Paloma Sánchez-Garnica, premio Planeta 2024, y Beatriz Serrano, finalista
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Apunte diario sobre letras hipnóticas
Introducción:
En la vasta historia de México, uno de los personajes más emblemáticos y trágicos es Cuauhtémoc, el último emperador azteca. Último en tanto ejercer el poder global del imperio.
De los tlatoani que gobernaron conjuntamente con los españoles la gran Tenochtitlán, hasta por lo menos 1700, hablaremos posteriormente.
Su gobierno estuvo marcado por la resistencia y la lucha contra la invasión española que cambió el rumbo de una civilización milenaria. Acompáñame en este viaje a través del tiempo mientras exploramos la vida, el legado y la memoria de este valiente líder.
Acordeón:
La ascensión al trono y la resistencia: Nacido entre 1495 y 1503 en Tenochtitlan, Cuauhtémoc tomó el cargo de «Huey Tlatoani» o emperador de los mexicas en 1520, tras la muerte de Cuitláhuac por la viruela. A pesar de la devastación que enfrentó la ciudad tras la expulsión de los españoles, Cuauhtémoc no se rindió y lideró una valiente defensa para proteger a su pueblo.
El trágico final: Después de un largo sitio, México-Tenochtitlan cayó en manos de los españoles el 13 de agosto de 1521. A pesar de la heroica defensa, Cuauhtémoc fue capturado por Hernán Cortés y sometido a tortura para obtener información sobre el oro de los mexicas. Finalmente, Cortés lo llevó en una expedición a Las Hibueras, donde, en 1525, alegando un supuesto complot, ordenó su ejecución.
El legado y la memoria: Aunque su trágico destino lo separó de su pueblo, Cuauhtémoc fue recordado por los españoles como un líder de nobles cualidades. Su figura resurgió en la memoria de los mexicanos años después, y en 1887 se erigió el monumento a Cuauhtémoc en la Ciudad de México, un símbolo de resistencia y orgullo nacional.
Escalera:
Legado cultural y resistencia presente: Cuauhtémoc representa la fuerza y el coraje de un pueblo que defendió su identidad y cultura frente a la opresión. Su legado es un recordatorio de la importancia de preservar y valorar nuestras raíces ancestrales.
Reflexión sobre el pasado y el futuro: La historia de Cuauhtémoc nos invita a reflexionar sobre el pasado y a aprender de él. Además, nos recuerda la importancia de mantenernos unidos y defender nuestros derechos como sociedad para construir un futuro más justo y equitativo.
Identidad nacional en un mundo globalizado: En un mundo cada vez más globalizado, la memoria de Cuauhtémoc nos ayuda a mantener viva nuestra identidad nacional y a honrar a aquellos que lucharon por nuestra libertad y soberanía.
Conclusión:
Cuauhtémoc, el último emperador azteca, dejó un legado de valentía y resistencia que trasciende el tiempo. Su figura representa la fuerza de un pueblo que nunca se rindió ante la adversidad. A través del monumento que lleva su nombre en el corazón de la Ciudad de México, recordamos y honramos a un líder que, a pesar de su trágico destino, sigue inspirando a las generaciones presentes y futuras. Que su memoria nos recuerde siempre la importancia de mantener viva nuestra identidad cultural y el compromiso de luchar por un mundo más justo. La caída de Tenochtitlan en 1521 fue un acontecimiento histórico de gran trascendencia que marcó el fin del Imperio Azteca y el inicio del dominio español en Mesoamérica. Fue un episodio de intensa lucha y resistencia por parte de los mexicas, y la valiente defensa liderada por Cuauhtémoc, el último emperador azteca, dejó una huella imborrable en la historia de México.
Cuando los conquistadores españoles, bajo el mando de Hernán Cortés, llegaron a las costas de Veracruz en 1519, comenzó un proceso de confrontación y alianzas con los pueblos indígenas de la región. Tras su arribo a Tenochtitlan, la capital azteca, en noviembre de 1519, los españoles se encontraron con una ciudad rica y esplendorosa, pero también con una población enigmática y un emperador decidido a proteger su territorio y su cultura.
Cuauhtémoc asumió el poder en 1520, en un momento crítico cuando la ciudad ya estaba afectada por una devastadora epidemia de viruela que había diezmado a gran parte de la población azteca. A pesar de las dificultades, el emperador se esforzó por reorganizar a su ejército, reconstruir la ciudad y prepararse para el inminente regreso de los españoles.
El sitio de Tenochtitlan comenzó en mayo de 1521, y durante más de noventa días, los aztecas se enfrentaron a un asedio implacable por parte de los conquistadores y sus aliados indígenas. La gran defensa de Cuauhtémoc y su pueblo fue heroica, pero también enfrentaron problemas como la escasez de alimentos y agua, lo que hizo aún más desafiante mantener la resistencia.
A pesar de las adversidades, los mexicas se mantuvieron firmes en la lucha y no se rindieron fácilmente. La ciudad fue defendida con valentía, y Cuauhtémoc se convirtió en un símbolo de resistencia y orgullo para su pueblo. Sin embargo, a pesar de sus esfuerzos, las fuerzas españolas finalmente lograron conquistar la capital azteca el 13 de agosto de 1521.
Cuauhtémoc fue capturado y posteriormente sometido a tortura por los conquistadores, quienes buscaban obtener información sobre la ubicación de las riquezas aztecas. A pesar de los tormentos, el emperador se mantuvo firme y digno, enfrentando su derrota con coraje y honor.
La caída de Tenochtitlan significó el fin del imperio que había dominado gran parte de Mesoamérica y marcó el inicio de la colonización española en la región. Sin embargo, la resistencia de Cuauhtémoc y su pueblo dejó un legado de valentía y perseverancia que continúa inspirando a generaciones posteriores. Su memoria es recordada en la historia de México como un líder que defendió su tierra y cultura hasta el último aliento. La traición de Cortés hacia Cuauhtémoc es un episodio controvertido y trágico en la historia de la conquista de México. Después de la caída de Tenochtitlan en 1521, Cuauhtémoc fue capturado por las fuerzas españolas y, en lugar de ejecutarlo de inmediato, Cortés decidió llevarlo consigo en una expedición a Honduras. Existen varias teorías sobre por qué Cortés tomó esta decisión y cómo se llevó a cabo la muerte de Cuauhtémoc.
Una de las teorías sugiere que Cortés quería llevar a Cuauhtémoc consigo como un medio para mantener control sobre los mexicas y evitar posibles levantamientos o rebeliones en su contra. Al llevarlo como prisionero, Cortés pensó que podría utilizar la influencia de Cuauhtémoc entre los mexicas para mantener cierto grado de control sobre la población nativa y asegurarse de que no se produjeran rebeliones.
Sin embargo, también se ha argumentado que la decisión de llevar a Cuauhtémoc hasta Honduras tenía como objetivo poner fin a su vida de una manera más discreta y sin levantar sospechas o disturbios en México-Tenochtitlan. Honduras se encontraba lejos de los territorios centrales aztecas y representaba un lugar más aislado y seguro para llevar a cabo la ejecución.
En cuanto a la muerte de Cuauhtémoc, las versiones varían según las fuentes históricas. Algunas cuentas afirman que fue ejecutado en 1525 en Itzamkanac, Honduras, mientras que otras mencionan que pudo haber sido ahorcado o incluso estrangulado en el viaje hacia ese lugar. No hay consenso absoluto sobre cómo se llevó a cabo la muerte, pero se acepta generalmente que Cuauhtémoc fue ejecutado por orden de Cortés.
Independientemente de la forma exacta en que ocurrió, la muerte de Cuauhtémoc fue un evento trágico que puso fin a la vida de un valiente líder indígena que defendió con coraje su cultura y territorio. Su figura sigue siendo recordada como un símbolo de resistencia y dignidad en la historia de México, y su trágico destino ha sido objeto de reflexión y análisis a lo largo del tiempo. El legado de Cuauhtémoc, el último emperador azteca, es un símbolo perdurable de resistencia, dignidad y orgullo nacional en la historia de México. A pesar de la trágica caída de Tenochtitlan y su posterior ejecución, Cuauhtémoc ha sido recordado a lo largo de los siglos como un líder valiente que defendió su tierra y su cultura hasta el final.
El monumento que se le mandó construir por Porfirio Díaz es un testimonio de la importancia que Cuauhtémoc ha tenido en la memoria colectiva de los mexicanos. Díaz, quien gobernó México durante varias décadas en el período conocido como el Porfiriato (1876-1911), buscó enaltecer ciertos elementos de la historia nacional para fomentar un sentimiento de unidad y nacionalismo. En este contexto, convocó a un concurso para diseñar un monumento en honor a Cuauhtémoc.
El ganador del concurso fue Francisco M. Jiménez, quien tuvo la oportunidad de desarrollar su proyecto. El encargado de diseñar la escultura fue Jesús Noreña, y su ayudante Jesús F. Contreras fue el encargado de fundirla. El monumento fue inaugurado el 21 de agosto de 1887 en el Paseo de la Reforma, una de las principales avenidas de la Ciudad de México.
El monumento a Cuauhtémoc es una obra imponente y majestuosa que destaca en el paisaje urbano. Está compuesto por una estatua de Cuauhtémoc, como símbolo de su liderazgo y valentía. Además, el monumento tiene dos inscripciones: una que dice «A la memoria de Cuauhtémoc y los guerreros que lucharon con honor con respecto a su nación, en el año de 1521», y otra que hace referencia a la estructura prehispánica de México con los monolitos característicos de Uxmal, Mitla y Palenque, entre otros.
Hoy en día, el monumento a Cuauhtémoc se encuentra ubicado en el Paseo de la Reforma, una avenida emblemática de la Ciudad de México. Se ha convertido en un punto de referencia y en un lugar de encuentro para los ciudadanos y los turistas que visitan la ciudad. La estatua de Cuauhtémoc se alza imponente como un símbolo de la historia y la cultura de México, recordando el legado de resistencia y dignidad que dejó este valiente líder indígena.
En resumen, el legado de Cuauhtémoc se mantiene vivo a través del monumento erigido en su honor y del orgullo que los mexicanos sienten por su figura histórica. Su memoria continúa inspirando a generaciones presentes y futuras a valorar y preservar la identidad cultural y la lucha por la justicia y la libertad.
Atentamente
Arturo