Día 22. Palacio perdió dominio de la agenda de la crisis
CIUDAD DE MÉXICO, 4 de agosto de 2017.- Son múltiples las caras de la corrupción, tanto en las empresas, como en los gobiernos, en países federales, en los tres órdenes de gobierno, no solo en México, ahí está lo que sucede en España con relación al financiamiento a los principales partidos como el Partido Popular con el llamado caso Guertel, el rescate de Bankia y otras instituciones financieras, en el contexto de la crisis fiscal que derivo en severas políticas de ajuste con alto costo social en ese país.
No digamos en nuestro continente, particularmente grave en los niveles de procuración de justicia y en las policías por citar algo.
La corrupción es como una lepra que nos va envolviendo, su motor es el acceso a dinero fácil o a privilegios injustificados, como es el caso de los aviadores y las comisiones para vender o construir obra pública.
No hay día que no aparezca en los medios algún caso de corrupción, se han multiplicado los de los estados, pero también están los de los municipios y por supuesto en el nivel federal. Claro conforme subes de orden de gobierno los fraudes pueden ser mayores y difíciles de castigar. Su costo social y económico es mayor.
La corrupción no es un fenómeno nuevo, la vox populi destaca siempre el enriquecimiento de los ex gobernantes, pero cuando están en el poder parecen traen una aureola, de forma tal que, aunque se les cuestiona en la calle, ante ellos hay admiración. Antes escribían sus memorias, como las de Gastón N. Santos y de tantos ex gobernadores que dejan calles con sus nombres.
Ahí está el caso del presidente municipal que admitía “haber robado poquito”, hubo un caso de un presidente municipal chiapaneco que admitía que había utilizado indebidamente los recursos del FISM, pero que lo había hecho porque el pueblo lo había puesto y el pueblo mandaba, y si solo estaban esos recursos, pues ni modo, o el de algunos presidentes municipales oaxaqueños que cuando recibían cemento derivado de los recursos de construcción lo escondían y después lo revendían, etcétera, etcétera. En algunos estados se dice aun, que “ese gobernador robó, pero dejó”. Porque los cambios de gobiernos eran pactados, esto es, se daba vuelta a la página.
El gran problema ha sido la impunidad, aunque hoy hay signos de que sí es posible combatirla, como es el caso de los gobernadores de los estados señalados recientemente, siendo el de los Duarte el más comentado.
También hay corrupción política, como cuando se obliga a los gobernadores en mayo de 1992 a reconocer los privilegios logrados por las secciones sindicales, cuando se hizo la desconcentración de la educación básica. Así como la práctica de pagar con recursos públicos a los comisionados sindicales en prácticamente todos los estados. Bueno esto está en vías de extinción definitiva con la centralización de las nóminas en la SEP y la eliminación de los que no trabajan, con el castigo correspondiente. En suma, no significa que antes no se diera, simplemente los avances en materia de transparencia, la armonización contable, la ley de disciplina financiera y el sistema nacional anticorrupción, hoy nos enteramos.
Claro, aun en muchos casos los responsables siguen siempre los subalternos, aquellos que firman por instrucciones. Recordemos a un ex secretario de finanzas de Nuevo León, que guardó mucho dinero en cuenta a nombre de su sirvienta y su secretaria firmaba los recibos.
Está comprobado que no son las auditorias, sino las denuncias ciudadanas el “mejor método” para detectar la corrupción, así como el cambio en la forma de vida de los funcionarios, con signos son evidentes para la gente, aunque no para ellos. Hay cientos de ejemplos, que particularmente son fáciles de ubicar en las entidades federativas.
No hay más que para prevenir alentar estos dos mecanismos, esto es facilitar las denuncias ciudadanas anónimas y dar seguimiento al enriquecimiento inexplicable, aparentemente.