Día 21. Por qué el enojo de AMLO contra jueces y magistrados
En los versos se trasluce el cansancio de la generación
(1910)
Así, a lo largo de los años veinte de este siglo
han perecido, entre los treinta y cuarenta años,
los inspiradores de una generación
Jakobson, Roman, El caso Maiakovski
Para Yanki
Por otra parte, los adelantos de la neurociencia, el estudio de las neuronas espejo y la toma de decisiones nos obliga a mirar las emociones como principio de los argumentos racionales; la sociedad obliga a convencer (vacunas, medidas de sana distancia, tapabocas) al auditorio; tuvo el mismo origen las formas retóricas, en la antigua Grecia.
“Tamales de elote, tamales”.
Atardece en Oaxaca, llueve-no llueve.
Es de tu generación, dijo ella.
Renuncio a la palabra generación por verla reír.
Ella sale a la calle, ojos grandes, florecido tapabocas, descalza.
En una mano el plato ancho, en la otra
Las zapatillas blancas que usó el día de su boda.
“Tamales”.
Ella nada sabía de Esenin, de la patria del futuro
Donde soplan vientos de los dioses de la palabra.
Sólo dijo vamos por tamales, apúrate.
Yo distraído, como siempre.
Por alguna cosa me atoré en el sillón.
Un zancudo, las negras letras de Maiakovski,
El futuro, el viento que sopla,
Los dioses de la palabra.
Ella dijo vas con retraso.
Tamales, etc.
Esenin es una mirada lírica del pasado, dijo Jakovson,
“El cansancio de su generación”.
Ella nada sabía de Maiakosvi, de los poetas suicidas,
Cuando la retrasan, lo puedo jurar, carga el tino endemoniado.
– Puedo tomar apuntes de la clase -dijo ella.
Escribir ficción ordena la forma de los materiales del lenguaje; la novela es teoría narrativa y síntesis, nueva forma; en tiempos de emergencia sanitaria, cuando las calles cunden de muertos y contagios, ¿quién se pone a escribir? Busco la respuesta, canso las horas frente a mi ventana, me atrevo a adelantar estas palabras: escribir ficción lleva el tiempo del condenado a perecer, el que contempla su propia muerte, a compartir su escaso tiempo con un desconocido, el lector.
Ella dice, para espantar a su mala suerte, “las mujeres con el burka son hermosas.
Juchitán,8.2, sí, tú.
Editar es aclarar.
La importancia de la edición en el poema.
Ponderar el contexto histórico, el nosotros por el yo.
Aclarar, hondar la metáfora,
hacerla aérea, acuática, terrestre.
Experiencia humana.
Comer con ella, comer de ella -la metáfora.
Dar luz a lo que todos sentimos, embarrarlo en las paredes.
En cada presentación del discurso simulamos en nuestro cerebro, de forma automática, los gestos y las expresiones del orador, comprendemos de forma sencilla cómo se siente aquello que el otro nos quiere transmitir; en el principio la escritura fue imitación del gesto, representación del rostro ajeno (para imaginar el propio). En la sobrevivencia, gramática y retórica están de la mano para conservar la existencia.
Pero todas las cosas caen -desde la tercera fila se puede observar la ciudad que renace, allá afuera-, observamos los hechos cuando un hombre, un aerolito, las montañas con sus miles de aves (el canto desciende, obedece a una naturaleza gravitatoria) nos aterrizan -ahora tememos respirar, caminar por la calle, percibir los síntomas de los pulmones.
Hay una propensión de cuerpos y sonidos a ocupar un espacio en la tierra –el canto desciende para mí. Sí, tú.
Toda interpretación será una suerte de magia (o gesto).
Ella dijo:
el dedo índice sobre el pescado
para saber del paso del tiempo sobre la carne,
para guiarse entre productos de mar y aire
bastará el índice para defenderse de la enfermedad.
Toca, hunde, huele.
Si regresa la carne a su forma, compra.
Si permanece hundida, aléjate.
Al final de cuentas, sostengo que toda creación humana proviene del acto de amor; frente a la pandemia insisto: sólo en el lenguaje encontramos mañana. La existencia corre sobre un tiempo, el instante del olvido; en el lenguaje encontramos la forma divinizada de resistir, la palabra “nosotros” llega cargada de esperanza (no necesitamos comprender, sólo requerimos respirar, como los peces, el murciélago que duerme en lo oscuro, colgado de la piedra). Podría poner su nombre en el poema, pero ella se niega a cargar su nombre.
– Con el tapabocas tengo, ¿paraqué quiero más? -dijo antes de entonar una sambita.