Padre Marcelo Pérez: sacerdote indígena, luchador y defensor del pueblo
• El empresario realizaba estudios para Santa Lucía y Dos Bocas
• Avanza la investigación de Aeroméxico y proyectan multa alta
CIUDAD DE MÉXICO, 7 de junio de 2019.- Sin duda José María Riobóo fue clave para optar por el aeropuerto de Santa Lucía.
Más o al mismo nivel, quizá, del secretario de Comunicaciones y Transportes, Javier Jiménez Espriú, y otros asesores de Andrés Manuel López Obrador.
La conversión de la base aérea en un proyecto de mayores alcances e integrarlo, a partir de 2021, a una red del altiplano.
Supliría con otras terminales al Nuevo Aeropuerto Internacional de México (NAIM), la modernidad con la cual soñaban los empresarios de la aviación, la aeronavegación, muchos mexicanos, el turismo internacional y los hombres de negocios.
-Riobóo tiene interés en hacer un gran negocio con la construcción –se le criticaba.
-Yo no construyo –zanjó, y prometió no participar en los concursos.
Más tarde, cuando tanto se especulaba de los nuevos empresarios favoritos del gobierno mexicano, Andrés Manuel López Obrador asignó la obra al Ejército Mexicano.
Pero no todo lo puede hacer la milicia.
Siempre quedarán retazos en una obra monumental y seguramente participarán hasta empresas extranjeras porque se requiere mucha tecnología.
Un reto será hacerlo compatible con el uso del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM) sin poner en riesgo vuelos, aviones y al final de cuenta a pasajeros.
Un proyectista sin construcción
Como sea, José María Riobóo sigue involucrado en Santa Lucía.
Se dedica, como se sabe, a las proyecciones y diseño de grandes obras.
Por encargo de su amigo Andrés Manuel López Obrador, participó también en algunos estudios de la refinería de Dos Bocas, en Tabasco.
Pero de repente, como en el caso de Santa Lucía con la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), se declaró desierta la convocatoria y hay nuevos constructores.
Serán técnicos de Petróleos Mexicanos (Pemex) y de la Secretaría de Energía (Sener) los responsables.
Es decir, súbitamente quedó sin mucha participación el empresario Riobóo.
Si quiere continuar, deberá entenderse con nuevos interlocutores y no será fácil porque tal vez en Dos Bocas haya cabezas con quién tratar –Octavio Romero en Pemex, Rocío Nahle en Sener-, ¿pero en Santa Lucía?
No está claro.
Algunos enterados hablan de alejamiento entre López Obrador y Riobóo.
Con el tiempo sabremos si este distanciamiento llega a rompimiento, pero de momento la comunicación ha dejado de ser tan fluida como en el pasado.
Multa elevada para Aeroméxico
Poco a poco se asoman al final del conflicto causado por Aeroméxico al retrasar un vuelo y afectar la operación del aeropuerto capitalino.
En ese avión voló a Mexicali la entonces secretaria de Medio Ambiente y Recursos Naturales, Josefa González Blanco Ortiz Mena.
Luego fue conminada por ya saben quién a renunciar y se fue, pero quedó el problema.
¿Quién violó las normas de aeronavegación?
La investigación apunta a un alto mando, no al director Andrés Conesa, sino a un segundo en la estructura administrativa.
Estaría en la Dirección de Operaciones.
Pronto sabremos, pero el tema toma un camino: aunque podría cancelarse la concesión, se optará por una sanción económica como advertencia para las demás aerolíneas.
Alta, pero multa al fin.
Se maneja una cifra tentativa: sobre 70 millones de pesos.