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Periodismo trascendente
Más allá de los conflictos agrarios, 280 en total, reconocidos por el gobierno de Salomón Jara, a través del directamente responsable de la política interna de la entidad oaxaqueña entre los 23 de alto riesgo, que en cualquier momento, pudieran estallar en violencia sangrienta, con la pérdida vidas humanas, están los múltiples y fuertes intereses políticos, económicos y sociales, destacando entre los más potentes el tráfico de armas y de drogas.
Totalmente preocupante y hasta alarmante e indignante, porque apenas la semana pasada, en menos de 72 horas, entre la tarde del miércoles 22 y la mañana del sábado 25, ocurrieron dos emboscadas en la región de la mixteca; la primera en inmediaciones de San Miguel el Grande, Tlaxiaco y ; la segunda, cerca de Santiago Mitlatongo.
Al menos 15 personas perdieron la vida y se suman a la incuantficable número de muertos por conflictos agrarios, atizados por perversos y fuertes intereses, incluso, ajenos a las comunidades en aparente disputa de tierras, que generan enfrentamientos violentos o emboscadas como las ocurridas en los últimos días, donde fueron asesinadas arteramente, con armas de grueso calibre que llevan y traen, sin que ninguna autoridad intervenga.
En las víctimas de la masacre, se cuentan, dos policías de la Agencia Estatal de Investigaciones (A.E.I), dos agentes municipales y un civil, así como otros lesionados.
Y apenas y se hacían las investigaciones correspondientes para esclarecer los hechos y castigar a los autores materiales e intelectuales, porque los hay, como lo prueba la detención de uno de ellos, que disfrazado de asesor jurídico en la comunidad de Villa de Guadalupe, se encarga de echarle leña a la hoguera, para avivar en conflicto en disputa de alrededor de dos mil 300 hectáreas maderables, y ya ocurría la segunda emboscada, con 9 muertos más, entre mujeres y hombres.
Hasta el Secretario de Gobierno de Oaxaca, Jesús Romero López, tuvo que tragarse sus palabras, porque hacía apenas unas horas que en conferencia prensa, derivada de la primer emboscada en San Miguel el Grande, y ya se estaba registrando la segunda, en la comunidad de Guadalupe Victoria, del municipio de Santiago Mitlantongo.
Ni con toda la fuerza del Estado, ni con la decisión tajante tomada en la «mesa de seguridad», intermedia entre una y otra emboscada, de actuar «para no seguir tolerando que haya crímenes que se perpetren desde la justificación de un conflicto agrario que tiene otros fines» se evitó la siguiente matanza en la región de la Mixteca.
El «agravio a las instituciones», como calificó Romero López a la primera de las emboscadas, se repitió con tan solo unas horas de diferencia, lo que quiere decir que para el gobierno estatal, tampoco sirvió de nada que se hayan encendido los focos rojos, ni tampoco el desplazamiento de un centenar de policías a la zona de conflicto.
No menos complicados, riesgosos y peligrosos, que requieren también de urgente intervención gubernamental, para que no crezcan y estallen en violencia y hechos de sangre, son los otros 23 conflictos agrarios de mediano riesgo, ni tampoco los otros 206 asuntos de bajo riesgo que reconoce el gobierno de Salomón Jara, porque también en cualquier momento pudieran salirse del estatus y estallar, con la intromisión de incendiarios expertos, que están en espera para encender la mecha de la bomba de tiempo y propiciar hechos sangrientos como los ocurridos en los últimos días en la mixteca oaxaqueña.