Aunque lo nieguen, sí hay terrorismo
Mediante la institucionalización del Estado plurinacional vale la estrategia de minimizar los costos de la acumulación capitalista, que en lo general, es dominada por los principios del individualismo que se le puede anteponer los principios de la comunidad; a la competencia sin fin, los principios de la reciprocidad; a la tasa de ganancia, los principios de la complementariedad y la solidaridad. Está claro que la redistribución de la riqueza nacional no produce legitimidad si no le acompaña necesariamente, de una redistribución de la riqueza plurinacional, tales como la autonomía, el autogobierno, reconocimiento de la diferencia, la interculturalidad. Estas acciones del Estado plurinacional son anticapitalistas, por ende, anticoloniales.
Parece evidente que la cultura política del capitalismo no es proclive para la realización de la Comunalidad o del Buen Vivir de nuestros pueblos y comunidades indígenas y afromexicana. El colonialismo no es solo una política de Estado sino que constituye el cemento en donde se realizan las relaciones sociales, es un entramado político, social, económico, cultural, ideológico, jurídico y administrativo.
Es una formación social específica dentro de un modo de producción, en este caso, capitalista. No es solo una dominación de clase sino que es mucha más compleja, va más allá al incluir a pueblos históricos. El lenguaje del proyecto de clase, es decir, el socialismo, se afina, se ennoblece con el lenguaje del proyecto de los pueblos, así, a la democracia social se le suma la lucha por la dignidad humana, la Comunalidad, el Buen Vivir, la vida al tono de la naturaleza. La materialidad se acompañará con lo espiritual, el cientificismo con lo sobrenatural.
La institucionalización del Estado plurinacional, o por lo menos su concepción, su configuración, le es menester una nueva epistemología, unas nuevas tesis y teorías de nuestra realidad colonial, una nueva actitud científica ante nuestra realidad, nuevos modos y procesos de captación de la realidad o de nuestra realidad, una nueva forma de mirar lo que siempre se ha mirado de la misma manera que produce la misma cosa en todo tiempo y espacio.
Construir nuevos paradigmas sociales, políticos, económicos, culturales, jurídicos y administrativos se hace necesario, se requiere de nuevas prácticas sociales con principios y valores más humanos. Es necesario el cuestionamiento profundo y amplio de lo que se presenta ante nuestros ojos y pensamiento como realidad, al no cuestionarlo, se ha vuelto fe, dogma.
Ha llegado el momento de cuestionar seriamente las categorías y conceptos de la filosofía, de las ciencias y de las ciencias sociales, como la antropología, la sociología, las ciencias jurídicas y las ciencias políticas. Debemos de cambiar de perspectiva, por eso, desde los pueblos, comunidades indígenas y afromexicana, es posible obtenerla, un nuevo cuerpo de conocimientos profundos y amplios, que tienen otros fundamentos que el colonialismo quiso enterrar en las profundidades del olvido.
A decir verdad, el occidentalismo ha fracasado como proyecto de vida humano, basta ver a nuestro alrededor para darnos cuenta de la miseria del hombre creado por el hombre, a pesar de los avances de lo que llaman ciencia. Hemos creado una bestia que se devora así misma. Esta bestia de dos cabezas, la una, el capitalismo; la otra, el socialismo verdadero.