2025, la incertidumbre
Genio y figura
El calendario cristiano u occidental, que se ha convertido en el calendario internacional de referencia, técnicamente recibe el nombre de calendario gregoriano porque éste fue introducido por el Papa Gregorio XIII en el año 1582, sustituyendo al calendario vigente hasta entonces, que era el calendario juliano, para perfeccionar el ajuste entre el calendario y el año trópico. El calendario gregoriano se basa en el calendario que utilizaban los romanos, llamado calendario juliano y éste a su vez se basaba en el calendario egipcio.
Por otro lado, está el origen del cómputo de los años. Los romanos contaban los años desde la fundación de Roma (ab urbe condita) y los cristianos, y por extensión el mundo occidental, cuentan los años desde la Encarnación del Señor (ab incarnatione Domini). Esta manera de contar los años la propuso en el año 527 el monje Dionisio el Exiguo, respondiendo a una petición del Papa Hormisdas, pero no fue asumida oficialmente hasta el año 607 por el Papa Bonifacio IV. Inicialmente se fijó como fecha de inicio del año el 25 de marzo (fiesta de la Anunciación y por tanto de la Encarnación) del año 753 ab urbe condita; luego se desplazó hacia el 25 de diciembre, en que se conmemora el nacimiento de Cristo, y de ahí al 1 de enero para lograr que cuadraran los números.
Y es que, si bien ahora hay que agregar un 29 de febrero cada cuatro años, en lo que llamamos año bisiesto, hubo un momento de la historia en que se tuvieron que agregar 85 días al año para que dieran las cuentas (para que vean que en todos lados se cuecen habas) y de plano vieron la necesidad de cambiar el calendario del juliano al gregoriano.
El calendario se adoptó inmediatamente en los países bajo la influencia de la Iglesia católica, ya que la reforma procedía del mismísimo Papa de Roma; sin embargo, en muchos otros países por ser de confesiones religiosas diferentes, que no obedecían a la autoridad del Papa, este calendario se implementó mucho más tarde, como en el Reino Unido hasta 1752 o en Turquía hasta 1927.
En el caso de religiones como la del judaísmo, celebran el Rosh Hashaná, el Año Nuevo judío, según el calendario hebreo lunar, que no tiene por tal motivo fechas fijas, hasta el 22 de septiembre de este 2025 y dura dos días la celebración.
Por su parte, el Año Nuevo Chino en 2025 comienza el miércoles 29 de enero y dura hasta el Festival de los Faroles, el miércoles 12 de febrero, con la salida de la luna llena, este año llamada “Luna de Nieve” y representando el año que inicia como el de la Serpiente.
Sirva todo lo anterior como contexto para puntualizar que si bien el año nuevo que inicia, al menos para algunos, puede ser la ocasión perfecta para cerrar ciclos y abrir nuevos, para dejar los malos momentos en el pasado y, si bien, aprender de nuestros errores pero que éstos no terminen representándonos, para poder seguir adelante y comenzar nuevos proyectos, que pueden ser tan pequeños o grandes como decidamos que lo sean, porque eso sólo dependerá de nosotros mismos.
Sin embargo, no debemos esperar a que termine un año para dejar atrás el pasado, ni que empiece uno nuevo para formularnos propósitos que cumplir, para mí todos los días renacemos, cada nuevo amanecer representa la esperanza de cumplir nuestros sueños, pero paso a paso, porque así como la más grande de las construcciones comenzó con la colocación de un ladrillo y todo maratón se corrió empezando por un primer paso, así debemos de lograr nuestras metas, avanzando de manera firme y decidida, aunque no a la velocidad que quisiéramos, pero siempre viendo hacia adelante. Porque la roca se mueve con la fuerza de la corriente, pero se perfora con las constancia de la gota de agua que cae de manera persistente.
¡Feliz Año Nuevo 2025! Y que todos sus sueños se hagan realidad.