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OAXACA, Oax., 25 de agosto de 2019.- Jorge Luis Borges, uno de los escritores argentinos más destacados, nació hace 120 años un 24 de agosto de 1899, dejando un gran legado literario que ha cautivado e intrigado a sus lectores durante décadas.
Uno de los textos que más ha marcado a generaciones de lectores es el cuento «El Aleph«, incluído en su libro Ficciones (1944). Este relato incluso sirvió de inspiración para otros autores, entre ellos Paulo Coelho, que publicó su novela Aleph en 2011.
El aleph, o álef, según la pronunciación que recomienda la Real Academia de la Lengua Española, es la primera letra del alefato o alfabeto hebreo.
La consonante aleph, según Gershom Scholem, “no representa en hebreo más que el primer movimiento de la laringe en la emisión de cualquier sonido. Es entonces, por decirlo así, el elemento fónico del cual proviene toda articulación” (1968).
Es representado por el símbolo “א” y significa, al igual que su derivada “alfa”, de los griegos, el principio de todo.
El origen de la letra aleph en la Edad de Bronce, unos mil años antes de Cristo, se encuentra en el alfabeto protocananeo, que es el antecedente más lejano de nuestro alfabeto actual.
Inicialmente, el aleph era un jeroglífico que representaba a un buey, y de allí pasó al alfabeto fenicio, al griego, al cirílico y al latino. De hecho, si invertimos una A mayúscula podemos reconocer aún la cabeza de un buey y sus cuernos.
En la Kabbalah, o Cábala, una serie de enseñanzas esotéricas relacionada con el judaísmo, la magnitud y dimensión del aleph son inconmesurables, ya que “cada una de las letras representa una concentración de energía divina y expresa una plenitud de significado que resulta absolutamente imposible traducir, al menos completamente, en lenguaje humano” (Salomón Lévy, 1976).
“Los cabalistas han considerado siempre la consonante Aleph como la raíz espiritual de todas las demás letras (…) Óir el aleph es propiamente no oír nada” (Lévy, 1976).
Al ser el inicio de todas las articulaciones fonéticas y a la vez no representando absolutamente ningún sonido, el aleph se convirtió en un símbolo de contraste y a la vez de unión de cualquier elemento del mundo.
En la tradición judía, debido al valor númerico del aleph como primera letra del alefato, también es un símbolo de Dios en referencia al monoteísmo (Dios es único como el álef es el uno).
En la Biblia, varios nombres en hebrero usados para designar a Dios contienen el aleph como letra inicial (Adonai, Elohim). Asimismo, el aleph se hace presente en el nombre del primer hombre (Adán) y el del primer patriarca (Abraham).
En el libro Sefer Yetzirah, Libro de la Creación, de la Cábala, se encuentran instrucciones que conciernen a la creación de golems y comentarios sobre el libro han provisto explicaciones de cómo hay que llevarlas a cabo. Una manera de darle vida a un golem, por ejemplo, es que las letras aleph, mem y tav (estas letras combinadas forman emet, que significa ‘verdad’) estén escritas en la frente del golem para otorgarle vida.
Sin embargo, al borrar el aleph de su frente, quedaron las dos últimas letras que forman la palabra מת, que significa «muerto», entonces, el gólem se murió.
Esta leyenda refuerza aún más el significado de contraste y unión del aleph, en este caso vida y muerte.
En la parte inferior del escalón, hacia la derecha, vi una pequeña esfera tornasolada, de casi intolerable fulgor. Al principio la creí giratoria; luego comprendí que ese movimiento era una ilusión producida por los vertiginosos espectáculos que encerraba. El diámetro del Aleph sería de dos o tres centímetros, pero el espacio cósmico estaba ahí, sin disminución de tamaño. Cada cosa (la luna del espejo, digamos) era infinitas cosas, porque yo claramente la veía desde todos los puntos del universo”.
El Aleph, en Ficciones – Jorge Luis Borges (1944)
Borges, en su libro Ficciones, tiene un cuento titulado “El Aleph”, que retoma la concepción de contraste y unión de todos los elementos del universo en un punto.
De acuerdo con Borges, el aleph es una esfera donde se puede ver, al mismo tiempo, todo el universo desde todos los ángulos posibles.
Vi el engranaje del amor y la modificación de la muerte, vi el Aleph, desde todos los puntos, vi en el Aleph la tierra, y en la tierra otra vez el Aleph y en el Aleph la tierra, vi mi cara y mis vísceras, vi tu cara, y sentí vértigo y lloré, porque mis ojos habían visto ese objeto secreto y conjetural, cuyo nombre usurpan los hombres, pero que ningún hombre ha mirado: el inconcebible universo”.
El Aleph, en Ficciones – Jorge Luis Borges (1944)
Esquemáticamente, el aleph es una figura que consta de tres elementos, una línea oblicua que separa simétricamente dos bultos de aspecto casi idéntico.
De acuerdo con Jorge Luis Borges, en su texto «Los Teólogos», incluído en su libro El Aleph (1949), un texto evidentemente basado en estudios cabalísticos, “en los libros herméticos está escrito que lo que hay abajo es igual a lo que hay arriba, y lo que hay arriba, igual a lo que hay abajo; en el Zohar, que el mundo inferior es reflejo del superior”.
Las referencias de Borges a la Cábala en sus textos, son muy evidentes tanto en su libro Ficciones, como en El Aleph. Fue esta afinidad con los estudios espirituales lo que logró que en sus textos, cono en el aleph mismo, convergieran la realidad, la fantasía y la magia, la vida y la muerte, la cultura y el conocimiento…
Fuente:
El Aleph