigualdad entre potencias, países, economías, sociedades y personas. Desigualdad entre minorías y mayorías en la concentración y acceso a recursos de todo tipo.
Desigualdad desde el nacimiento, la curva de la vida y hasta en la muerte, que en el futuro algunos podrían llegar a desafiar. Desigualdad en la capacidad de goce y ejercicio efectivo de los derechos.
Esas y muchas otras desigualdades intolerables caracterizan la condición de hoy. Estimo que los referidos informes deberán ir más allá de sus apreciaciones cualitativas, que también se fundan en datos, con el propósito de enfatizar la crucial variable de la mentalidad y la cultura de individuos y grupos.
Sin cambios en la mentalidad de niños y ancianos, jóvenes y adultos, sin nuevas prácticas cotidianas, no habrá prevención ni remedio eficaz para problemas tan graves, desde la alimentación hasta el medio ambiente y la participación política.
Este es el reto al que estamos convocados en este año que termina y en los lustros por venir.
Los mexicanos y los oaxaqueños deberemos poner el ejemplo.