Exhiben multipremiada cinta La Soledad de María Conchita Díaz en FIC
Para Víctor Hugo Piña Williams
Algarabía. Nombre femenino. Ruido
producido por voces alegres y festivas.
2.Nombre que daban los cristianos a la
lengua árabe en la época medieval.
OAXACA, Oax. 6 de agosto de 2021.- Quisiera comenzar mi intervención con las palabras de un gramático, Wilhem von Humboldt: “La generación del lenguaje es, desde el principio, un proceso sintético; crea algo que no existía antiguamente”.
Intento, avanzo, retrocedo; duermo en mis laureles, dijo Antonia. Plagio, me plagio, soy otro, no olvido. Busco lo nuevo. Mi quehacer será dar vueltas a las palabras; como un pez, romper la piedra con mi cabeza. Si, cierto. Soy un bueno para nada. En la adolescencia me preguntó mi madre qué quería ser en la vida. Por salir del paso, por tener una respuesta, dije: poeta. Las desgracias ocurren sin que nadie advierta de ellas. Los niños –dragones, perros adivinadores- anticipan el futuro, pero callan porque hablar de la revelación interrumpe el tiempo del juego.
Si el tiempo corre en el orden del lenguaje, si para nombrar la flor necesitamos la palabra flor, de todo el tiempo que se requiere para juntar sus letras, descubro que en la repetición encontramos nuestra oposición a la muerte. Sí, tú. El poeta Magnus William-Olson (Estocolmo, 1960), dice: “La poesía es más grande que la vida”. El mototaxi me deja en un extremo del puente Valerio, Magnus dice: “No tengo acceso al mundo fuera de la poesía”. La gente teme caminar por el puente Valerio, límite de los mototaxis; a mediados del siglo pasado estas tierras fueron de labranza, habitadas por hombres piernas cortas.
Magnus dice que la poesía es otra infancia; el poema, elefante que se mueve entre compasión y olvido. Sí, tú. ¿Por qué el puente con su río de aguas sucias me regresa a los días de certeza y amor de la infancia? Leer es relacionar (dice Piglia), al relacionar obtenemos la experiencia, el juicio que se requiere para elegir la forma de realizar nuestros actos en la vida cotidiana; decimos flor, madre, árbol y en nuestra cabeza se forma la imagen de la flor, la madre, el árbol.
Digo agosto, aparece Juchitán, por 8.2. Efeméride. En el encorvado anzuelo está el arte (filo y amenaza), las partes que posibilitan la magia. Debo escribir aquí sus partes (trampa y engaño, memoria). La punta penetra la boca (ingenio y necesidad se juntaron). El ojo, final del gancho conectado al hilo. La curva, el cuello (¿sabías que el afilado anzuelo posee un erguido cuello?). El gancho une punta y ojo (terror y carne). Se denomina brecha a la distancia que se abre entre la punta y el ojo; salimos del sismo, entramos al Covid-19.
El desarrollo de los pueblos muestra la forma a la que acudieron para superar momentos de zozobra y emergencia; en cada periodo de guerra y pandemia, cataclismos, los pueblos renacieron a partir de la síntesis que logró su lenguaje; la emergencia es síntesis, sin la forma sintetizada de nuestro lenguaje el presente de contagio y muerte nos resultaría eterno (se acorta la realidad cuando buscamos formas breves para nombrarlas).
Encuentro tanta vida a la altura de las orejas tratando de entrar a los pensamientos. El futuro llega lento, como un recuerdo de la infancia; Juchitán, 8.2; comer salsa picante para subirse al árbol del patio a contemplar el mundo. La licuadora proporciona remedio contra la melancolía (tanta ruina, tanta muerte). La salsa. La licuadora hace posible la vuelta del pasado dichoso (comer siempre traerá la dicha). ¿Quién inventó sus afiladas aspas? El río de los sabores tiene su origen en el rojo y el verde (efeméride), la espuma revienta al limón, se levanta la mirada rebelde del ajo, los versos medidos del plátano, las fresas, esa condición marítima de la cebolla, en compañía de la memoria infalible de una papaya, la cátedra del apio, la flor del perejil, el cilantro –diminutas estrellas que nos guían.
Las palabras son despreciables en este mundo. Sí, tú. Ahora ustedes son afectados, lo dice el gobierno con los números sobre las ruinas, cifras. Efeméride. Todo vuelve a ser como en la infancia. Este árbol le debe su nombre a un francés que vino de Francia y nadie sabe qué mano logró que las ramas se adaptaran tan bien a estas soledades de arena y sal. Niñas y niños saben que la palabra buganvilia cuenta con tres acepciones: la primera, que denomina la flor que sale entre cercos de carrizo y entrega belleza a la casa de la gente pobre; segunda, de representación, cuando la emplean los jóvenes para enamorar con la flor que parece construida con papel de China; y tercera, la que los léperos cuando nombran al burdel de la región: “La buganvilia”.
Juchitán,8.2, sí, tú.
Escribir ficción ordena la forma de los materiales del lenguaje; la novela es teoría narrativa y síntesis, nueva forma; en tiempos de emergencia sanitaria, cuando las calles cunden de muertos y contagios, ¿quién se pone a escribir? Busco la respuesta, canso las horas frente a mi ventana, adelanto estas palabras: escribir ficción lleva el tiempo del condenado a perecer, el que contempla su propia muerte, el lector. El gramático Wilhem von Humboldt fue quien inspiró al valiente Justo Sierra, antes de sentar las bases, 1910, de la Universidad Nacional hoy convertida en Universidad Nacional Autónoma de México -el mismo Justo Sierra, campechano él, biógrafo de nuestro Benito Juárez.