Día 17. EU perdió control del mundo el 9/11 y el Capitolio 2021
CIUDAD DE MÉXICO, 11 de octubre de 2019.- El pasado martes 8 de octubre aquí dijimos que, por sus características, el ataque orquestado desde el Poder Ejecutivo contra el Ministro de la Corte, Eduardo Medina Mora, debía ser entendido como un “golpe de Estado”.
Hoy, con la información disponible –sobre la persecución financiera contra la familia de un ministro de la Corte–, se confirma que, en efecto, la defenestración de Medina Mora fue un “golpe de Estado” lanzado desde el Poder Ejecutivo, contra el Poder Judicial, con el objetivo de que el presidente López Obrador se haga del poder total.
Pero vamos por partes. ¿Qué es un golpe de Estado?
Según el Diccionario Político de Bobbio, el “golpe de Estado” se define “como la violación deliberada de las normas constitucionales por parte de un gobierno, una asamblea o un grupo de personas que detentan la autoridad”.
Y el ejemplo universal de “golpe de Estado” –según Bobbio–, “es el concretado por Luis Bonaparte, en 1851, cuando dio el golpe de gracia a la II República, de la que él mismo era presidente, y logró proclamarse nuevo emperador de Francia”.
El mismo autor explica que “a diferencia de la guerrilla o de la guerra revolucionaria… el golpe de Estado se lleva a cabo no sólo a través de funcionarios del propio Estado sino utilizando elementos que forman parte del aparato del Estado”.
Y remata contundente: “En otras palabras, el golpe de Estado implica la instauración de un nuevo poder de hecho que impondrá, a su vez, su propia legalidad”. (Fin de la cita)
Ahora bien, vale recordar que, con fecha 3 de octubre, el Ministro de la Corte, Eduardo Medina Mora, presentó su renuncia al cargo, amparado en lo que establece el artículo 98 constitucional.
Dicho artículo señala, tajante, que la renuncia de un Ministro de la Corte “solamente procederá por causas graves”.
¿Cuáles fueron esas causas graves?
Horas después de que Medina Mora presentara la renuncia, el presidente López Obrador la aceptó, sin dar a conocer “las causas graves”. Días después, una mayoría de 111 senadores aceptaron la renuncia de Medina Mora, sin que nadie conociera “las causas graves”.
¿Por qué, entonces, renunció Medina Mora?
Aquí dijimos desde el mismo 3 de octubre, que Medina Mora y su familia habían sido perseguidos por el gobierno de López Obrador y que esa persecución debía ser entendida como “un golpe de Estado” lanzado contra la Corte por el propio presidente.
Hoy, el columnista de El Universal, Mario Maldonado confirmó, con documentos públicos, que a través de la Unidad de Inteligencia Financiera de Hacienda se congelaron las cuentas de toda la familia de Medina Mora y de sus empresas, para obligarlo a renunciar. Una vez que renunció, las cuentas fueron descongeladas.
Así lo dijo Mario Maldonado en una parte de su columna para El Universal: “documentos en poder de este columnista confirman que funcionarios de gobierno, en específico de la Unidad de Inteligencia Financiera, presionaron al ahora exministro para lograr su renuncia al máximo órgano de justicia del país”.
Todos saben que Santiago Nieto, director de la Unidad de Inteligencia Financiera de Hacienda, es el servidor público más fiel al presidente Obrador. Hoy sabemos que ordenó congelar las cuentas de familiares y empresas de Medina Mora, para obligarlo a renunciar. Y una vez que renunció Medina Mora, Santiago Nieto ordenó descongelar las cuentas del ya ex ministro.
Queda claro, Santiago Nieto actuó por instrucción del presidente López Obrador. ¿O existe algún ingenuo que cree que Santiago Nieto se manda solo?
Y también queda claro que, como lo define Norberto Bobbio, estamos ante un “golpe de Estado”. Y lo más preocupante es que –igual que Luis Bonaparte–, el presidente López Obrador es el autor intelectual del “golpe de Estado”, contra la Suprema Corte y contra la democracia mexicana.
Pero no termina ahí la historia. ¿A cambio de qué, senadores del PRI, del PAN y del PRD se sumaron a ese golpe de Estado?
Y es que muchos senadores, igual que el presidente Obrador, violaron la Constitución.
¿No se los demandará la Nación?
Al tiempo.