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¿En busca de pareja? Así operan los estafadores en apps de citas
“Otra vez siento bajo mis talones el costillar de Rocinante, vuelvo al camino con mi adarga al brazo.” Comandante Ernesto Guevara de la Serna.
1991, año en que las enseñanzas de licenciatura en el aula culminaban; el ejecutivo federal era encabezado por Carlos Salinas de Gortari, el titular en la secretaría de educación era, ¿quién creen?, bueno, mejor recurran al almanaque o al buscador electrónico, (sólo daré un dato que los llevará a inferir el nombre, el personaje referido, fue el responsable de declarar triunfador en el año 1988 a Carlos Salinas de Gortari como presidente de la República) y un 24 de junio moría Rufino Tamayo.
En Oaxaca, culminaban entre muchos más, estudios de jurisprudencia jóvenes que ya contaban en su curriculum con la carrera y experiencia de la docencia, amigos todos y varios de ellos contendientes de ideas, argumentos y prácticas en las aulas de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales (facultad) de nuestra máxima casa de estudios oaxaqueña.
En la Facultad, vivíamos en esos días, las intensas actividades para preparar los festejos para el acto de la graduación de una centena de próceres abogados por el derecho, es decir compartí aulas con los ahora exitosos ponentes del derecho.
El caso es que debatimos acerca del litúrgico acto de la “quema de libros”; desde luego, mi posición fue que no debía existir ese evento, álgidos argumentos se esgrimieron y al final ganó la ecléctica propuesta de quemar cuadernos con apuntes, sin códigos ni libros pero el acto, siguió denominándose “quema de libros”. Me recuerdo el acontecimiento porque al paso del tiempo, en la modalidad de quemar las ideas y callar a quienes piensan distinto al gobierno aún se practica.
En México, aunque no se dan al tipo de lo que narra el italiano Umberto Eco en “El nombre de la Rosa” o en “La ladrona de libros” el australiano Markus Zusak, los libros se queman al por mayor como lo hacían en nombre de Dios la santa inquisición o los nazis para adoctrinar a los alemanes en pos de un dictador genocida.
¿O cómo podemos considerar actos como el de negar todo antecedente personal público de personajes que hoy atiborran el actual gobierno y el próximo gobierno federal? ¿o el de decir que los procesos educativos para obtener conocimientos especializados en jurisprudencia, se deben hacer aun lado para dar paso a la elección de jueces, magistrados y ministros?
Aquellos amigos que apoyaron la precandidatura de Marcelo Ebrard, quien fue presentado como el próximo titular de la secretaria de economía. ¿Qué piensan? ¿Sí se los permiten? Ya lo sacaron de la jugada de presidir la Cámara de Senadores.
¿Recuerda que múltiples acciones y dichos fueron denunciados y hecho públicos por él, para tratar que el dedito titiritero de palacio nacional cambiara su decisión tomada en el año 2018 de quien debía sucederlo en el cargo? Al final de cuentas, es corrupción un pacto en el estado de Coahuila entre los Partidos Acción Nacional y Revolucionario Institucional, pero es muy valido y libre de toda apreciación crítica el haber negociado cargos entre los precandidatos de Morena para que permitieran que Claudia Sheinbaum fuera al final candidata de la “honesta y transparente” coalición que llevó al triunfo electoral a la decisión del Presidente de la república.
Desde mi punto de vista, eso solo se logra con el uso de información para mantener bajo amenazas y obligados a quienes piensan distinto y reclaman respeto a sus derechos, que es igual a quemar sus ideas.
Ese es uno de los principales problemas del régimen de Andrés Manuel López Obrador, por ello vale la pena buscar la organización social con nuevos bríos y remando aún contra corriente, sin aquellos que van a buscar de nuevo, permitirse la libertad de entregar todo, aún a costa del florecimiento del autoritarismo y una vieja forma de corrupción.
Vale la pena para no “llevar bajo la tierra la pesadumbre de un canto inconcluso».
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