Diferencias entre un estúpido y un idiota
Cipriano Flores Cruz | Colaborador
OAXACA, Oax., 7 de octubre de 2018.- Es evidente que la Nación y el Estado mexicano se encuentran en condiciones críticas de cara al nuevo gobierno. Este nuevo gobierno tiene el enorme reto de no fallarle al pueblo mexicano.
Los datos duros son elocuentes: excesiva concentración de la riqueza que se manifiesta en la existencia de más de la mitad de la población en condiciones de pobreza; falta de desarrollo y de crecimiento de la economía en cerca de 40 años que se ha vuelto endémico; bajos niveles de productividad y de competitividad del trabajador mexicano por una muy mala instrucción y educación; impunidad galopante por falta de aplicación efectiva de la ley; existencia de una burocracia política corrupta, abusiva, ineficaz e irresponsable.
Denigración profunda de la actividad política; crisis permanente de las instituciones políticas y administrativas, como los partidos políticos, los poderes de la Unión, de los estados y municipios; inexistencia de una moral pública a fin de una vida democrática; en fin, estamos ante el gobierno de los peores, de los cínicos, de los malhechores, de los irresponsables.
Ante todo esto los ciudadanos se manifestaron por un cambio profundo y extensivo en todos los ámbitos del quehacer público.
Ante todo esto es necesario “tomar al toro por los cuernos” e iniciar un profundo cambio de las estructuras sociales, políticas, económicas, administrativas, de organización, culturales, de valores y de las ideologías vigentes.
Para esto necesitamos “voltear la tortilla” inclusive cambiar de tortillera y de la manera de hacerlas. No se valdrá la simulación, el gatopardismo, hacer pequeñas adecuaciones y reformas, creemos que el futuro presidente de la República está en esta lógica y si no lo está más le vale estarlo porque se espera mucho de él y de su equipo.
Para empezar debemos de cambiar de referencia histórica, ideológica, social, política, económica, cultural, nuestra referencia europea, para mi gusto, ya se agotó, ya dio lo que tenía que dar, para más señas nos dio todo lo que nos hemos referido en párrafos anteriores.
Lo que nos legaron las culturas de Grecia, Roma, la iglesia cristiana, Francia, España, Holanda, Gran Bretaña, Italia y Suiza, se agotó.
Desde luego no podemos negar la importancia y de los males de esta cultura llamada occidental, por ejemplo, mediante la modernidad matamos a Dios, por la individualidad y el egoísmo estamos a punto de terminar con nuestro planeta, por una supuesta democratización tenemos los peores gobiernos, la economía ha concentrado la riqueza en el uno por ciento de toda la humanidad mientras que el 99% nos debatimos en la lucha por la satisfacción de nuestras necesidades al mínimo, necesidades además creadas por la ideología del consumo capitalista.
La miseria, la prisión social, la jaula de hierro, la antidemocracia, la violencia, falta de espíritu humano, la ciencia y la tecnología al servicio de los poderosos, el deterioro ambiental, son el legado de occidente.
Necesitamos de una nueva mirada de las cosas, de los hechos, de nuestra realidad, esta es la primera condición para iniciar las transformaciones que necesitamos, si no cambiamos de mirada y nos sujetamos por inercia al legado de occidente, estamos seguros, que de la Cuarta Transformación sólo se obtendrá una transformación de cuarta.
Para empezar debemos de cambiar la estructura social, se debe de acomodar a las personas de acuerdo a otras referencias y no a las formas tradicionales de división social que ya no significan nada, la intercomunicación dinámica nos ubica a todos en otro tipo de relaciones muy fluidas y poco estructuradas.
Se debe cambiar la dinámica del yo, hacia una dinámica del nosotros. El gobierno debe cambiar a la sociedad para acomodar después las leyes y no cambiar las leyes para atender a la sociedad. El cambio social debe ser inducido y no contingente como se hace hoy en día.
Más ejemplos: ¿Por qué seguimos casados con una división tripartita de los poderes si podemos gobernarnos con la existencia de otros poderes, de otro tipo de los poderes, incluso modificar sustancialmente los existentes.
Nuestra manera de elaborar leyes a través del Poder Legislativo es caduca, inoperante, costosa, debemos de imaginar otra manera de elaborarlas, de sus contenidos y alcances. Nuestra división territorial del poder político y administrativo tampoco tiene rendimientos mejores.
Los partidos políticos tal como son deben de desaparecer y crear otros mecanismos más efectivos de elegir a nuestros representantes. Pensar en la capacidad e idoneidad de nuestras representaciones es una necesidad.
También debemos de gobernarnos fuera de los cánones de la burocratización, por ejemplo, la atención a los pobres sería mucho más efectiva con organizaciones civiles y con voluntarios de buena fe y no mediante monstruos burocráticos, lentos y torpes.
Estos son tan sólo algunos ejemplos que nos puede traer un simple cambio de mirada. Cuando algo nos molesta cambiamos nuestra mirada, por qué no hacerlo en materia de gobierno.