El pleito eterno: política vs brevedad
CRATILO. – Como gustes.
PLATÓN, Cratilo o de la exactitud de los nombres
OAXACA, Oax., 14 de mayo de 2021.- Toda organización social o productiva tiene forma de lenguaje. Arranco, inicio, busco el poema.
Los tres pis del gato. Para tener un buen inicio requiero ubicarme como al principio de la existencia misma, con el balbuceo. Suena Thana Alexa, la acompaña a la batería Antonio Sánchez en una grabación para Telefunken -para los ojos mexicanos, Antonio es el nieto de López Tarso, nuestro primer actor.
Arrancar la investigación sobre el paradero del poema una madrugada de calor, en mayo. Inicio pues con la música, el balbuceo.
Entro a las profundidades, desciendo. Me sumerjo, emerjo. Escribo, problematizo la experiencia: Hay sopa en la mesa, del techo cuelga una lámpara, de la estructura metálica que sostiene a las bombillas de luz sostiene lágrimas de cristal. Gruesas, gordas gotas de agua detenida. La luz artificial esconde al poema, pero en ese momento yo no podía saberlo. Tenía hambre, en la mesa … “oye, escucha”. El poeta no puede dejar de mirar la sopera que reposa sobre el blanco mantel, en la mesa; dentro del trasto las silencio las verduras rodeadas de letras guardaban. Las siete sillas, o doce o trece estaban coronadas por rostros severos. Todos comen. Los que cenan editan una revista literaria para el tiempo de la Nueva Normalidad o para una campaña electoral. Una u otra son circunstancias similares, quienes escriben buscan cuajar el nuevo canon a partir de uniones inesperadas. Los rostros compungidos vienen de un tiempo viejo, la emergencia; sus respaldos transpirados, silenciosos ya están en su sitio, ocupan el tiempo de la recuperación.
Discuten. Canta Thana Alexa, bajo la ventana, en el piso, se arrastra una cucaracha. Golpea la batería Antonio Sánchez, el bronce expande acordes lejanos. Orientales, ornamentales.
En tan apasionada discusión sobre la poesía que vendrá nadie logra escuchar el ruido de una pluma al caer, que golpea contra lustroso piso. El suelo habla, pero nadie lo escucha.
Hablan de la revista, las colaboraciones, quizá de algunas reacciones sociales. Hablan. La cucaracha grande y gorda a traviesa la escena -dijo Paz que las palabras que se pueden encarnar en una representación escénica, aquello que se puede representar desde lo dicho, fundó hace siglos el poema. La cucaracha pensativa se arrastra bajo a luz, a los ojos de los comensales. “Afortunadamente”, dijo Jakobson. Y arrancó el poema como parte de la magia, lo que carece de sentido o explicación. Lo que se nombra para no ser entendido o comprendido mal o a medias, como el oráculo o las palabras que encierran el Destino.
Como parte de la magia. La fortuna. El impacto de los palillos sobre piel y bronce arma la historia. Antonio Sánchez y su grupo, un cuarteto. No habrá mayor forma de discutir una noche de mayo el poema que en alusión directa a la magia, aquello que no se entiende o carece de sentido. Alguien se levanta, aplasta al pie del librero a la cucaracha. Se puede escuchar el crujir de sus alas. Con la muerte de la cucaracha inicia la cena de las hormigas, que acuden a escena como llamadas por arte de magia. Sin palabras. La muerte interrumpe toda discusión de la poesía -esa forma que brota en la cena, que aparece como un hecho de la magia. La mesa y su blanco mantel guardan silencio, escuchan. Las silenciosas sillas, su respaldo alto. Todo diálogo, incluso aquel que refiere a la poesía, queda interrumpido por el hecho criminal, la muerte. Hierve de patas y cabezas enardecidas, silenciosas antenas, el nido de las hormigas. Insaciables. Flotan en la sopera verduras hervidas.
Puedo beber litros y litros de agua mientras discuto sobre poesía en la madrugada de calor. Puedo escribir hasta encontrar el alba, trabado el trasto de las letras entre el pasamanos del sillón y mi panza. Como yelmo o coraza, carroza; acorazado. Busco el significado de las palabras, encuentro anuncios de Spotify con música para llevar o consumir en casa. Dijo Kristeva: “Toda organización social o productiva tiene forma de lenguaje”.
Escucho la batería de Antonio Sánchez, que golpea el espacio del silencio como la lluvia en agosto u hojas que se dejan caer al camino los días de otoño -la música de Sánchez muestra lo irrefutable, que la poesía no trata de entender las palabras, sus significados sino de ponerme en sintonía para recordar aquello que tuve y olvidé, algo que dejé entrar a mis sentidos y ya no está conmigo y busco en la hora del extravío, como timbre de voz de mi madre, mi hermana o el de aquella chica que tanto dije amar en la adolescencia.