
Donají… La Leyenda ilumina nuevamente el corazón de Oaxaca de Juárez
Punto de quiebre
La ciudadana Karla Estrella fue sancionada con 30 días de disculpas públicas por el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, tras ser señalada como responsable de ejercer violencia política contra las mujeres por razón de género. ¿El motivo? Una publicación en la red social X, en la que denunciaba presunto favoritismo y nepotismo por parte de la entonces candidata en Sonora por el Partido del Trabajo, llamada por razones legales “Dato protegido”, hoy diputada federal y esposa del también diputado federal y presidente de la Mesa Directiva.
El fallo, por demás escandaloso, parece más una resolución de corte moral que una estrictamente legal. ¿Se trata de justicia o de persecución política? ¿Por qué 30 días de sanción y no uno? ¿Qué criterios determinan esa duración?
Lo decía el gran escritor portugués y Premio Nobel de Literatura, José Saramago:
“Hay que recuperar, mantener y transmitir la memoria histórica, porque se empieza por el olvido y se termina en la indiferencia.”
Y esta frase cobra sentido si recordamos cómo, durante el sexenio de Enrique Peña Nieto, las redes sociales incluso algunos medios impresos se llenaban de insultos, descalificaciones y ataques hacia su esposa, hijas y familiares. En aquella época, no se hablaba de sanciones ni de violencia política de género; todo se justificaba bajo el amparo de la llamada libertad de expresión. Curiosamente, muchos de los actores políticos que hoy exigen castigos, entonces defendían el derecho a criticar sin cortapisas.
Las posturas políticas pueden cambiar con los tiempos, pero los valores no deberían hacerlo. Derechos fundamentales como la vida, la libertad y, en este caso, la libertad de expresión, deben mantenerse inalterables.
Casos como los de Puebla, Guerrero y ahora el de “Dato Protegido” no son hechos aislados. Forman parte de una estrategia que parece estar diseñada para vulnerar la libertad de expresión, una de las principales señales del estado de salud de nuestras libertades, y en consecuencia, de nuestra democracia. No olvidemos que la libertad de expresión es, en última instancia, el termómetro institucional de la democracia en México.