Historia de una hacienda africana
El presidente Andrés Manuel López Obrador anunció en su Mañanera de este lunes que en tres días daría a conocer, me imagino que lo hará en ese mismo espacio comunicativo, el nombre de quien será el candidato presidencial de la oposición a Morena.
En uno de sus roles favoritos, el de político en campaña, el primer mandatario pudo haber lanzado su noticia en dos posibles supuestos:
a.- El de ser un prodigioso clarividente que está en posibilidad de descubrir las acciones futuras de sus adversarios; o
b.- El de ser un eficaz espía político que tienen bien radiografiados los movimientos, presentes y futuros,
de sus adversarios.
En ninguno de los supuestos basados en sus muy particulares datos, López Obrador abonó para nada a la realización de un proceso electoral (el del 2024) transparente y democrático.
Su dicho en relación a que tiene enfrente a una oposición tan obvia que la convierte en un conjunto
político altamente predictivo, es el de un Jefe de Estado que tiene un eficiente aparato de inteligencia
(espionaje) que, como debe de ser, lo mantiene al tanto de planes y movimientos de sus adversarios.
Por ello en el caso de AMLO, el clarividente tiene en común con los espías su magia predictiva.
Definición:
“Clarividente adjetivo · nombre común
Lo cierto es que, con su advertencia de ser un político muy bien informado y saber con anticipación quién será el candidato opositor, y supones que el resultado final de los ya cercanos comicios, AMLO le sustrae al proceso electoral que definirá quién será, a partir de septiembre del próximo año, quien lo suceda en el cargo, toda la emoción que lleva implícita una competencia electoral.
En tiempos de Macuspana, así se escribe la historia.