Una manera de autocuidado es nombrar lo que sentimos: Iveth Luna Flores
OAXACA, Oax. 16 de julio de 2021.- La celebración de la Virgen del Carmen es una de las fusiones culturales más antiguas, pero más vigentes en Oaxaca.
Combinan lo religioso y lo pagano, y su fecha en el calendario va más allá de una simple efeméride.
En el sitio donde está ubicado ahora el templo de Nuestra Señora del Carmen estuvo en la época prehispánica el Gran Teocalli donde hacían sacrificios de doncellas en honor de Centéotl, la diosa del maíz.
Los ritos y ceremonias que festejaban nuestros ancestros estaban llenos de música, comida y culminaban con el sacrificio para asegurar la buena cosecha del maíz, que sigue siendo uno de los productos básicos en la dieta de los oaxaqueños.
Durante la llegada de los españoles, destruyeron el Teocalli y edificaron ahí uno de los templos a la Virgen del Carmen, advocación mariana que hasta la fecha se sigue celebrando.
En el proceso de evangelización, la virgen del Carmen ocupó el sitio de la Diosa Centéotl, dejando en ella las peticiones de buena cosecha, salud y demás solicitudes.
Más tarde, la congregación de personas y vendimia en este sitio dio lugar a la Guelaguetza, los Lunes del Cerro que hasta nuestros días se sigue celebrando, como una síntesis de la cultura en Oaxaca.
Por eso es que la Virgen del Carmen no solo es una celebración católica. En la verbena que instalan alrededor, hay puestos de comida típica, elaborada con base en el maíz y aunque no acudan a la iglesia, visitantes y locales se reúnen aquí para consumir esos alimentos.
También es habitual que cuando había Guelaguetza presencial, uno de los siguientes puntos a visitar era la verbena del Carmen.
Este 2021 la Guelaguetza será virtual, pero a un lado del templo del Carmen Alto -llamado así porque hubo una época donde las élites españolas y la clase alta criolla acudían a este templo y la clase popular al Carmen bajo- pueden degustar de esta comida típica.
Y si profesa la religión católica, puede pasar a visitar a la virgen en el templo que tiene un aforo reducido para cuidar a las personas ante la continuidad de la pandemia.