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Las cifras, a veces, son desalentadoras. Casi un 50% de los profesionales chilenos no se dedica laboralmente al sector para el que se formó. Este año pasado, fue Psicología la carrera que más demanda de pregrado tuvo, seguida de Derecho e Ingeniería Comercial.
Son tres ramas que se nutrirán de alumnos tras las pruebas de acceso que acaban de publicar sus resultados y hicieron ponerse a prueba a más de 200.000 alumnos a finales del año pasado.
Sin embargo, más que conocer quiénes comienzan su formación, sería interesante conocer quiénes buscan empleo después de haberlas finalizado. En este sentido, el flujo de profesionales que se plantea salir del país en busca de oportunidades laborales en su sector es, cada vez, más elevado.
De hecho, Canadá es uno de los países a los que suelen plantearse migrar por las oportunidades laborales que ofrecen. Sin embargo, antes de eso, suelen hacer un viaje para conocer qué puede ofrecerles el país y ver si podrían adaptarse a las diferencias no solo culturales sino meteorológicas con respecto a su ubicación en Sudamérica.
¿Qué requisitos de viaje a canada para chilenos hay?
En realidad, desde 2016 es mucho más sencillo ya que cualquier chileno puedo acogerse a la petición de la eTA canadiense para poder acceder al país.
Más allá de tener un pasaporte vigente a la hora de solicitar la visa electrónica, donde se volcarán los datos actualizados de contacto de cada turista, se recomienda contar con un seguro que cubra cualquier eventualidad que pueda ocurrir en el transcurso de las vacaciones, ya que esta visa lo que permite es la estancia de turista.
En caso de querer tramitar la laboral, sería necesario ver las condiciones que ofrecen desde las embajadas y qué requisitos mínimos son exigidos para ello.
¿Qué puede hacer un chileno en Canadá?
Hablarle a un chileno de naturaleza es, cuanto menos, curioso. Sin embargo, sí es cierto que cuando llega a un país como Canadá puede vivir un contraste absoluto con el tipo de bosque, lago o incluso paisaje que ve.
El Lago Agnes, en la provincia de Alberta, es uno de los que hay que apuntarse en cualquier caso. A 4 kilómetros de ruta a pie, llegar hasta este enclave natural hace replantearse la teoría del color. Sus aguas de glaciar, el bosque por el que se llega a él, el color de las montañas y del cielo hacen una postal que no deja indiferente a nadie. Aunque se hayan disfrutado de entornos parecidos, en realidad, nada se asemeja a los miradores y visión general de este lugar.
El Parque Nacional de Jasper es obligado para ver la fauna más característica del país. Osos, alces, ciervos e incluso renos aparecen por su entorno sin previo aviso, dejando al turista lleno de adrenalina al verles, además, en su hábitat natural.
Vista naturaleza, nada como dejar unos días para visitar también tres ciudades: Toronto, Quebec y Ottawa.
En Toronto no puede desecharse el acudir al CN Tower, el platillo volante que muchos admiran a nivel arquitectónico pero que, en realidad, es uno de los mejores miradores de la ciudad para quien no tenga vértigo. A este destino se va a disfrutar también de otros planes como la Casa Loma, un castillo que parece sacado de un cuento, High Park, para dejarse llevar por el relax del mundanal ruido urbano o incluso los museos que alberga en su ciudad.
¿Qué se puede hacer en Quebec? Esta ciudad tiene cierto parecido con lo que se puede encontrar en cualquier capital europea, lo que hace de ella un enclave perfecto para darse cuenta de la importancia de mantener en buenas condiciones ciertas edificaciones que hablan de la historia y de la influencia que ha tenido a lo largo de los siglos esta población. Su ciudadela o el Château Frontenac son un claro ejemplo de ello, aunque lo que de verdad merece la pena es perderse por sus calles para descubrir la esencia de una capital que, aunque clásica, esconde modernidades únicas.
Finalmente, quedaría un tercer entorno rural recomendado: Ottawa.
No se puede entender Canadá en su grandeza sin pisar su capital. Es sede de las Administraciones y del Parlamento, muy semejante al estilo europeo y que es uno de los enclaves más visitados de la ciudad por los turistas. A este se suma la Catedral de Notre Dame, cuya belleza suele dejar sorprendido a quien la visita porque recuerda y mucho a algunas de las estructuras más clásicas. Pero queda mucho por hacer. Los museos, desde el de Ciencias hasta el de Historia muestran toda la forma de cultura que mueve los intereses de un país que cada año acoge más inmigración como mano de obra para los puestos que no consiguen cubrir con su población.
En definitiva, un país acogedor en el que, cada vez, más profesionales se fijan.