
México no se arrodilla ante EU, ya está postrado ante el narco
Se hundió la casa de papel
JOSÉ EMILIO PACHECO, Miro la tierra
Algo mal pasa.
No vengo a proponerles lo que yo hago sino a preguntar a todos qué vamos a hacer.
Vengo a decir lo que pienso y espero que ustedes me digan lo que piensan.
La tarde estuvo hermosa, una siesta linda, un aire limpio y fresco, refrescante. En la noche llegaron los tamales, comí solo uno, hablé con el huésped de origen ruso -pero radicado en California- sobre la celebración de la Candelaria.
Él tipo dijo, “los tamales de Oaxaca me parecen mejor que los de California”.
Algo mal pasa.
El tipo salió y regresó a la casa con una bolsa de tamales.
Esto fracasó.
La misma tradición está en contra de nosotros, los aborígenes, los originarios, los nativos.
La misma tradición llama a los de afuera.
Mal, esto va mal.
Por la noche escuché las noticias sobre la gira de Xóchitl a Nueva York, entonces lo supe,
algo marcha mal.
Estuve atento a la narrativa del noticiero.
Luego del noticiero me llegó el sentimiento a partir de las imágenes, la trasformación del
personaje, el arco dramático.
Me dio vergüenza ser mexicano mientras miraba a los mexicanos nativos de Nueva York
repudiar a una señora mexicano.
Pude vernos como monstruos.
El mostro que no sabe su naturaleza.
Me juzgué con el relato de otro.
Lo sentía en la carne. La complejidad del relato.
Recordé Tehuantepec, me vino una pregunta: ¿Por qué no hay suficiente bibliografía para
orientarnos entre el sentimiento de gusto y las estrategias para narrar la historia?
No lo sé.
De ahí me vino ese pozo, algo anda mal.
No podemos seguir explicándonos para gente que no nos mira.
El modelo narrativo ya no da cuenta de los acontecimientos humanos.
Les cuento.
En el noticiero Ciro acudió a narrar el relato del conflicto, que surgió de la protesta de
militantes de Morena, durante la gira de Xóchitl en Nueva York.
Hubo protestas, casi golpearon a la salida a una mujer que se suponía era Xóchitl-
Las redes ardían.
Celebraban el linchamiento.
La mujer que salió no era Xóchitl, ella ocupó un modelo narrativo bélico, de estrategia de
guerra -y ahí, en ese momento en las redes pobladas por feligreses oficialistas de izquierda
la condenaron porque opacó el modelo narrativo de lo que ellos llamaron “pueblo”.
Se burló del pueblo, dijeron.
Algo anda mal.
Y Ciro lo supo.
Y levantó el relato desde la otra esquina del hecho: se avecina una elección violenta, de
guerra.
Y nos volvió a recetar el futuro para no condenar el presente.
Apagué el monitor.
Pude darme cuenta de que algo andaba mal.
¿Cuál era el modo de contar este tiempo que nos tocó vivir desde una Oaxaca distante de
las capitales de la cultura y la política del mundo?
Hay un sonido anómalo, arbitrario, que nos domina.
No hay justicia.
¿De qué forma salir de esta ética del siglo XIX? El relato de principio, desarrollo y final
nos gobierna.
“Nuevas formas de narrar”, pidió Piglia.
Nos ponen un campo con una vaca pinta que mueve la cola en el campo verde que la
alimenta para que ella produzca la lecha que nos alimenta.
¿Cómo salir de esto?
¿Cómo buscar algo a priori?
Toda narración rebota y busca que no reflexionemos, que nos consuma el relato
prefigurado.
¿Cómo caminar por la ciudad y hablar con la gente?
Algo pasa afuera y necesita de nueva observación, sin referencias que provengan de las
redes sociales.
Sin maldecir desde esa realidad líquida
Reclamo mi mundo, eso es un problema grande.
La imagen en las redes se parece demasiado a las cosas que vemos en el mundo, pero con
pensamiento del otro mundo, el que nos excluye.
¿Qué es la narrativa audiovisual?
Cambiar el mundo.
No estamos por buen camino, esto ya se fue al demonio, falló la cultura, no fuimos capaces
de armar una cultura que nos contenga a todos.
Mucha gente quedó fuera.
Hay mucha gente que no entregó su opinión, que no está tomada en cuenta y que reclama.
En las redes nos entregaron el agua y a un administrador que lleve los destinos del agua,
estamos ahí para obedecer.
Estamos en una red de intercambio que nos excluye.
Ahí falló la cultura.
Porque la gratuidad ya no nos brinda piso parejo.
Ganan los de siempre.
No hay justicia.
Recordaré esta tarde por mucho tiempo, la celebración de la Candelaria -cuando el ruso
americano entra a casa con la autoridad suficiente para dar su opinión sobre la calidad de
los tamales.
El conocimiento adquirido en papers.
El tipo está en la ciudad porque le resulta barato de pagar.
Y por la economía tenemos que soportar de todo.
Y porque nadie nos pidió la opinión.
Entramos a la expresión cultural como ganado, sin saber.
Ignorantes.
Y no escuchamos el modo que la gente habla.
Hablamos con un lenguaje peligroso -de like- que nos entrampa a todos, que nos atrapa y
nos permite un grado de apropiación, pero que de nada sirve. Porque al mismo tiempo nos
excluye.
¿Qué pasa ahí?
Ese lenguaje genera antagonismos que no sirven para hacer la vida.
¿Cómo enseñar la narrativa? nos poden mantener la tensión, hacer futuro, nos dice que al
final vamos a entender.
Vamos a laborar con dos o tres horas de sueño donde lo que sirve no importa.
Eso es cristiano, jodido.
El perdón fe los pecados.
Hay una organización teleológica de la narrativa, no importa el presente.
No importa el cuerpo.
Lo que i porta es el futuro.
Algo anda mal.
Pido que revisemos las conversaciones telefónicas con nuestra madre.
El fracaso es una terrible oportunidad.
Nos convencieron del argumento del conflicto -que es el modo de organizar el tiempo.
Pido que cada escena importe, que no nos vendan el relato de los espejitos.