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El análisis político implica la investigación de las relaciones entre distintos conceptos. Sandra Ley. Doctora en Ciencia Política por la Universidad de Duke.
OAXACA, Oax. 28 de marzo de 2017.- Para la Investigadora visitante en el Instituto Kellogg de Estudios Internacionales en la Universidad de Notre Dame, la doctora Sandra Ley, los conceptos son construcciones mentales a partir de los cuales podemos observar y comprender el mundo; resultan fundamentales para la categorización de los distintos fenómenos de interés y la diferenciación entre ellos.
De inicio, los conceptos pueden significar cosas diferentes para distintas personas, en distintos contextos.
Mientras mayor sea el número de elementos y aumentamos el nivel de detalle, lograremos diferenciarles, pero será aplicable a un menor número de casos; a mayor conocimiento de los elementos y detalles, mejor comprensión, aplicación y evaluación del concepto.
La importancia de estos, no estriba en cuantos podamos conocer, sino en el mayor número de elementos que podemos estudiar para obtener de ellos el mayor beneficio de su aplicación. Nos importan porque nos permiten medir y analizar fenómenos de interés.
Existen conceptos que escucharemos en una sola ocasión.
Por ejemplo, al acudir a una reunión de especialistas en alguna materia o algún estudio científico, es posible que no nos genere interés, pero aquellos que tienen un impacto en nuestra vida diaria o en nuestra relación en sociedad, deberían ser motivo de estudio.
Los conceptos que nos producen una atracción son aquellos que tienen impacto en nuestro quehacer cotidiano, lo que para un estudioso del derecho es la justicia, para un contador lo es la fiscalización.
Democracia, transparencia, fiscalización, corrupción, justicia, son conceptos que generan un interés y proponen una acción colectiva y algunas preguntas básicas sobre estos serían ¿Para qué sirve la transparencia? ¿Cuál es el objetivo de la fiscalización? ¿Cuál es el alcance de la corrupción? ¿Quién es el responsable de impartir justicia?
Las respuestas nos llevarían a obtener nuevos elementos y podríamos preguntarnos: ¿Una fiscalización efectiva ataca la corrupción? y así, hasta un infinito de preguntas por respuestas obtenidas, pero ¿por qué si formamos parte del concepto democracia no le conocemos a detalle?
De ahí que la decisión de elegir a nuestros representantes, es una acción colectiva que inicia con la decisión de participar. En la mayoría de las ocasiones no nos genera motivo de estudio, sin embargo, de esta acción deviene un resultado por demás interesante en nuestro quehacer colectivo.
Conceptos como aspirante, candidato, plataforma, propuestas, plan, evaluación, son poco valorados en el momento de participar en una elección.
Es posible que con el conocimiento de estos conceptos y que aún con su aplicación, los resultados de una elección –hoy- no cambien, sin embargo, se pueden convertir en la base de un posible cambio – en lo individual y colectivo- en la conducta de los aspirantes que son quienes tienen la oportunidad de ser candidatos, candidatos que tendrían que mostrar la plataforma, propuestas y planes bajo los cuales proponen actuar y decidir la solución a los problemas que aquejan a una comunidad y, los procesos de evaluación para medir las acciones realizadas y los resultados obtenidos.
De acuerdo con el diccionario de la Real Academia de la Lengua, la democracia, es una forma de gobierno en la que el poder político es ejercido por los ciudadanos, entonces ¿qué falta para que la ciudadanía ejerza el poder que por su propia naturaleza le corresponde? si del resultado de una elección depende quien dirija el rumbo del país en el que todas y todos convivimos ¿qué se requiere para que toda la ciudadanía participe en esa elección? si el servidor al que elegimos realiza mal su trabajo ¿por qué no lo podremos cambiar? podríamos justificar – como suele realizarse- que así fuimos educados; que es una obligación del ciudadano el saber sus derechos y obligaciones; que se debe aprender en casa o simplemente que los partidos y los aspirantes políticos no generan el interés necesario, sin embargo, debemos considerar que somos producto de las decisiones que tomaron nuestros abuelos y que nuestras futuras generaciones conocerán el resultado de las nuestras.
* El autor es egresado de la Universidad Autónoma “Benito Juárez” de Oaxaca (UABJO), el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM) y realiza estudios de Análisis Político en el Centro de Investigación y Docencia Económica (CIDE).