
Rosarito, destino vanguardista y sustentable: Daniel Madariaga
Charlas con mi hija
—Hola, mami, ¿qué lees?
—Ven, siéntate, te voy a leer algo que me encontré en la web que me parece muy divertido e interesante.
—Ok, soy toda oídos, jeje.
Cuando un lápiz encontró una goma de borrar, la goma le dijo:
—¿Cómo estás, amigo?
El lápiz respondió enojado:
—No soy tu amigo.
Ella dijo con asombro:
—¿Por qué?
El lápiz dijo:
—Porque borras lo que escribo.
Entonces respondió la goma:
—Solo borro errores.
—Soy una goma y este es mi trabajo.
—Mi trabajo es tan útil como el tuyo.
El lápiz dijo:
—Estás equivocada. Mejor es el que escribe que el que borra.
—No —dijo la goma—, eliminar el error equivale a escribir lo correcto…
El lápiz se quedó en silencio por un momento, luego dijo con tristeza:
—Pero te veo cada vez más pequeña.
La goma contestó:
—Porque sacrifico algo de mí cada vez que borro un error.
La pluma se puso triste, y la goma, para consolarlo, le explicó:
—No podemos beneficiar a los demás a menos que hagamos un sacrificio por ellos.
Entonces la pluma sonrió y dijo:
—¿Cómo puedo odiarte, cuando el sacrificio nos unió?
Si no puedes ser un lápiz para escribir la felicidad de los demás, sé una suave goma de borrar con la que borres sus penas y difundas en las almas esperanza y optimismo.
—¡Ay, mami, qué bonito! No me imaginaba que así debemos ser en la vida: dar felicidad en la medida que podemos y ser una suave goma para borrar nuestros errores y los de los demás.
Psicóloga Laura García Rosas
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